Por: Erick Simpson Aguilera
Tratando de asimilar el duro golpe de los Panamá Papers que tienen al país entero en estado de shock, y al mundo revuelto y mirándonos a los panameños con un dejo de desprecio cual si fuéramos una suerte de parias, me dispongo a explorar las posibles consecuencias del huracán denominado Panamá Papers.
En primera instancia quiero hacer el intento de dimensionar el daño causado a nuestro país, para poner en contexto de manera pragmática el tema, y así explorar algunas posibles soluciones en virtud de que, de nada nos servirá echarnos a llorar, ni gritar a los 4 vientos que no somos un paraíso fiscal, que esto es un montaje y una campaña en nuestra contra. El daño está hecho y ahora toca como en toda guerra contabilizar nuestras bajas, y recuperar nuestros muertos y heridos.
De hecho el aluvión de información perniciosa en todos los medios de comunicación del mundo, en los que Panamá es portada negativa en los diarios y tema de conversación en debates televisivos que pisotean nuestro nombre -y todos sabemos el daño severo que la mala publicidad causa- ha impactado y calado tan fuertemente en la psique del planeta entero que para el mundo somos un paraíso fiscal y punto; somos una suerte de guarida fiscal para esconder fortunas y evadir impuestos, y les tiene sin cuidado a los habitantes del planeta que 4 millones de panameños opinemos lo contrario. Ese es el desastroso escenario mundial por más que nos duela. Panamá se ha convertido en sinónimo de ilegalidad; en una palabra sucia como me dijo un amigo; y de nada nos servirá entrar en negación ni llorar, lo cual no cambiará la realidad, ergo toca ser realistas, pragmáticos, prácticos y creativos para superar ésta dura prueba.
Así las cosas, ya poco importa si Los Panamá Papers son un ataque de la OCDE en contubernio con los medios de comunicación, o si los periodistas que realizaron la investigación con los 11.5 millones de documentos hackeados al bufete panameño Mossack Fonseca fueron utilizados por un titiritero de la OCDE que les filtró la base de datos hackeada, comoquiera que ya el daño está hecho y tenemos que lidiar con las consecuencias negativas que han afectado severamente la imagen y el nombre de nuestro país, lo cual va mucho más allá de la actividad económica generada por las offshore y los paraísos fiscales y trasciende hasta impactar negativamente muchos rubros que son pilares de nuestra economía como por ejemplo la inversión extranjera directa (IED) que pudiera verse disminuida si empresas serias dejan de vernos como un destino potable para invertir su dinero, toda vez que quizás prefieran evitar a un país con tan mala reputación, y qué decir del sector turismo que es una de nuestras principales industrias y puede verse afectado por una publicidad negativa que pinte a Panamá como una cueva de ladrones, lavandería de dinero sucio y una nación sin ley.
Les doy algunos ejemplos concretos, un amigo me comentaba hoy que un allegado suyo de nacionalidad española estaba planificando invertir en Panamá en el sector agro para la exportación, pero después del tsunami de los Panamá Papers reconsideró su intención porque prefiere no invertir en un país con tan mala reputación. Ese es un caso entre muchos más que se están dando, pero hay otros de menor escala que también reflejan el daño que una mala publicidad puede causarnos, como el caso de una pareja de jubilados de USA que estaba planificando mudarse a Panamá pero ahora temen transferir sus ahorros a nuestra banca que está en el ojo de la tormenta, y una larga lista de etcéteras por el estilo de gran o menor magnitud, pero que todas reflejan el daño a la imagen y competitividad de la nación istmeña, ocasionado por éste desafortunado suceso.
Muchas aristas tenemos que evaluar y ojalá que el gobierno con su equipo de trabajo, asesores, consultores, gurús, botellas y demás burócratas, dimensionen bien el escenario al que nos enfrentamos, toda vez que este odioso suceso denominado para nuestra vergüenza: Panamá Papers, marcará un punto de inflexión, un antes y un después en la historia patria, querámoslo o no.
