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    • Un llamado a la sociedad civil

      Posteado a las 7:14 pm por Erick Simpson Aguilera, el 31 marzo, 2016

      Por: Erick Simpson Aguilera

      Disolución-sociedad-civil

      Buen día queridos lectores.

      Con el mayor de los respetos quisiera hacerle un llamado a la sociedad civil organizada panameña y a los ciudadanos en general, a tenor de mis siguientes acotaciones.

      En primera instancia quiero señalar que el papel de la sociedad civil panameña en el quehacer nacional es fundamental en virtud del vacío dejado por los principales actores de la cosa pública, a saber, partidos políticos que son un lastre y una suerte de aparatos electoreros anacrónicos; gremios estudiantiles y de educadores -que en otrora tenían un peso en el acontecer nacional y hoy día brillan por su ausencia-; gremios empresariales que carecen de conciencia social y todo lo miden monetariamente; sindicatos y asociaciones de trabajadores que con todo el derecho velan por sus intereses particulares pero carecen de una visión integral del país, léase, pecan de egoístas; ambientalistas que sucumben a los altos salarios pagados en el sector publico los cuales apagan sus voces en otrora beligerantes y hoy callan ante los crímenes ambientales que todavía sufre el país; líderes religiosos que han dejado de tener una voz de vehemente condena ante los exabruptos cometidos por la clase política; etcétera.

      Así las cosas, la sociedad civil es el último bastión que se mantiene de pie en la crisis de valores que sufre el país la cual es propiciada por los tres Órganos del Estado que son los que enferman al resto de la sociedad panameña que coquetea con el desastre y el colapso.

      Para aquellos que consideren mis apreciaciones como pesimistas y en extremo apocalípticas, quisiera plantearles el siguiente dilema:

      Si el sistema de pesos y contrapesos colapsa en un país que por ende se queda sin separación de poderes y más bien se rige por un contubernio entre los Órganos del Estado para delinquir; si el poder legislativo solo legisla para los intereses de los diputados y de sus cúpulas políticas en detrimento de la patria; si dicho poder no fiscaliza como le corresponde constitucionalmente y más bien protege a los magistrados de la Corte archivando las denuncias en contra de los mismos; si el poder judicial tiene una mora que asusta; si la justicia que aplican es selectiva, clasista y se basa en la impunidad del mejor postor; si dicho Órgano del Estado archiva haciendo gala de un pacto de no agresión, las denuncias en contra de los diputados que no han rendido cuentas por los $416,678,206.00 millones de dólares en partidas circuitales que manejaron; si el poder ejecutivo no ejecuta, peca de lento, no combate las malas prácticas de antaño que tanto daño nos hacen como son el nepotismo, clientelismo político, populismo, subsidios por doquier, etcétera; y como si esto fuera poco le otorga contratos multimillonarios a una empresa desprestigiada mundialmente como es la brasileña Odebrecht cuyo principal accionista cumple una pena de prisión de 19 años por lavado de dinero, corrupción de funcionarios públicos, y por integrar una banda criminal, jugando de esta forma con el patrimonio y las finanzas publicas de todos los panameños al arriesgar tamaña suma de dinero con una empresa dada a las coimas que ya comienza a sufrir en su capacidad financiera tras la rebaja de calificación de riesgo que le aplicó la agencia Standard & Poor’s (S&P), etcétera, ¿cómo se supone que debemos calificar a semejante escenario de terror que refleja la crisis institucional que sufrimos?

      Dicho eso, quiero reiterar mi llamado a la sociedad civil organizada panameña y a los ciudadanos de a pie para que nos tornemos más beligerantes comoquiera que, la clase política nos ha demostrado que son un caso perdido, que son unos cínicos con un discurso de transparencia cuando son oposición y otro de tolerancia a la corrupción cuando son gobierno, que carecen de vergüenza, y que ya ni siquiera disimulan sus abusos contra erario público, ni sus asociaciones con bandas criminales. Panamá vive una hora crucial en la cual tenemos que decidir si seguiremos hablando bonito y huecamente, si seguiremos siendo políticamente correctos, dándonos ínfulas en los medios de comunicación como grandes gurús y comentaristas políticos que solo hablan y filosofan pero no proponen soluciones reales ni acciones concretas.

