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Erick Simpson Aguilera
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    • Democraticemos a Panamá

      Posteado a las 8:31 pm por Erick Simpson Aguilera, el 5 septiembre, 2015

      Por: Erick Simpson Aguilera

      bandera rostros

      Según el famoso Google, democracia significa lo siguiente:

      Democracia:

      1- Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes.

      2- Régimen político basado en esta doctrina.

      • Democracia directa:

      Democracia en la que el pueblo ejerce su soberanía directamente sin la intermediación de órganos representativos.

      «La democracia ateniense era una democracia directa en la que se convocaba a todos los ciudadanos en la plaza pública, el ágora, y una vez reunidos tomaban las decisiones»

      • Democracia popular:

      Nombre que se daban a sí mismos los regímenes de los países socialistas de la Europa del Este.

      «Los socios comunitarios se enfrentaban a un triple reto: la materialización del espacio único europeo en 1993, la asunción de la cuota correspondiente en la crisis del Golfo y el ordenamiento de los procesos democratizadores iniciados en las antiguas democracias populares y en la URSS»

      • Democracia representativa:

      Democracia en la que el pueblo ejerce su soberanía a través de los órganos representativos que se eligen por votación.

      «La democracia representativa es la que se proclama en nuestros días y supone que los ciudadanos delegan las funciones de gobierno en personas elegidas por ellos mismos»

      3- Estado que tiene este régimen político.

      «Las democracias europeas».

      4 – Sistema de relación de un grupo o colectividad basado en la participación de sus miembros en los asuntos importantes que le afectan.

      «Quizás en las hordas primitivas había democracia antes de que apareciesen las primeras autoridades, los primeros jefes; la democracia interna significa que el partido lo gobierna la mayoría, pero también que no puede silenciarse a las minorías».

      Origen: Préstamo (s. xvii) del latín democratia y este del griego demokratía ‘gobierno popular’, ‘democracia’, formado con dêmos ‘pueblo’ y krateîn ‘gobernar’. A la misma familia etimológica derivada del griego dêmos pertenecen demagogo, demografía, epidemia y endémico.


      Aclarados los conceptos que definen la palabra democracia, no los haré perder su valioso tiempo estimados lectores, explicando con lujo de detalles que lo que tenemos en Panamá está muy lejos de ser una democracia en cualquiera de sus variantes, y más bien califica como un perverso hibrido de feudalismo, caudillismo, caciquismo, clasismo, señorío, pseudo monarquía, sistema de castas, dictadura civil, cleptocracia, mediocrecracia, corruptocracia, partidocracia, banana republic, y demás artimañas de las más variopintas que pululan en nuestra fauna politiquera que cada día se degrada más; nos desafían más al resto de los panameños mortales haciéndonos ver que existen algunos ciudadanos por encima del bien, del mal, y la Constitución, quienes gozan de fueros y privilegios que dicha Constitución no les otorga, de impunidad, licencia para saquear, y patente de corso para esquilmar los recursos del Estado, sin necesidad de rendir cuentas a nadie, ni actuar con transparencia; y se burlan de 4 millones de panameños en nuestras caras, al pronunciar aún más los vicios políticos que carcomen a nuestro país, legalizando por medio de leyes inconstitucionales la impunidad y la corrupción, léase a través del nuevo esperpento jurídico denominado proyecto de ley 214, conocida también como Ley Súper Mega Blindaje, que superó con creces a la nefasta ley 55 del gobierno pasado, en lugar de subsanar sus vicios y exabruptos, razón por la cual debe ser vetada por el Presidente Juan Carlos Varela, quien de sancionarla acabaría con su credibilidad de compromiso por la democracia, justicia, y equidad, y se haría participe (cómplice) de éste atentado contra la Constitución vigente.

      Sí, ya sé que no gozo de la simpatía de la clase política panameña por mi forma cruda de argumentar, por lo que muchos politiqueros profesionales cuyo modus vivendi es denunciado por mis escritos, deben estar cariacontecidos una vez más por mis irreverentes e iconoclastas opiniones que no claudican ante vaca sagrada del statu quo alguna por más apellido que tenga o descendiente de “próceres” que sea, ni dejan títeres con cabeza a la hora de llamar a las malas artes de la politiquería panameña por sus nombres. Sin embargo, no estoy inscrito en concurso de simpatía, popularidad, electorero, ni carnavalesco alguno; ergo, es menester que me pronuncie claramente por el bien de mi pueblo panameño, comoquiera que nos estamos jugando nuestro presente y el mañana de las futuras generaciones de la patria la cual peligra en demasía por la proliferación de las malas prácticas políticas que corroen a nuestra nación.

