Allá están, dispersos en la llanura cual ovejas sin pastor, a merced de cualquier depredador; serán presas fáciles para nosotros; le dijo desde la cima de la colina el político ladrón a su cómplice, el cual se frotaba las manos imaginándose los despojos que recogería de esta rapiña.
Asaltémoslos a una hasta despojarlos de todos sus bienes materiales y sueños por un futuro mejor; asegurémonos de que nuestro atraco sea de tal contundencia que, queden en servidumbre para siempre, desmoralizados, sin fuerza de voluntad para luchar, y resignados a su suerte, continuó diciéndole el político ladrón conocido como Don Corrupto, a su infame cómplice quien asintió y respondió, hagámoslo.
Ahora verás al máximo depredador en acción, al rey de la cadena alimenticia, al ladrón supremo despojar a sus víctimas con tal maestría que estas pensarán que soy su benefactor, su proveedor, y amigo; y engañados me amarán al punto de idolatrarme cual si yo fuera un Robin Hood; riéndose jactanciosamente le comentaba Don Corrupto a su cómplice que extasiado sonreía pensando para sus adentros, cómo me gustaría ser algún día, un hombre de “éxito” como lo es Don Corrupto.
Así como lo planearon, lo hicieron, logrando el golpe de sus vidas, y apropiándose de un inmenso botín que incluía: la calidad de vida, futuro, esperanzas, y sueños de los despojados y de sus hijos, la fuerza de voluntad de todo un pueblo condenado a la ignorancia, servidumbre, esclavitud, e ignominia cual rehenes de un secuestro masivo, grandes porciones de tierra de la nación, y miles de millones de dólares que de no haber sido robados, hubieran sido utilizados para proveer a sus legítimos dueños de alimentos asequibles, salud, educación, viviendas, carreteras, etcétera.
Al momento de la repartición del botín, Don Corrupto solo le dio migajas a su cómplice que inconforme y contrariado le reclamó su parte de tamaño golpe que habían realizado, a lo que el político ladrón replicó, confórmate con estas bolsas de comida, materiales de construcción, becas, línea blanca, y subsidios que te doy, porque tuve que repartir gran parte del botín con mis socios donantes y banqueros, sin los cuales nunca hubiéramos podido realizar este gran saqueo.
Resignado el cómplice respondió, está bien Don Corrupto, pero la próxima vez, si quieres que te siga consiguiendo el voto de toda mi familia, amigos, vecinos, y conocidos, tendrás que darme un poco más del dinero que les robes desde la cima del poder, a lo que Don Corrupto como un gran manipulador que es respondió, no te preocupes ciudadano ingenuo y clientelista, mientras yo y mis secuaces sigamos en la cumbre gracias a tus servicios y a los votantes desprevenidos, siempre habrá un poco más de migajas para ti, solo asegúrate de predicar a las presas, incluidos tus hijos y otros familiares cercanos que, nosotros los políticos corruptos somos buenos, que somos unos Robín Hood modernos, que sin nosotros se morirán de hambre, que somos la solución a sus problemas inmediatos, que es cierto que robamos, pero al menos hacemos obras y repartimos dadivas, que somos honorables y exitosos, todo un modelo a seguir, que el juega vivo es el camino, y que el Estado es algo ajeno a ellos por lo que no serán perjudicados directamente por nuestros atracos contra el erario público.
Trato hecho, respondió el ciudadano cómplice, sacrificando a su propia descendencia cual traidor y servil supremo.
Fin.
Moraleja: Un pueblo que elige a corruptos, que vende sus votos a cambio de dadivas clientelistas, que defiende a políticos delincuentes alegando que mientras estos repartan y hagan una que otra obra, todo está bien y hay que seguir perpetuándolos en el poder, que idolatran a maleantes, que en sus adentros desean estar en la posición de sus amos políticos para saquear al Estado también, que no se incomodan con la rapiña realizada contra el erario público, y apoyan la impunidad, no son víctimas, son cómplices de la corrupción que carcome el país. Además, son traidores a su propia familia, al permitir con sus votos y promoción a favor de políticos corruptos que, sus hijos sean despojados de un futuro mejor, de una educación de altura, y de una vida digna.