      Es preciso que realicemos de una vez por todas que la clase política no renunciará a sus prebendas fueros y privilegios; que no modernizarán el tema constitucional mediante una nueva carta magna; que no legislarán un instrumento legal de contrataciones públicas que impida la participación en licitaciones de empresas forajidas que están saqueando Panamá porque ellos son cómplices del saqueo y les conviene que todo siga igual o peor; que nunca harán una reforma electoral verdadera que les quite el poder de poner y quitar reyes a los donantes secretos que titiritean el sistema; etcétera; si todavía no entendemos todo esto, la palabra ingenuos es un piropo para lo que verdaderamente somos.

      En fin, o la sociedad civil panameña es parte de la solución o lo será del problema al ser disuelta por inoperante y engullida por el sistema corrupto que tiene a Panamá al borde del colapso institucional. Sí, yo sé que muchos ilusos creen que el problema era Martinelli y que con la llegada de Varela todo el sistema se saneó por arte de magia, y por eso han bajado la guardia, caído en el letargo y viven en la ilusión de que todo marcha bien. Sin embargo, la presencia omnipresente de la empresa Odebrecht en el quehacer nacional, es uno de los muchos indicios que me indican que todo sigue igual y en franco deterioro.

      Llegó la hora pueblo panameño de despertar del sueño y actuar como los guatemaltecos y brasileños, entiéndase, tomarnos las calles y presionar hasta que el sistema cambié, porque de lo contrario el Estado fallido está a la vuelta de la esquina. Es solo cuestión de que mermen las finanzas, se incremente la deuda pública, y se resienta la economía nacional, para que explote peligrosamente el descontento generalizado de los ciudadanos sufriendo estrechez y nos demuestre a las malas dicha explosión social que Panamá no es inmune al colapso socioeconómico que han sufrido países hermanos del área que hoy por hoy están sumidos en el caos, la violencia e ingobernabilidad, y entonces se acordarán de mí. Dios quiera que me equivoque. Para los efectos de evitar el colapso institucional, es preciso el liderazgo de las asociaciones de la sociedad civil organizada que tienen el poder de convocatoria y deben por tanto articular y consolidar sus esfuerzos para lograr el cometido común de movilizar al país en contra de los abusos de los politiqueros, los cuales amenazan con dar al traste la sana convivencia y el clima de paz, conduciéndonos al despeñadero.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

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    • Casa, país, y planeta por cárcel

      Posteado a las 11:01 pm por Erick Simpson Aguilera, el 21 mayo, 2015

      Por: Erick Simpson Aguilera

      prision3

      Sí, es cierto que el Ministerio Publico ha trabajado como nunca antes en la historia patria para combatir casos de corrupción de alto perfil, y también es cierto que la desprestigiada Asamblea Nacional de Diputados que se caracterizaba por desestimar cuanta denuncia contra magistrados de la Corte Suprema de Justicia les llegara, de una manera desconocida ha procedido a darles el trámite correspondiente a las denuncias, y juzgar como procede según sus funciones, a los magistrados denunciados.

      Enhorabuena por ello, y reconocemos los esfuerzos del Ministerio Público que no obstante los recursos limitados de que dispone, le ha dado esperanzas a un país que exige con hambre y sed que se haga justicia, y de igual forma, extiendo mi reconocimiento a la Asamblea Nacional que por fin parece haber entendido y asumido sus funciones y responsabilidades.

      Ahora bien, no obstante los avances mencionados, no podemos caer en triunfalismos ni mucho menos conformarnos, comoquiera que queda mucho trabajo por hacer para sanear todo el sistema de justicia panameño que en honor a la verdad, no está como para tirar fuegos artificiales y celebrar cuando el Órgano Judicial agoniza, y la mora judicial, el sesgo, el clasismo, y la selectividad campean a su merced.