      Dichas malas prácticas políticas que se pronunciarían aún más si el proyecto de ley 214 es sancionado por el presidente de la república, nos han hecho un daño institucional y económico muy serio, el cual nos pasará una cara factura más temprano que tarde, dados los abusos de poder y saqueos al erario público del que somos víctimas, que supuestamente son del orden de los miles de millones de dólares, los cuales no se pueden comparar con los cargos que le costaron sus puestos al expresidente y exvicepresidenta de Guatemala, toda vez que si los hubieran cometido aquí en Panamá, absolutamente nada les hubiera pasado más allá de una anécdota folclórica y hasta risible, porque tal parece que los panameños estamos inoculados del virus de la corrupción y de allí que la toleremos, seamos resistentes a ella, y hasta la justifiquémonos -por no decir aupemos-. De manera que, no nos incomoda tanto que la corrupción campee y prospere cada día más en nuestra tierra, como para tomar medidas drásticas al respecto como sí hicieron nuestros hermanos guatemaltecos a los cuales respeto, admiro, y aplaudo mucho, por no dormirse en los laureles esperando ilusamente que los propios políticos causantes de sus males se autocorrijan sabiendo que nunca lo harán si no son obligados a hacerlo por el activismo y presión ciudadana.

      Es oportuno señalar que, todavía muchos panameños consideramos al presidente de la Republica, Juan Carlos Varela, una persona seria y temerosa de Dios que merece nuestro respeto por la investidura que ocupa. Razón por la cual, le pedimos encarecidamente y con todo respeto, que por favor no nos defraude dándole el jaque mate a la democracia e institucionalidad panameña, al sancionar éste atentado que lacera el Estado de Derecho y viola la Constitución vigente otorgando fueros y privilegios que la misma no contempla, lo cual podría desencadenar una vorágine social y política si el pueblo panameño al igual que los guatemaltecos despierta de su sueño tomándose las calles, pero se va al otro extremo, a un punto de no retorno e ingobernabilidad, que bien podría aprovechar a su favor un pseudo mesías populista, canalizando y capitalizando el hastío de la ciudadanía cansada de los saqueos al patrimonio nacional, la impunidad y la falta de justicia, erigiéndose dicho falso líder como un “salvador” que nos suma en épocas oscuras de dictadura perenne, gracias al terreno fértil y caldo de cultivo que éstas leyes arbitrarias, abusivas, inconstitucionales, y antidemocráticas constituyen, cual rutas de escape para que los saqueadores del erario público burlen a la justicia. Vete éste experimento e intento de legalizar la impunidad, apreciado presidente.

      En fin, la clase política inculta, soberbia, prepotente, poco intelectual, y nada estadista, ha demostrado no estar a la altura de las circunstancias actuales, no saben leer los tiempos que viven Panamá y el mundo, y juegan con fuego al quemar la última oportunidad que les estamos dando de hacer las cosas bien, y aplicar los cambios necesarios que precisa Panamá, leáse, una constituyente ordenada, sin traumas ni sobresaltos sociales.

      No obstante, si insisten en burlarse de 4 millones de panameños pronunciando aún más los abusos de que hace gala la clase política  por medio de leyes impopulares, los 71 diputados de la Asamblea Nacional, los 9 magistrados de la Corte (que tienen congelado el fallo que declara inconstitucional a la nefasta ley blindaje 55), y el gabinete ejecutivo sancionando el esperpento jurídico que nos ocupa, que sepan que serán ellos los responsables que un país con todo a su favor para prosperar económica, social, e institucionalmente, convirtiéndose así en un ejemplo para la región y el mundo, se desestabilice políticamente, sufriendo su economía, y yéndose directamente al despeñadero, y tendrán que afrontar las consecuencias de su abuso, ignominia e indolencia.