Pueblo panameño, llegó el momento de elegir de qué lado estamos, del lado de corruptos que tienen secuestrado a Panamá con su sistema de rapiña contra los fondos públicos, o si estamos del lado de los panameños que nos sentimos indignados, hastiados, y dispuestos a combatir este perverso sistema hasta que todos los delincuentes que saquean el país, paguen con cárcel y devuelvan el patrimonio lesionado.
Estoy de acuerdo con el Sr. Olimpo Sáenz cuando señala que, todos los políticos (de todos los partidos) con aspiraciones electorales dependen y buscan el aporte monetario de patrocinadores privados para sufragar sus campañas y tener opciones de salir electos, desde siempre y hasta la fecha, en la historia patria.
Dicho lo cual, aclaro que, entiendo en parte la necesidad de los candidatos de jugar con las reglas del juego establecidas por muy adulteradas que estas sean, toda vez que, si prescinden del apoyo financiero de patrocinadores privados, sus posibilidades de salir electos se reducen drásticamente, como quiera que, no podrán anunciarse en cuñas en los medios, ni ofrecer obsequios, dadivas, y demás prebendas clientelistas, a un pueblo que exige estas canonjías, ergo es cómplice del corrupto sistema político panameño.
Así las cosas, debemos reconocer que el sistema político electoral panameño está secuestrado por grupos financieros que son quienes en realidad deciden quién gobernará el país, patrocinando a sus delfines, mientras asfixian económicamente a otros. De modo que, el ejercicio electoral ciudadano, léase, el sufragio, es una mera ilusión, toda vez que, fuimos condicionados a votar por equis candidato que nos taladró el cerebro con cuñas omnipresentes en todos los medios, y nos obsequió mayores dadivas clientelistas, todo esto sufragado por los titiriteros de los denominados círculos ceros.
Acto seguido, vienen las facturas, porque nada en esta vida es gratis, de manera que, los patrocinadores de campaña –por no decir los inversores-, una vez sus delfines llegan al poder, reclaman con creces sus dividendos en forma de concesiones de tierras, islas, costas, negocios, consulados, ministerios, nombramientos, contrataciones directas con el estado, etcétera, perpetuándose así, el circulo vicioso de la corrupción, intereses creados, negociados, sobrecostos, y demás lacras que impiden el desarrollo humano de nuestro país.
Ahora bien, el hecho de que siempre ha sido así, de que la patria nació secuestrada por elites que monopolizan el poder político-económico, no implica que tengamos que conformarnos con semejante destino de vivir para siempre cual peones de una finca propiedad de un grupo elitista.
Es hora de que los ciudadanos nos levantemos e impongamos una constituyente originaria que sanee y refunde la patria de una vez por todas. Es menester que, mediante una nueva carta magna modernicemos –entre otros temas– a nuestro vulnerable sistema electoral que precisa adecuación en lo concerniente a la financiación de las campañas electorales, con la finalidad de que las mismas sean sufragadas exclusivamente por el Estado, con la misma cuantía para todos los candidatos, lográndose así, la necesaria equidad, y la erradicación del quehacer político nacional de los minúsculos círculos ceros que ejercen demasiada influencia política por los grandes recursos financieros de que disponen, y mediante los cuales distorsionan los resultados electorales inclinando la balanza hacia el lado que más les conviene, desnaturalizándose así, lo que debería ser una contienda democrática en igualdad de condiciones para todos los candidatos, en la cual triunfe el mejor capacitado y más apto para el puesto, y no el que disponga de más dinero proveniente de fuentes dudosas, como sucede actualmente.
Finalizo exhortándoles estimados votantes a que, no regalen sus votos, no boten sus votos, ni los transen a cambio de dádiva alguna, a saber, a cambio de materiales de construcción, bolsas de comida, línea blanca, guaro, etcétera. Inmunícense contra el bombardeo constante de cuñas politiqueras, para que sus cerebros no sean lavados cual si fueran unos borregos. Exíjanles a todos los candidatos que pretendan sus votos que, se comprometan con sanear el sistema político electoral panameño, mediante una futura constituyente, y el que titubee en ese sentido por temor a la reacción de sus donantes, táchelo como opción electoral por estar maniatado y haber vendido su futuro mandato.