      Entiendo que un sistema de justicia tan maltrecho e inoperante como el nuestro no puede cambiar de la noche a la mañana ergo debemos ser pacientes con los tiempos de la justicia que no necesariamente coinciden con el deseo de justicia del pueblo panameño que, si no lo controlamos puede mutar a venganza pura y dura, a revanchismos, cacería de brujas, y linchamientos judiciales, lo cual tampoco es la idea toda vez que, no podemos pasar de cero justicia a atropellos que no respeten la presunción de inocencia de los implicados ni el debido proceso, propiciando condenas a inocentes para calmar a las masas, lo que constituye un despropósito de suma gravedad.

      De manera que, somos conscientes de lo delicado de la situación. Sin embargo, lo que tampoco podemos permitirnos como país es que la justicia sea torcida para beneficiar a infractores que se les demuestre haber saqueado el erario público, aplicándoles «castigos» o penas que no correspondan con el gran daño hecho a la patria, es decir, otorgándoles casa o país por cárcel, ni tampoco «cárceles» VIP.

      Además, es preciso que la justicia alcance a todos los implicados sin distingo de clase social, caudal económico, o poder político, léase, no solo a los hijos de la cocinera e implicados de poca monta o mandos medios, pero también a las vacas sagradas de los círculos ceros empresariales y políticos del país, los cuales por más que sus sombras se paseen en cuanto atraco al erario público se mencione, que se hayan prestado para blanquear capitales mal habidos en sus bancos, o que hayan sido los corruptores de más de un caso de atraco público, parecieran ser seres invisibles, innombrables, e intocables que cuentan con licencia para delinquir, están por encima de las leyes, y permanecen arriba del bien y del mal, a diferencia del resto de los mortales.

      Ni premios que incentiven el crimen contra el patrimonio estatal, ni selectividad, ni impunidad. No podemos permitir que nos disfracen amagos de justicia como si fueran justicia plena, igualitaria y verdadera. Si la justicia es parcial, sesgada, clasista, selectiva, etcétera, no es verdadera justicia plena que desaliente el crimen, pero sí es una invitación a delinquir contra el erario público.

      Tal parece que el gran saqueo al que fueron sometidas las arcas del Estado ha desnudado las miserias de nuestro sistema de justicia que no mide con la misma vara a todos los panameños, dado que, mientras al hijo de la cocinera se le aplica todo el rigor de la ley y se le violan todas sus garantías encerrado en mazmorras infrahumanas por años sin juicio alguno, a otros panameños envueltos en caso de lesiones patrimoniales del orden de millones de dólares, se les otorgan toda clase de beneficios y al paso que vamos ya no será casa ni país por cárcel lo que se les otorgue, sino planeta o universo por cárcel.

      Esto no puede continuar así toda vez que, ésta clase de «justicia»  constituye una burla y bofetada al pueblo panameño que exige cuentas a quienes se les compruebe algún ilícito contra el patrimonio del Estado, que se recuperen los fondos sustraídos, y que paguen con cárcel como cualquier mortal quienes resulten culpables.

      Reitero, que se respete el debido proceso, la presunción de inocencia de los implicados, y que las penas de comprobarse alguna lesión al patrimonio del Estado sean reales y no premios por delinquir lo cual mandaría un mensaje nefasto a todo el país y sobretodo a los jóvenes sin criterio formado que entenderán dados los hechos, que el crimen paga y resulta buen negocio saquear al Estado e invernar unos cuantos años en una cómoda mansión comprada con el dinero robado para luego disfrutar de los frutos del atraco realizado.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

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    • La justicia en tiempos de crisis

      Posteado a las 9:06 pm por Erick Simpson Aguilera, el 19 mayo, 2015

      Por: Erick Simpson Aguilera

      crisis

      Que el sistema de justicia panameño sufre una crisis de credibilidad es un hecho conocido aún allende nuestras fronteras, como demuestra el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial 2014-2015 según el cual, Panamá ocupa el lugar 116 entre 144 economías evaluadas en cuanto a independencia judicial se refiere.