      Ojalá reaccionen a tiempo y vean la luz, democratizando verdadera y organizadamente a la nación a las buenas, sino habrá que optar por otros caminos más riesgosos que Dios quiera resulten bien y no todo lo contrario como ha acontecido con otros países hermanos cuyos experimentos políticos para acabar con el monopolio del poder que ostentaba la corrupta elite y el statu quo, han resultado un fracaso por no decir un desastre, toda vez que han ocupado éstos populistas pseudo mesiánicos, el espacio dejado por las corruptas elites añejas, pero suprimiendo las libertades ciudadanas, es decir, nuevos corruptos, pero con otras ideologías, y menos libertades.

      No más impunidad; cero tolerancia con la corrupción; no más blindajes fueros ni privilegios. Sí a la democracia verdadera; sí a la equidad, justicia, rendición de cuentas y transparencia. Que viva Panamá.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

       

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      | 6 comentarios Etiquetado como Constitución, constituyente, corrupción, Democracia, Dios, el país, equidad, erario, Erick Simpson Aguilera, Estado, expresidente y exvicepresidenta de Guatemala, Google, ideologías, justicia, la Corte, la nación, la patria, ley blindaje 55, Ley Súper Mega Blindaje, Panamá, Presidente Juan Carlos Varela, rendición de cuentas y transparencia, sobresaltos sociales, y equidad
    • ¿Por qué no arreglamos a Panamá?

      Posteado a las 7:38 pm por Erick Simpson Aguilera, el 2 agosto, 2015

      Por: Erick Simpson Aguilera

      PANAMÁ CONTRASTES

      Panamá es un país repleto de bendiciones, ventajas, y recursos naturales y estratégicos de toda índole, a saber: una posición geográfica inmejorable que constituye nuestro principal activo y en torno a la cual se ha diseñado nuestro sistema económico de servicios que incluye entre otros rubros el canal interoceánico, los principales puertos de la región, la Zona Libre de Colón, el centro financiero, el hub aeroportuario, etcétera.

      Con la gran riqueza y ventajas de que goza Panamá, «no se entiende» porqué el país sigue rezagado en materia social, institucional y política, temas en los cuales los indicadores nos son muy desfavorables al punto de ser considerados uno de los países más desiguales del planeta según el coeficiente de GINI (somos el país #15 más desigual), y al extremo de mantener al 12,2% de la población sufriendo de pobreza extrema según la CEPAL, lo que equivale a unas 488,000 personas padeciendo de hambre, y un largo etcétera de flagelos sociales que nos aquejan.

      En cuanto a materias institucional y política se refiere, existen miles de diagnósticos de los más variopintos que nos indican cuáles son nuestras principales flaquezas y las medidas que debemos aplicar para modernizar, adecentar, civilizar y democratizar a nuestro país. De modo que, no se precisa ser un genio ni un gurú de las ciencias políticas para entender que nuestra extremadamente presidencialista Constitución heredada de la dictadura militar riñe con los tiempos modernos que vivimos e impide una verdadera independencia económica y funcional de los otros Órganos del Estado (Judicial, Legislativo, y el Ministerio Publico si se quiere), ergo debe ser reemplazada por una nueva Constitución acorde con nuestra realidad presente.

      Con relación al tema electoral sucede lo mismo, es decir, todos somos conscientes que el sistema está diseñado para marginar a las mayorías y garantizar a un grupo minoritario el monopolio del poder, entiéndase, a los donantes secretos que compran el poder desde las sombras e invierten en… Bueno, coloque usted el termino que prefiera. En lo que a mí concierne se me ocurren varios términos que prefiero omitir porque no hay manera de que no hieran. Digamos que invierten en funcionarios dóciles que obedezcan sus directrices, giren en torno a sus intereses y les garanticen el retorno de su inversión con creces manipulando el sistema a favor de la elite.

      Así las cosas, todos sabemos que es preciso acabar con las donaciones secretas (que el Estado financie las campañas), ponerles un límite a la mínima expresión a las mismas para que no sean determinantes en los resultados evitando así que triunfen los má$ fondeado$ y garantizando que los candidatos electos no les deban favores ni estén comprometidos con absolutamente nadie; acortar las campañas políticas; flexibilizar los requisitos de firmas para hacer viables y factibles las candidaturas independientes; reducir el subsidio electoral, y garantizar que el uso dado al mismo sea el que corresponde y no se constituya en un botín político para alimentar a politiqueros en épocas de vacas flacas; y una serie de etcéteras que todos conocemos hasta la saciedad.