Es hora de que le demos valor y peso a nuestros votos, y de tomar nuestro destino en nuestras propias manos; como quiera que, los grupos minúsculos, las elites político-económicas que monopolizan el poder, no renunciaran a dicho monopolio porque se lo pidamos tímidamente, debemos arrebatarles el instrumento de control de sus manos, impulsando y exigiéndoles que se comprometan a convocar a una constituyente tan pronto asuman el poder. Y si cuando ejerzan el mandato evaden el asunto de la constituyente con las mismas excusas baratas de siempre, procedamos entonces a movilizarnos todas las fuerzas vivas del país, para que mediante la presión cumplan sí o sí, con el compromiso adquirido con la patria y sus ciudadanos. Este tema no admite más postergación; la política como botín a ser repartido, y el erario público como festín a ser dilapidado, deben terminar; o damos un giro radical en el próximo quinquenio para sanear a la patria, o Panamá colapsa y se va definitivamente al despeñadero social, político, económico, e institucional.
A propósito de la próxima contienda política de mayo de 2014, en cuya campaña electoral ya se encuentra inmerso el país, me dispongo a abordar el tema del clientelismo político que ha acaparado la escena política panameña.
En primera instancia, hay que reconocer que, el clientelismo político no es un invento del gobierno de turno, no obstante ser el mismo, el más descarado y máximo exponente de los tiempos modernos, en cuanto a clientelismo político se refiere. Desde la época colonial, pasando por la Gran Colombia, Nueva Granada, la Republica de Colombia, y la República de Panamá, el clientelismo ha sido parte del quehacer político del istmo de Panamá.
Dicho esto, entramos en materia.
Debido a la avalancha de dadivas, prebendas, regalos, y demás canonjías repartidas por doquier por el oficialismo, sumado a la saturación de propaganda estatal de corte electorera, se ha distorsionado la democracia electoral panameña al punto que puedo afirmar sin temor a equivocarme, ni a pecar de exagerado que, más que los votantes, quienes en realidad elegirán a los próximos gobernantes y autoridades, serán los miembros del grupo económico que disponga de mayores recursos financieros para invertir en la compra y lavado de conciencias, léase, en la compra de votos. El famoso circulo cero.
Así las cosas, un grueso sector de la sociedad panameña que sufre carencias de todo tipo, limitación financiera, y necesidades múltiples, entiéndase, los sectores más vulnerables de la sociedad, calificados como clase media baja, pobres, y pobres extremos, precisamente por su situación vulnerable de carencia, son presas fáciles de los mercaderes del clientelismo político.
Ese sector de la sociedad panameña, representa un número importante de votos para inclinar la balanza a favor de quien mejor los enamore. Escenario que ha explotado el gobierno de turno con maestría, estratégica y maquiavélicamente. A ese grupo vulnerable está dirigida la campaña del Partido Cambio Democrático; es decir, apuestan al voto duro de su membresía, más los votos de las clases desposeídas.
Los panameños más educados, catalogados como clase media-media, y media-alta hacia arriba, son los que demuestran mayor aversión y resistencia a la continuidad de un gobierno que ha desmontado la institucionalidad democrática panameña, concentrado todos los poderes del Estado en uno solo, endeudado al país a extremos que asustan, pisoteado la constitución y las leyes, ignorado los muchos escándalos por supuestos actos de corrupción que no han sido deslindados con la debida transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo, al grupo más vulnerable, pareciera importarle poco los mencionados temas, ni de dónde surge el dinero con el cual el oficialismo los llena de jamones, pavos, línea blanca, becas, y demás dadivas.
Ahora bien, la pregunta clave sería, ¿cuál de los dos grupos pesa más a la hora de inclinar la balanza electoral? Según todas las encuestas, la mayoría de panameños aprueban la gestión del gobierno, y se decantarían a votar por la continuidad del mismo si las elecciones fueran hoy.