      Razón por la cual, no sorprende la debacle que acontece en la Corte Suprema debido a un sinnúmero de escándalos en que están envueltos varios de los magistrados que la componen -o componían- uno de los cuales paga condena de cárcel por delitos que aceptó haber cometido durante el ejercicio de sus funciones como magistrado, otro afronta una investigación en La Asamblea Nacional por supuestamente haber vendido fallos entre otras denuncias, y otros que no están siendo investigados actualmente, pudieran serlo en el futuro por las muchas denuncias en su contra pendientes de trámite en la Asamblea Nacional.

      Dicho esto, debemos dimensionar el verdadero tamaño de la crisis judicial que sufre Panamá para determinar si el sistema político panameño puede darse el lujo de continuar «funcionando» sin uno de los principales pilares de la democracia como es el Órgano Judicial, comoquiera que, un país en el que no existe la justicia, coquetea peligrosamente con el desastre.

      A continuación algunos indicadores que nos hablan de la situación de la justicia panameña con relación al resto del mundo:

      independencia judcicial

      A nivel de LATAM que es una de las regiones del mundo que más sufren el flagelo de la falta de independencia judicial, Panamá ocupa el lugar 12 entre 18 países de la región.

      Es importante destacar que, las diez economías mejor calificadas del mundo en cuanto a independencia judicial se refiere y cuyos logros en materia de justicia debemos considerar y aplicar en nuestro propio país, son las siguientes:

      top ten

      Así las cosas, no sorprende el sesgo y la selectividad de que hacen gala otras instancias que también administran justicia en Panamá que no es un país con un sistema de justicia funcional sino todo lo contrario, toda vez que, si el principal Órgano del Estado encargado de impartir justicia agoniza, es entendible entoces que las otras instituciones con funciones judiciales (Órgano Legislativo y Ministerio Público) también adolezcan de parcialidad, y de una manera vulgar midan a los ciudadanos con diferentes varas, a saber: un canon de «justicia» basado en la impunidad (intocables de los círculos ceros empresariales y políticos que supuestamente están involucrados en todos los desfalcos y saqueos sin ser nunca investigados por estar por encima de la ley), privilegios, prebendas, casa o país por cárcel, y «cárceles» VIP, para los conectados políticamente y para los acaudalados económicamente, mientras se practica una «justicia» inclemente, abusiva, perversa, inhumana, e implacable contra las clases menos favorecidas cuyas garantías son pisoteadas un día sí y otro también en las peores cárceles del país que parecen un infierno.

      Ningún sistema político puede sostenerse con sus bases corroídas, con sus pilares en ruinas, y con sus fundamentos carcomidos por la corrupción y la injusticia. El país que no entienda esto, pagará un alto precio por su ignorancia, mediocridad, e indolencia.

      Es menester que tomemos cartas en el asunto para modernizar, humanizar, igualar, y fortalecer mediante una constituyente todas las instituciones políticas panameñas, los tres Órganos del Estado, el Tribunal Electoral, etcétera, con la finalidad de sanear el país de toda la podredumbre que le aqueja y evitar la debacle institucional que se avecina y puede estallar en una explosión social por cualquier pequeña llama que encienda la furia ciudadana que lleva años acumulándose cual combustible cuya volatilidad incendiará todo el sistema cuando alguien hastiado de tanto abuso del Estado diga:

      «No reconozco el torcido sistema de justicia ni las corruptas instituciones políticas panameñas que están plagadas de corrupción, impunidad y gente privilegiada con licencia para delinquir y atropellar a las mayarías; tomaré la justicia en mis propias manos y si las autoridades torcidas, cuestionadas, mancilladas, y selectivas a las cuales desconozco por corruptas me piden cuentas e intentan encerrarme en sus inhumanas cárceles destinadas para el hijo de la cocinera solamente, responderé con fuego».