      Dicho esto, volvemos a la pregunta existencial que titula el presente artículo, a saber: ¿Por qué no arreglamos a Panamá?

      Las respuestas aunque podemos vernos tentados a responderlas apresuradamente comoquiera que parecieran saltar a la vista, en realidad son de una profundidad filosófica, histórica, y hasta teológica si se quiere, que precisa de un debate trascendente.

      Debate del que no rehúyo, toda vez que me agrada dicho ejercicio intelectual. Sin embargo, por asunto de espacio y formato del blog que está pensado para toda clase de público, y porque no quiero asustarlos con mis doctrinas teológicas que explican desde mi cosmovisión el porqué del caos que sufre no solo Panamá, pero el mundo entero, digamos por ahora que la «principal razón» por la que un país que pudiera gozar de instituciones robustas, verdadera democracia participativa, de prosperidad, equidad y desarrollo humano para todos sus ciudadanos que si acaso suman 4 millones en una tierra repleta de beneficios y riquezas, es la renuencia de un grupo económico/político que ostenta el poder desde que nació la patria y no le interesa que las cosas cambien porque «dependen» de un sistema corrupto que constituye una suerte de oxigeno para su modus vivendi, el cual se alimenta del clientelismo político, la pobreza, desigualdad, sistema educativo mediocre, corrupción, impunidad, populismo, tráfico de influencias, nepotismo, favoritismo, negociados, y demás hierbas aromáticas nativas de éste hábitat politiquero panameño.

      De manera que, podemos sentarnos en todas las mesas de diálogo que queramos y hacer miles de consultorías y diagnósticos, pero en el fondo sabemos cuál es la raíz de los problemas que nos aquejan. Mas si queremos jugar a ser políticamente correctos sigamos engañando a la población y auto engañándonos vendiendo la farsa de que el desorden que sufrimos es leve y se solucionará por arte de magia o por medio de maquillajes superficiales y curitas, léase, a través de reformas cosméticas hechas a la medida de la élite responsable del caos social, político e institucional que padecemos.

      Sí, ya sé que más de cuatro deben estar cariacontecidos por la cruda manera en que expreso mi parecer sobre el particular que nos ocupa, y precisamente de eso se trata, de estremecer nuestras conciencias adormecidas con una buena dosis de realidad; aparte de que resulta aburrido leer siempre el mismo guión y libreto adulador de quienes responden a agendas particulares y tratan de quedar bien con Dios y con el diablo.

      Ergo, hablemos claro. El tema es severo luego la cura no puede ser superficial sino de raíz. Si no estamos dispuestos a pagar el precio político que rompa de una vez por todas con el monopolio del poder democratizando verdaderamente a la patria, y finiquitar así el sistema de corrupción e impunidad que han sido la usanza desde 1903 hasta la fecha, nada cambiará estructuralmente y viviremos en una suerte de ilusión de mejora mientras el país seguirá en franco deterioro hacia el despeñadero, hasta terminar como otras naciones de la región que hoy por hoy son Estados Fallidos.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

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      | 0 Comentarios Etiquetado como el país, Erick Simpson Aguilera Panamá, Panamá
    • Analizando el problema migratorio

      Posteado a las 5:01 am por Erick Simpson Aguilera, el 18 septiembre, 2014

      Por: Erick Simpson Aguilera

      Crisol

      El tema migratorio está vigente más que nunca en Panamá, y despierta pasiones entre aquellos que miran con buenos ojos la política migratoria panameña versus los que consideramos que dicha política debe revisarse con la finalidad de evitar la permisividad de la que hace gala, la cual permea nuestro país, cuyas puertas están abiertas de par en par, a la inmigración legal e ilegal.

      Que el tema migratorio sea ampliamente debatido no debe asustarnos, comoquiera que, el problema existe y no podemos convertirlo en tema tabú, ni cerrar los ojos ante la avalancha de extranjeros que están entrando al país. De manera que, el debate es sano y enriquecedor, siempre y cuando se realice en el ámbito del respeto, y sin caer en descalificaciones e insultos.