A manera de ilustración para los opositores que hacen una lectura diferente del panorama político, y se fían que el panameño siempre vota oposición, pasando por alto que, estamos en una elección atípica y distorsionada por una Operación El Bebedero a escala nacional, y por un tsunami de propaganda electoral, les comparto una anécdota que me aconteció hoy con un vendedor de guandú.
Después de comprarle varias libras de guandú, me quedé conversando un rato, de todo un poco, con el humilde vendedor, y le pregunté por quién votaría en las elecciones, a lo cual me respondió textualmente que votaría por el CD porque según él, es el gobierno que más ha hecho, y que más resuelve. Mencionó el pago del décimo tercer mes adeudado a los funcionarios públicos, el aumento del décimo tercer mes, la indemnización a los afectados por el dietilenglicol, la beca universal, 120 a los 70, y cómo no, también los jamones, bolsas de comida, línea blanca, y demás dadivas repartidas por el oficialismo.
Sí, ya sé que, la opinión de una sola persona no constituye una muestra de tendencia alguna, pero, da la casualidad que no es la única persona que me ha respondido igual, es decir, no es el único panameño que cree a pie juntillas que este gobierno ha hecho más en 4 años que los otros en 40 (y todas las encuestas lo confirman), ni es el único que le importa un comino la institucionalidad democrática, el endeudamiento y demás temas que les resultan abstractos y no entienden, pero, si entienden que las dadivas clientelistas del populista y demagogo gobierno de turno, les alivian en parte, la pesada carga que llevan sobre sus hombros, cosa que aseguran, no pueden decir de los otros dos partidos tradicionales a los cuales acusan de no atender los temas más sensibles e importantes para este sector vulnerable de nuestro país.
No obstante este escenario dantesco, los principales partidos opositores apuestan por ir separados cada uno por su lado, y aseguran que se alzarán con la victoria electoral, como quiera que, los panameños votaran como siempre, voto castigo al oficialismo. Sin embargo, pienso que el voto castigo según las encuestas, y el sentir de muchos panameños, en está ocasión se lo darán a los principales partidos opositores que nunca atendieron las necesidades de estos grupos, y carecen de un discurso enérgico y atractivo que cale en la ciudadanía.
En buen castellano, el pueblo se ha habituado al clientelismo político, y sabe que ningún gobierno erradicará las asimetrías sociales, que todos los partidos tradicionales (incluido el CD) son electoreros y persiguen sus intereses –no los de la colectividad–, ergo, votaran por quién más dadivas clientelistas ofrezca, y hasta ahora pareciera ser el CD quien más les está aliviando (que no es lo mismo que erradicando), ciertos temas cruciales para ellos.
Estas son las consecuencias de mantener cautiva por la ignorancia y pobreza a gran parte de la población, convirtiéndolos en clientes permanentes de las dadivas y migajas de mercaderes politiqueros. Ahora hay un nuevo jugador que apuesta más rudo, y dispone de más recursos para comprar votos y lavar cerebros, por lo que ha superado en las lides clientelistas, a sus predecesores que ahora se rasgan las vestiduras, pero nunca hicieron nada para modernizar el Estado, convocar a una asamblea constituyente, ni para sanear el tema electoral dotándolo de transparencia en materia de donaciones, propaganda electoral, etcétera.
Dicho esto, el único salvavidas que observo en este mar turbulento es, la conformación de una gran coalición que aglutine a todas las fuerzas opositoras que saben y entienden lo que está en juego en las próximas elecciones, a saber: democracia, o dictadura.
Amanecerá y veremos, pero mucho me temo que si no se da la alianza opositora, nos dirigimos a un desastre electoral, léase, a una continuidad del gobierno actual, y la democracia panameña pasará en consecuencia, a mejor vida. Ojalá me equivoque.
La actualidad política panameña está en horas bajas, y de cara al futuro no se vislumbra un horizonte muy halagador que digamos, dada la pobre oferta electoral para las elecciones de 2014.