      Y entonces se desencadene en muchos panameños cual efecto domino el mismo sentimiento de desobediencia ciudadana, la ingobernabilidad, y el caos de un Estado Fallido como ha sucedido en muchos países del área.

      Tal parece que nadie aprende por cabeza ajena y quienes han creado la crisis institucional seguirán profundizándola y llevando el sistema hasta el fondo del abismo tentando a su propia suerte. Ojalá me equivoque y los panameños podamos ponernos de acuerdo y de manera seria ejecutemos un proyecto país justo e igualitario, acabando decididamente con nuestro actual sistema político feudal que hace rato mutó a una mafiocracia donde reinan la impunidad, la injustica, y la corrupción.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

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    • Análisis de la crisis política panameña

      Posteado a las 11:10 pm por Erick Simpson Aguilera, el 3 mayo, 2015

      Por: Erick Simpson Aguilera

      CRISIS 4

      Introducción:

      Que en Panamá existe una crisis política e institucional no es ningún secreto. Que el sistema político panameño parece haber colapsado hace rato, es notorio. Que el desgaste de las instituciones políticas panameñas es incuestionable, salta a la vista.

      Así las cosas, es preciso realizar un análisis que nos ayude a superar la crisis que afrontamos comoquiera que, en Panamá que dicho sea de paso, no es el único país del mundo que afronta una crisis política e institucional, de hecho, pareciera que ningún país se salva de esta debacle política, incluyendo las democracias más antiguas y las potencias mundiales, reitero, en Panamá todavía estamos a tiempo de enmendar y corregir el rumbo que nos está dirigiendo hacia el despeñadero, a diferencia de otros países que coquetean peligrosamente con el punto de no retorno de un Estado Fallido.

      En primera instancia, es importante poner en contexto la crisis política reconociendo que si bien cierto en la administración pasada dirigida por el expresidente Ricardo Martinelli, se acrecentó la crisis de una manera más pronunciada y evidente, dados los atentados que sufrió la institucionalidad democrática, a saber: concentración de poderes, transfuguismo, clientelismo político sin parangón, endeudamiento terrible para realizar obras -con supuestos sobrecostos- muchas de las cuales eran innecesarias, gravísimos actos de corrupción (caso PAN, etc.), populismo, demagogia, persecución política, etcétera, también es cierto y justo reconocer que, el gobierno pasado no fue el gestor de la crisis política que sufre Panamá, que ésta viene de arrastre, y que todos los partidos políticos tienen su cuota de responsabilidad en la debacle de las instituciones políticas panameñas por ser los verdaderos artífices de las malas artes que potenció el CD.

      Dicho lo cual, debemos realizar que, no por haber elegido los votantes a otro partido para administrar a la nación, la crisis política que afronta Panamá se solucionará por arte de magia, ni sus efectos nocivos se desvanecerán milagrosamente. Pensar eso sería pecar de ilusos.

      De hecho, si le damos un vistazo al ambiente político actual, realizaremos que el país sigue inmerso en una suerte de vorágine política que, aunque el termino no le resulte simpático a muchos, es una crisis política severa. A saber:

      I- Órgano Judicial: Un exmagistrado que fue presidente de dicho Órgano del Estado, fue condenado y encarcelado, quedando en la ciudadanía una sensación de duda acerca de los fallos en los que participó cuando realizaba los delitos que aceptó haber cometido. Otros magistrados de la Corte Suprema están siendo señalados con una lluvia de denuncias por la supuesta comisión de delitos de los más variopintos que incluyen la venta de fallos y otras bellezas. Reconocemos la presunción de inocencia de los magistrados denunciados, pero el daño hecho a la imagen del Órgano Judicial que es el poder del Estado llamado a impartir justicia, constituye una crisis muy grave.