      Dicho lo cual destaco que, aquel que quiera ser tomado en serio en el debate que nos ocupa, debe esforzarse en argumentar de manera coherente, y no caer en satanizaciones tipo, “todos los inmigrantes son malos, delincuentes e indeseables” (lo cual sí es un síntoma claro de xenofobia), ni en argumentos falaces que rayan en el infantilismo tipo, “todos los inmigrantes son buenos, trabajadores, y profesionales, y todos los panameños somos inmigrantes, por tanto debemos abrir nuestras fronteras a los inmigrantes de todo el mundo”.

      Ni una cosa, ni la otra; ni todos los inmigrantes son malos, ni todos son buenos, y no podemos cerrar nuestro país a todos los inmigrantes, ni podemos provocar irresponsablemente una avalancha e invasión de toda clase de extranjeros hasta rebasar nuestra población nacional, aumentar los problemas sociales (delincuencia, pobreza, secuestros, narcotráfico, trata de personas, desapariciones, maras, etc.), y agotar los recursos limitados hasta superar la capacidad de suplir las necesidades del país, léase, agua, alimentos, viviendas, luz, hospitales, calles, escuelas, plazas de trabajo, etcétera, sobre los cuales se ejerce cada día más presión por el aumento de la población de extranjeros que continua in crescendo descontroladamente.

      Así las cosas, debemos evitar descalificaciones tipo, “el que diga que hay que revisar la ley migratoria, censar a todos los extranjeros legales e ilegales, fortalecer nuestras fronteras, establecer cuotas de inmigrantes y determinar cuánta mano de obra necesitamos y qué especialización debe tener la misma, es porque es xenofóbico”. Por favor; les sugiero a quienes así se expresan que, sean más serios y menos mediocres a la hora de argumentar. En lo que a mi concierne, no le permito a mediocre alguno que, venga a etiquetarme de nada, por sentirse amenazado por mis opiniones e inferior intelectualmente para rebatirlas.

      Sorprende la alegría, facilidad, y ligereza, con las que gente sin argumentos e incapaces de sustentar sus criterios en buena lid, recurren a la palabra xenofobia para descalificar a todo aquel que diga, basta de desorden en el tema migratorio. Es preciso dejar la pereza mental y argumentar de manera más sólida, sin recurrir a la descalificación gratuita. La palabra xenofobia es muy seria como para que, un montón de irresponsables la usen cual inquisición española para satanizar a todo aquel que no comparta su posición en el tema migratorio.

      Dicho esto, señalo que, es menester que las autoridades de migración informen al país el número total de extranjeros que residen en Panamá, si es que lo saben, y cuántos de ellos poseen un estatus migratorio legal, y cuántos están ilegales, y la nacionalidad de ambos grupos; reitero, cifras totales, o aproximadas si no manejan las cifras con propiedad; toda vez que, las cifras que se escuchan en los medios, no concuerdan con la realidad que se palpa en las calles del país, en las cuales los panameños nos sentimos cada día más como minorías, que como nacionales, y no precisamente por la presencia de turistas, sino más bien de extranjeros trabajando y conviviendo aquí, muchos de los cuales hablan públicamente mal de Panamá y los panameños.

      Es oportuno recalcar que, este análisis obedece a la necesidad de medir la dimensión de la problemática que nos ocupa desde una perspectiva científica, con la finalidad de determinar sí la inmigración que está llegando a Panamá lo está haciendo para resolver un déficit de mano de obra, o si por el contrario, estamos siendo invadidos legal e ilegalmente por inmigrantes sin escolaridad que buscan practicar la buhonería, trabajos domésticos, vendedores de comidas, peluqueras, chicheros, trabajadores manuales, de la construcción, mano de obra barata, criminales comunes y organizados, pandilleros, etcétera.

      Entiendo que, a las autoridades gubernamentales y gremios empresariales, les preocupe el tema en cuestión, comoquiera que, la línea entre el malestar ocasionado por el caos migratorio y la xenofobia es muy delgada y si no tratamos este asunto con la madurez, responsabilidad y sabiduría que se requieren, podemos afectar la imagen del país y mandar un mensaje negativo allende nuestras fronteras.