Dicho esto, quiero recalcar que, respeto a cada uno de los candidatos presidenciales, léase, a los opositores de partidos tradicionales, a los independientes, y al oficialista, toda vez que, el hecho de atreverse a presidir un país requiere de mucha valentía, carácter, y entereza, como quiera que, si a título personal a veces nos sentimos agobiados por los problemas familiares, personales, y laborales, imagínense tener que atender a 3.5 millones de personas demandando a “Papá Gobierno” soluciones a todos sus problemas. De manera que, reconozco que no es lo mismo ver los toros detrás de la barrera, que tirarse al ruedo político y afrontar de salir electo presidente, tamaña responsabilidad.
Hecha esta aclaración, entramos en materia:
I- Condición:
Transfuguismo descarado y sin parangón en la historia patria; institucionalidad democrática agonizando; desprecio a la rendición de cuentas y a la transparencia; concentración de poderes; los Órganos Legislativo y Judicial, la Contraloría, Fiscalía Electoral, Defensoría del Pueblo, Ministerio Público, etcétera, postrados ante el Ejecutivo; sectarismo y fanatismo político; chabacanería y circo; cinismo y prepotencia; proliferación en los partidos de una raza oportunista, corrupta, y mercader, experta en defender lo indefendible; falta de ideología política y abundancia de juega vivo; persecución, descalificación y satanización a quién se atreva a pensar diferente y a cuestionar los exabruptos del gobierno; ausencia de debate; demagogia y populismo; clientelismo político; nepotismo; politiquería extrema; culto a la personalidad; la Constitución y las leyes pisoteadas un día sí y otro también; falta de espacios para consensuar con la sociedad civil temas que afectan a toda la sociedad; una oposición carente de credibilidad, con un discurso hueco, dividida y maltrecha; amiguismo y demás yerbas aromáticas por el estilo, son la triste realidad de la política panameña.
Así las cosas, el presente se ve bastante aterrador, y el futuro se vislumbra nada prometedor, en materia política.
II- Causas:
El hecho de que el sistema político panameño se encuentre en cuidados intensivos sobreviviendo a duras penas con transfusiones de sangre y respiración artificial, obedece a diversos factores que se remontan desde el nacimiento de la patria en 1903 (en realidad desde antes) con un enclave colonial en el centro del territorio nacional (soberanía hipotecada), y con el establecimiento en el poder de una casta de estirpe politiquera y clasista que “hacía” –quizás aún hace– las veces de sátrapas del imperio yankee en el istmo, hasta la debacle política actual con el Partido Cambio Democrático en el poder haciendo de las suyas, sin pasar por alto las distintas convulsiones políticas y sociales de antes y después de 1968, ni el período post invasión en el cual se malogró una bonita oportunidad para sanear el Estado por la resistencia de una clase política desprestigiada que prefirió mantener el estatus quo de su politiquera zona de confort clientelista, en lugar de dar pasos serios para erradicar los vicios y malas prácticas de la política añeja.
En buen castellano, el gobierno de turno no inventó las malas artes de la política panameña; simplemente las potenció y superó a sus maestros. La suma de todos esos períodos políticos funestos estableció la plataforma que permitió el ascenso al poder del Partido Cambio Democrático, al cual los partidos políticos tradicionales ahora satanizan, cuando en realidad son ellos los padres de esa criatura.
III- Criterio:
Es cierto que no existen sistemas políticos perfectos como quiera que, son sistemas humanos, y los humanos por definición somos seres imperfectos que aprendemos a tropezones. No obstante, también es cierto que, lo ideal es ir avanzando hacia la perfección erradicando vicios y malas prácticas que corroen a las democracias.
Así las cosas, entendemos que hay democracias maduras y robustas, y que hay democracias infantiles, raquíticas, y anémicas como la panameña que cada día se asemeja más a una caricatura y se aleja del modelo democrático participativo.
Dicho esto, debemos reconocer que el agotado y colapsado sistema político presidencialista panameño no solo no avanza, sino que va en franco retroceso hacia una dictadura civil.