      II- Órgano Legislativo: B/. 416,678,206.00 millones de dólares en concepto de partidas circuitales fueron manejados en el pasado quinquenio por los diputados de los cuales no pocos fueron reelectos, sin que al sol de hoy rindan cuentas por el uso dado a tamaña suma millonaria de dineros públicos.

      Gran cantidad de diputados de la actualidad son tránsfugas que por razones nada kosher en el pasado quinquenio traicionaron a sus electores cambiándose al partido CD.

      Muchos diputados fueron reelectos gracias al uso indebido de recursos del Estado durante la campaña política, regalando línea blanca, materiales de construcción, bolsas de comida, etcétera, los cuales fueron comprados con fondos públicos que son patrimonio de todos los panameños. Y los que fueron denunciados y el Tribunal Electoral (enfermo crónico de nepotismo también) les demostró el uso indebido de recursos del Estado para hacer proselitismo político, se les permitió participar en una nueva elección en la que algunos volvieron a triunfar demostrando que la corrupción no es patrimonio exclusivo de los políticos toda vez que, muchos ciudadanos son participes de la misma cual clientes políticos que transan sus votos al mejor postor.

      Dado el historial manchado de la Asamblea Nacional de Diputados, la mayoría de los panameños tienen mala opinión de dicho Órgano del Estado, no le dan credibilidad alguna, no se sienten representados por los diputados, y consideran al poder legislativo como una entidad no legitima y extremadamente corrupta.

      Como si todo esto fuera poca cosa, la Asamblea fracasó otra vez más ante la opinión pública panameña, en lo concerniente al blindaje ilegal que les otorga la inconstitucional ley 55 cual si fueran una suerte de reyes privilegiados por encima del resto de los ciudadanos, a los cuales no se les puede juzgar por crímenes comunes que nada tienen que ver con el ejercicio de sus funciones políticas, lo cual entorpece los procesos que se llevan a cabo por supuestos actos de corrupción cometidos en el gobierno pasado por actuales diputados que están blindados por ese fuero inconstitucional que frustra el hambre y sed de justicia de la ciudadanía, acumulándose la ira del pueblo con el peligro de una explosión social que ello implica.

      Si la Asamblea sigue divorciada del clamor popular, no discierne los tiempos que estamos viviendo, y se constituye en un estorbo a la justicia, y en una suerte de escudo humano para defender a presuntos infractores facilitándoles impunidad con el blindaje que la ley 55 ofrece, con experimentos de doble blindaje, y demás artimañas, deberán afrontar las consecuencias de sus actos al darle la espalda a un país entero que exige justicia, al preferir promover la impunidad, y al inmolarse en nombre de la corrupción.

      Sí esto no es una crisis política extremadamente grave y peligrosa, díganme qué lo es.

      III- Órgano Ejecutivo: Una crisis per se, no la percibo en este poder del Estado, comoquiera que, el Presidente Juan Carlos Varela todavía tiene el apoyo de la ciudadanía, goza de buena opinión de los panameños, y está tratando de cumplir con los temas sociales que prometió; aunque de manera muy lenta y errática para mi gusto.

      No obstante lo mencionado, sí percibo una crisis en ciernes en el Órgano Ejecutivo, toda vez que, la luna de miel con la ciudadanía terminó, la paciencia del panameño se agota, y las grandes carencias sociales siguen vigentes sin que se vea un plan de acción coherente y agresivo para solucionar estas deudas sociales que son muy pronunciadas, a saber: pobreza, desigualdad, educación de mala calidad, inseguridad, falta de agua, costo de la vida elevado, etcétera.

      A todo ello súmele el hecho de que el gobierno de turno aunque es más potable que el anterior, no ha renunciado del todo a las malas prácticas de la politiquería panameña, léase, nepotismo, otorgamiento de becas con un sesgo de índole social inverso (becas para nuestros allegados políticos y familiares aunque ellos no las necesiten por estar bien económicamente, y nada de ayuda para los más pobres que sí necesitan auxilio, para que sigan vulnerables y dependientes del clientelista y perverso sistema político), e incumplimiento de varias promesas de campaña como son la consulta ciudadana para realizar nombramientos claves, y convocar a un proceso constituyente del que ahora con el acostumbrado doble discurso reniegan.