      Sin embargo, tampoco podemos abstraernos del tema como el avestruz, ni mucho menos adoptar la actitud mediocre de que debemos seguir promoviendo la inmigración descontrolada, desordenada, e irresponsablemente, para no afectar las ventas, negocios, transacciones, y demás actividades financieras de un grupo empresarial que se beneficia de la inmigración de personas de alto poder adquisitivo y recursos que compran casas en barrios exclusivos y rascacielos, que consumen bienes, e invierten en el país (empleando muchas veces a sus paisanos), y que también se benefician de la inmigración de profesionales y de mano de obra barata para sus empresas, mientras el resto de panameños sufren los efectos de está inmigración descontrolada que dispara el costo de la vida, las viviendas y demás bienes de consumo, y compiten contra ellos en plazas de trabajo y hasta en buhonería y trabajos manuales.

      Si las autoridades no hicieron sus deberes a tiempo por estar dedicados tiempo completo a la politiquería, y al populismo, mientras descuidaron nuestro sistema educativo que está rezagado unos 50 años, y ahora ante el boom económico que vive Panamá consideran que es más rentable reemplazar a los panameños pocos capacitados (incluidos los universitarios que tampoco están muy bien que digamos) marginándolos en guetos, áreas deprimidas, y zonas remotas del país, mientras pueblan las zonas productivas y empresas con profesionales foráneos, y mano de obra barata extranjera, que nos avisen, porque siempre defenderé a mis hermanos y hermanas panameños que son víctimas de la corrupción política que corroe a la nación, y alzaré mi voz en defensa de mis paisanos, a los cuales algunos pretenden dejarlos fuera del desarrollo y crecimiento económico, cual si fueran un estorbo.

      Ya basta de tomar atajos para abordar los problemas que requieren soluciones estructurales y sesudas para solventarlos. Estos atajos siempre benefician a un grupo elitista en detrimento de los panameños más vulnerables, como por ejemplo, en el tema alimentario, cuyo atajo gubernamental consistió en beneficiar a productores foráneos importando sus productos a Panamá, mientras los productores nacionales sufrían dicha medida, el pueblo seguía con la comida cada vez más cara, y los importadores especuladores se enriquecían más y más. Los problemas nacionales requieren de soluciones verdaderas y no de atajos facilistas y oportunistas.

      Si tenemos un déficit de mano de obra calificada, entonces resolvamos esa problemática capacitando en todas las áreas e insertando en la economía nacional a los panameños que están fuera de la misma, y los extranjeros técnicos que vengan a Panamá, debemos condicionar su estadía a que capaciten masivamente a los nacionales para que eventualmente estemos en capacidad de solventar todas las plazas de trabajo con personal local preferiblemente, por sofisticadas y técnicas que estas plazas sean.

      Seguiré escribiendo sobre este interesante, espinoso, y oportuno tema, en otro artículo, para no agotarlos.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

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    • Descifrando el genoma político panameño

      Posteado a las 12:24 am por Erick Simpson Aguilera, el 5 noviembre, 2013

      Por: Erick Simpson Aguilera

      portada

      La actualidad política panameña está en horas bajas, y de cara al futuro no se vislumbra un horizonte muy halagador que digamos, dada la pobre oferta electoral para las elecciones de 2014.

      Dicho esto, quiero recalcar que, respeto a cada uno de los candidatos presidenciales, léase, a los opositores de partidos tradicionales, a los independientes, y al oficialista, toda vez que, el hecho de atreverse a presidir un país requiere de mucha valentía, carácter, y entereza, como quiera que, si a título personal a veces nos sentimos agobiados por los problemas familiares, personales, y laborales, imagínense tener que atender a 3.5 millones de personas demandando a “Papá Gobierno” soluciones a todos sus problemas. De manera que, reconozco que no es lo mismo ver los toros detrás de la barrera, que tirarse al ruedo político y afrontar de salir electo presidente, tamaña responsabilidad.