IV- Efectos:
Como resultado de la falta de institucionalidad democrática, de la ausencia de pesos y contrapesos, tenemos que, no existen frenos a los abusos gubernamentales en el manejo de la cosa pública, lo que amenaza con ser el detonante de una explosión social como está sucediendo en Brasil y otros países.
Así las cosas, tenemos un endeudamiento público a septiembre del presente año del orden del B/. 15,880.6 millones , más los saldos de la deuda diferida mediante la modalidad llave en mano, de las empresas excluidas del SPNF, y de la ampliación del canal, todo lo cual totaliza más de 20 mil millones de dólares, representando una deuda per cápita aproximada de B/. 6,175.35.
Aunado a los cuestionamientos por supuestos sobrecostos en todas las obras que ejecuta el gobierno con nuestros impuestos y mediante la pesada deuda que heredaremos.
En fin, escándalos por supuestos actos de corrupción, sensación de impunidad y encubrimiento, falta de agua potable, alto costo de la vida, canasta básica por las nubes, el país inundado de basura, abandono del sector agropecuario por privilegiar el gobierno de turno a las importaciones, un sistema educativo que no forma una mano de obra sofisticada y altamente calificada como requiere el mercado laboral, un panameño muriendo de hambre cada 4 días según La Contraloría, el 37% de la fuerza laboral “trabajando” en el sector informal, desigualdad y pobreza (Panamá es el país 16 más desigual del planeta según el coeficiente de inequidad de GINI; el 25.3% de la población, léase, 926,073 panameños son pobres y el 12.4% de la población, léase, 453,886 panameños, son pobres extremos, entiéndase indigentes que no tienen qué comer), etcétera, son las consecuencias del descalabro institucional que ha convertido al Estado Panameño en un botín político, y en oportunidades de negocios y enriquecimiento para un grupo minúsculo de mercaderes, en detrimento de las grandes mayorías que tarde o temprano despertarán de su sueño sacudiéndose el yugo y rompiendo las cadenas conque permanecen atadas.
Este sistema político anacrónico cuasi feudal que impera en Panamá no da para más. Si los políticos no entienden que, o modernizan al Estado adecuándolo a la realidad de un país que crece económicamente y se ha transformado grandemente, serán reemplazados por nuevos movimientos políticos-sociales que los desplazarán del quehacer nacional por no dar la talla, por obsoletos, y por no estar a la altura de las circunstancias actuales, cual dinosaurios que no se adaptaron a los tiempos y se extinguieron.
En buen castellano, más les vale a los politiqueros de siempre sino quieren pasar a la historia del escenario nacional, cambiar de chip y modernizarse a la par de la economía y de la empresa privada que avanzan a pasos agigantados, mientras los politiqueros que tienen secuestrado el país, no solo están estancados, pero van en franco retroceso. Entiendan de una vez por todas que, Panamá es un país importante destinado a grandes cosas allende nuestras fronteras, ergo, no puede seguir siendo manejado como una aldea, ni como la finca de nadie.
V- Recomendaciones:
Es obvio que las soluciones a este estado caótico no precisan de un genio, ni de un iluminado que nos alumbre el camino con una fórmula mágica, toda vez que las mismas saltan a la vista, a saber:
Convocar después de las elecciones a una constituyente que reemplace a la constitución heredada de los militares, con la finalidad de modernizar al Estado promoviendo la transparencia, rendición de cuentas, separación de poderes y certeza del castigo a quién delinca sin distingo de clase social, posición política o económica; revolución educativa; revolución agropecuaria; revolución energética (fuentes alternativas de energías limpias); descentralización; dotación de agua potable a todo el país; erradicación de la pobreza general y extrema; cierre de la brecha de desigualdad existente entre ricos y pobres; modernización del Código Electoral para erradicar el clientelismo político, las donaciones secretas, el monopolio del poder, la partidocracia, para establecer topes de campaña y viabilizar las candidaturas independientes, son el camino hacia un nuevo amanecer de igualdad, desarrollo humano, económico y político.