En cuanto a los hipócritas países de la OCDE, sabemos cómo se maneja ese cartel mafioso que pretende dictar cátedra de moral y embaucarnos con el cuento de que persiguen y quieren erradicar a los paraísos fiscales cuando todos sabemos muy bien que USA, Reino Unido, Alemania, etcétera, son los principales paraísos fiscales del planeta, simplemente que no aceptan competencia en su mercado de ocultar fortunas para evadir impuestos, negocio del que debemos comenzar a cuestionarnos los panameños si en verdad el país depende de dicha actividad para sobrevivir; cuál es el peso exacto en el PIB nacional de las actividades relacionadas con las empresas offshore y los paraísos fiscales; y si vale la pena por éste negocio del que se benefician unos pocos, afectar a todo un país y a cualquier cantidad de rubros que sí tienen un peso significativo en nuestro PIB.
Como mencioné en mi artículo de ayer en donde abordé en detalle el tema que nos ocupa, que se prepare el gobierno panameño para lo que se nos viene encima, porque ésta guerra de desgaste apenas comienza y ya veremos a Colombia a pesar de ser un país sin moral para señalar a nadie por afectar al planeta entero con sus flagelos, ninguneándonos otra vez con su lista negra de paraísos fiscales y ahora con el apoyo de todo el mundo que les dará la razón –pero para ellos tenemos la ley de retorsión para ver quién pierde más- y a los países líderes del cartel mafioso llamado OCDE, enfilar sus cañones en contra nuestra para darnos el jaque mate.
Veremos a Francia que desde que fracasó en su aventura canalera se traumó con nosotros; a Alemania que tuvo la desfachatez de comprar la base de datos hackeada al bufete Mossack y Fonseca, sin que nuestro gobierno diga ni esta boca es mía ante tamaño atentado en contra de nuestro país; a USA que es la verdadera guarida del dinero asqueroso del mundo, léase, del producto del trafico de drogas, armas, personas, y demás bellezas por el estilo; al Reino Unido que es la estrella del lavado mundial con su famosa City de Londres y sus 24 jurisdicciones opacas; y al resto de mercenarios de la OCDE, pidiendo sanciones y mano dura para Panamá y dándonos el tiro de gracia, porque ésta es una guerra entre mafias que se disputan el negocio y solo ellos tienen derecho a ocultar dinero, es decir, quiénes son los panameños para atreverse a disputarle el mercado y territorios a las grandes potencias que son las verdaderas guaridas fiscales.
Dicho eso, toca ser pragmáticos, realistas, prácticos y creativos, para no desgastarnos en guerras que no podemos ganar, y con cabeza fría medir los pasos que debemos de dar como país, evaluando y pesando todas las variables en una balanza que nos ayude a determinar el cómo reinventarnos como nación; el cómo levantarnos del hueco en el qué estamos hoy día a la faz del mundo que nos mira con malos ojos y sospecha de nosotros como si ser panameño fuera sinónimo de bandido por haber sido irrespetuosamente utilizado el nombre de nuestro país para una trama negativa de impacto mundial (Panamá Papers), ocasionando dicho atentado que el nombre Panamá equivalga a ilegalidad para muchas personas en todo el mundo.
En fin, revisemos nuestro modelo de negocios; rescatemos la imagen del país; renunciemos a la corrupción y a las malas prácticas; reinventémonos con una reingeniería que explote todo el potencial del que goza Panamá que gracias a Dios es mucho; apostemos por una educación de calidad que nos permita producir bienes con valor agregado; por el turismo que es una industria en franco crecimiento y que promete mucho; por nuestro canal ampliado y todas las actividades conexas que giran en torno a nuestra privilegiada posición geográfica, construyendo mega puertos, etcétera; y venguémonos de los que buscan nuestro mal levantándonos de las cenizas de la ignominia y la mala fama mundial, y triunfando porque a Panamá y a los panameños no nos pará nadie y menos con Dios de nuestro lado que siempre nos bendice y favorece para envidia de muchos.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.