      Hecha esta aclaración, entramos en materia:

      I- Condición:

      Transfuguismo descarado y sin parangón en la historia patria; institucionalidad democrática agonizando; desprecio a la rendición de cuentas y a la transparencia; concentración de poderes; los Órganos Legislativo y Judicial, la Contraloría, Fiscalía Electoral, Defensoría del Pueblo, Ministerio Público, etcétera, postrados ante el Ejecutivo; sectarismo y fanatismo político; chabacanería y circo; cinismo y prepotencia; proliferación en los partidos de una raza oportunista, corrupta, y mercader, experta en defender lo indefendible; falta de ideología política y abundancia de juega vivo; persecución, descalificación y satanización a quién se atreva a pensar diferente y a cuestionar los exabruptos del gobierno; ausencia de debate; demagogia y populismo; clientelismo político; nepotismo; politiquería extrema; culto a la personalidad; la Constitución  y las leyes pisoteadas un día sí y otro también; falta de espacios para consensuar con la sociedad civil temas que afectan a toda la sociedad; una oposición carente de credibilidad, con un discurso hueco, dividida y maltrecha; amiguismo y demás yerbas aromáticas por el estilo, son la triste realidad de la política panameña.

      Así las cosas, el presente se ve bastante aterrador, y el futuro se vislumbra nada prometedor, en materia política.

      II- Causas:

      El hecho de que el sistema político panameño se encuentre en cuidados intensivos sobreviviendo a duras penas con transfusiones de sangre y respiración artificial, obedece a diversos factores que se remontan desde el nacimiento de la patria en 1903 (en realidad desde antes) con un enclave colonial en el centro del territorio nacional (soberanía hipotecada), y con el establecimiento en el poder de una casta de estirpe politiquera y clasista que “hacía” –quizás aún hace– las veces de sátrapas del imperio yankee en el istmo, hasta la debacle política  actual con el Partido Cambio Democrático en el poder haciendo de las suyas, sin pasar por alto las distintas convulsiones políticas y sociales de antes y después de 1968, ni el período post invasión en el cual se malogró una bonita oportunidad para sanear el Estado por la resistencia de una clase política desprestigiada que prefirió mantener el estatus quo de su politiquera zona de confort clientelista, en lugar de dar pasos serios para erradicar los vicios y malas prácticas de la política añeja.

      En buen castellano, el gobierno de turno no inventó las malas artes de la política panameña; simplemente las potenció y superó a sus maestros. La suma de todos esos períodos políticos funestos estableció la plataforma que permitió el ascenso al poder del Partido Cambio Democrático, al cual los partidos políticos tradicionales ahora satanizan, cuando en realidad son ellos los padres de esa criatura.

      III- Criterio:

      Es cierto que no existen sistemas políticos perfectos como quiera que, son sistemas humanos, y los humanos por definición somos seres imperfectos que aprendemos a tropezones. No obstante, también es cierto que, lo ideal es ir avanzando hacia la perfección erradicando vicios y malas prácticas que corroen a las democracias.

      Así las cosas, entendemos que hay democracias maduras y robustas, y que hay democracias infantiles, raquíticas, y anémicas como la panameña que cada día se asemeja más a una caricatura y se aleja del modelo democrático participativo.

      Dicho esto, debemos reconocer que el agotado y colapsado sistema político presidencialista panameño no solo no avanza, sino que va en franco retroceso hacia una dictadura civil.

      IV- Efectos:

      Como resultado de la falta de institucionalidad democrática, de la ausencia de pesos y contrapesos, tenemos que, no existen frenos a los abusos gubernamentales en el manejo de la cosa pública, lo que amenaza con ser el detonante de una explosión social como está sucediendo en Brasil y otros países.

      Así las cosas, tenemos un endeudamiento público  a septiembre del presente año del orden del B/. 15,880.6 millones , más los saldos de la deuda diferida mediante la modalidad llave en mano, de las empresas excluidas del SPNF, y de la ampliación del canal, todo lo cual totaliza más de 20 mil millones de dólares, representando una deuda per cápita aproximada de B/. 6,175.35.

      Aunado a los cuestionamientos por supuestos sobrecostos en todas las obras que ejecuta el gobierno con nuestros impuestos y mediante la pesada deuda que heredaremos.