La pregunta de rigor es si alguno de los candidatos presidenciales tiene está visión, y si posee la estatura de estadista necesaria para enrumbar a Panamá por nuevos derroteros de desarrollo, democracia, y modernidad.
Puede que sí, pero en mi opinión personal, por los discursos famélicos vistos hasta ahora, tal parece que no.
Quizás peco de pesimista, pero, prefiero ser pesimista ante la oferta política electoral que no llena mis expectativas, que pecar de un ingenuo e iluso que es estafado cada cinco años por candidatos que prometen el cielo, la luna, y las estrellas, pero no convencen con sus propuestas electorales fantasiosas y vacías.
De lo único que estoy convencido es que, la continuidad del presente gobierno, constituye una suerte de suicidio político para Panamá, y desencadenaría una explosión social que no necesitamos. Por tanto, es un peligro en mi opinión, 5 años más de lo visto en este periodo de gobierno. Además considero que, el perfil del candidato Arias no es el adecuado por su proclividad a ausentarse de los grandes temas nacionales, como demostró el hecho de que habla en cuñas con libretos prefabricados y productores agropecuarios falsos, de apoyo al productor y seguridad alimentaria, pero se ausenta de los foros agropecuarios por no tener la capacidad de debatir en buena lid y con propiedad acerca de propuestas serias (no de propuestas risibles como crear una jumbo tienda cada 2 días), ni de explicar el abandono de su gobierno al sector agropecuario; de modo que sus cuñas son pura demagogia nada más.
No obstante la necesidad urgente de vencer al oficialismo por las razones previamente expuestas y muchas más, me desalienta ver al Vicepresidente Varela enarbolando como punta de lanza de su campaña, los logros del gobierno de turno del cual formó parte, pero, sacando el cuerpo cuando le preguntan acerca de los yerros del gobierno en dicho periodo de alianza, a saber, los incidentes de Bocas del Toro, la ley que permitió el transfuguismo, y la ley 74 que blindó a la Policía Nacional. Suena muy conveniente por no decir demagógico, capitalizar los logros del gobierno, pero abstraerse de los yerros del mismo. Es decir, no se puede asegurar que todo lo bueno de este gobierno lo hizo el panameñismo y todo lo malo lo hizo el CD; por favor.
Sin embargo, reconozco del candidato Varela que se ha comprometido a convocar una constituyente (no a maquillar la constitución con más reformas como otro candidato que no se define es este tema), a recuperar el patrimonio que se comprobare desviado a bolsillos particulares, y que no tiene compromisos con los empresarios que todos conocemos, quienes suelen financiar campañas para ganar una importante cuota de poder y negociados, maniatando a los gobernantes que financian. Tres compromisos del candidato Varela que resultan muy refrescantes y positivos en medio de tanto despropósito.
En cuanto al candidato Navarro, su propuesta “Paila Llena”, ni siquiera me he tomado el tiempo de considerarla, por ese nombrecito tan “pintoresco”, folclórico, y surrealista que no me parece muy serio ni técnico que digamos. Aunado al grupo empresarial que apoya al gobierno de turno, y tal parece por las misteriosas reuniones “casuales” que al mencionado candidato también, lo cual causa muy mal sabor de boca, y me hace dudar de que se quiera de veras acabar con este círculo vicioso de patrocinadores de campañas que más bien invierten en las mismas con ánimo de lucro.
Sin embargo, reconozco que el PRD parece –a pesar de sus divisiones internas– el partido más organizado y robusto para derrotar al gobierno de turno (pero no solo).
Tal parece que, toca pasar por alto todos estos factores dudosos para evitar el más dañino y peligroso de todos los escenarios, a saber, la continuidad del gobierno de turno. De modo que, es menester cohesionar mediante una alianza el disperso voto opositor repartido hoy por hoy entre el PRD, Panameñismo, FAD, y candidatos independientes, con la finalidad de evitar llevarnos una desagradable sorpresa en las próximas elecciones. Ojalá antes de la fecha límite, el candidato que vaya de último en las encuestas, desista de dividir el voto opositor y se sume en alianza a la campaña de quien lidere la intención de voto para esas fechas.