      Como si dicho escenario del Órgano Ejecutivo no fuera lo suficientemente preocupante ya, también existe la posibilidad de que el país sea presa de la ingobernabilidad si el denominado «Pacto de Gobernabilidad» -que tiene más de rebuscabilidad o repartibilidad que de otra cosa- se vaya al traste siendo reemplazado por un nuevo pacto entre los partidos CD y PRD, lo cual dificultaría la aprobación de los proyectos del Presidente Varela en la Asamblea.

      1

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      Sin título

      Es importante destacar que, los partidos CD y PRD tienen todo el derecho de aliarse si sienten que tienen una agenda en común, que comparten un proyecto político estratégico para sus intereses conjuntos, y si piensan que existe afinidad entre los valores que profesan ambos partidos.

      Y los panameños también tenemos el derecho de reaccionar si nos percatamos durante el transcurrir de dicha alianza entre los mencionados partidos, de una afectación al normal desenvolvimiento del Estado, de un país trancado, estancado, y maniatado por trabas politiqueras, dificultándose las soluciones a los principales problemas que nos afectan a todos los panameños.

      Conclusión:

      En fin, Panamá sufre una pronunciada crisis política que impacta socialmente a los ciudadanos y puede mutar a crisis económica también (deuda pública, déficit fiscal, impuestos, presupuesto, manejo de la economía nacional, etc.) si le sumamos a la improvisación (impuesto fallido al combustible), lentitud, yerros, y acciones erráticas del Órgano Ejecutivo, la falta de justicia por blindajes y fueros inconstitucionales que promueven la impunidad e impedirían investigar, juzgar, y condenar a los presuntos infractores que pudieran haber saqueado el erario público como se presume, resultando dicha falta de justicia en la no recuperación de esos fondos que son necesarios para inyectar nuestra economía, aunado a la posible ingobernabilidad que impediría el manejo correcto de las finanzas públicas si optara una alianza opositora CD/PRD, por llenar de obstáculos el camino y desempeño del gobierno, y si deciden sabotear además, los proyectos de Estado impulsados por el Ejecutivo, ACP, etcétera, que son beneficiosos para la nación y que el país reclama (puertos y demás).

      Ésta crisis ahora política, y mañana no sabemos si integral puesto que la política, la economía, y lo social, están interconectados, viene de arrastre desde 1903 hasta la fecha de hoy en que la politiquería causante de la misma ha tomado ribetes muy peligrosos. Razón por la cual, es preciso que todos los panameños que amamos este país y velamos por el bienestar de todos sus ciudadanos, promovamos un gran dialogo nacional para subsanar las dolencias que aquejan al enfermo sistema político panameño, antes que éste haga implosión sembrando el caos y la ingobernabilidad de un Estado Fallido que cree las condiciones, y las ruinas sobre las cuales se erija un líder populista pseudo mesiánico que recoja los despojos para establecer un régimen de terror que termine de empeorar las cosas aún más de lo que ya están.

      Entiéndanlo, estimados panameños de todas las clases sociales, sectores, gremios, asociaciones, y partidos políticos, llegó el momento de convocar a un proceso constituyente para adecentar el país, y enrumbar a Panamá por derroteros de desarrollo humano, equidad social, institucionalidad democrática robusta, y prosperidad. Nosotros los panameños somos un pueblo hábil, bendecido, e inteligente para discernir el peligro que se cierne sobre nuestra nación si no actuamos, y para identificar la solución de la crisis. Ergo, en consenso debemos aplicar los correctivos necesarios para salir de esta crisis política que por peligrosa que sea, también es una oportunidad para crecer, madurar como nación, y triunfar.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

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