      En fin, escándalos por supuestos actos de corrupción, sensación de impunidad y encubrimiento, falta de agua potable, alto costo de la vida, canasta básica por las nubes, el país inundado de basura, abandono del sector agropecuario por privilegiar el gobierno de turno a las importaciones, un sistema educativo que no forma una mano de obra sofisticada y altamente calificada como requiere el mercado laboral, un panameño muriendo de hambre cada 4 días según La Contraloría, el 37% de la fuerza laboral “trabajando” en el sector informal, desigualdad y pobreza (Panamá es el país 16 más desigual del planeta según el coeficiente de inequidad de GINI; el 25.3% de la población, léase, 926,073 panameños son pobres y el 12.4% de la población, léase, 453,886 panameños, son pobres extremos, entiéndase indigentes que no tienen qué comer), etcétera, son las consecuencias del descalabro institucional que ha convertido al Estado Panameño en un botín político, y en oportunidades de negocios y enriquecimiento para un grupo minúsculo de mercaderes, en detrimento de las grandes mayorías que tarde o temprano despertarán de su sueño sacudiéndose el yugo y rompiendo las cadenas conque permanecen atadas.

      Este sistema político anacrónico cuasi feudal que impera en Panamá no da para más. Si los políticos no entienden que, o modernizan al Estado adecuándolo a la realidad de un país que crece económicamente y se ha transformado grandemente, serán reemplazados por nuevos movimientos políticos-sociales que los desplazarán del quehacer nacional por no dar la talla, por obsoletos, y por no estar a la altura de las circunstancias actuales, cual dinosaurios que no se adaptaron a los tiempos y se extinguieron.

      En buen castellano, más les vale a los politiqueros de siempre sino quieren pasar a la historia del escenario nacional, cambiar de chip y modernizarse a la par de la economía y de la empresa privada que avanzan a pasos agigantados, mientras los politiqueros que tienen secuestrado el país, no solo están estancados, pero van en franco retroceso. Entiendan de una vez por todas que, Panamá es un país importante destinado a grandes cosas allende nuestras fronteras, ergo, no puede seguir siendo manejado como una aldea, ni como la finca de nadie.

      V- Recomendaciones:

      Es obvio que las soluciones a este estado caótico no precisan de un genio, ni de un iluminado que nos alumbre el camino con una fórmula mágica, toda vez que las mismas saltan a la vista, a saber:

      Convocar después de las elecciones a una constituyente que reemplace a la constitución heredada de los militares, con la finalidad de modernizar al Estado promoviendo la transparencia, rendición de cuentas, separación de poderes y certeza del castigo a quién delinca sin distingo de clase social, posición política o económica; revolución educativa; revolución agropecuaria; revolución energética (fuentes alternativas de energías limpias); descentralización; dotación de agua potable a todo el país; erradicación de la pobreza general y extrema; cierre de la brecha de desigualdad existente entre ricos y pobres; modernización del Código Electoral para erradicar el clientelismo político, las donaciones secretas,  el monopolio del poder, la partidocracia, para establecer topes de campaña y viabilizar las candidaturas independientes, son el camino hacia un nuevo amanecer de igualdad, desarrollo humano, económico y político.

      La pregunta de rigor es si alguno de los candidatos presidenciales tiene está visión, y si posee la estatura de estadista necesaria para enrumbar a Panamá por nuevos derroteros de desarrollo, democracia, y modernidad.

      Puede que sí, pero en mi opinión personal, por los discursos famélicos vistos hasta ahora, tal parece que no.

      Quizás peco de pesimista, pero, prefiero ser pesimista ante la oferta política electoral que no llena mis expectativas, que pecar de un ingenuo e iluso que es estafado cada cinco años por candidatos que prometen el cielo, la luna, y las estrellas, pero no convencen con sus propuestas electorales fantasiosas y vacías.

      De lo único que estoy convencido es que, la continuidad del presente gobierno, constituye una suerte de suicidio político para Panamá, y desencadenaría una explosión social que no necesitamos. Por tanto, es un peligro en mi opinión, 5 años más de lo visto en este periodo de gobierno. Además considero que, el perfil del candidato Arias no es el adecuado por su proclividad a ausentarse de los grandes temas nacionales, como demostró el hecho de que habla en cuñas con libretos prefabricados y productores agropecuarios falsos, de apoyo al productor y seguridad alimentaria, pero se ausenta de los foros agropecuarios por no tener la capacidad de debatir  en buena lid y con propiedad acerca de propuestas serias (no de propuestas risibles como crear una jumbo tienda cada 2 días), ni de explicar el abandono de su gobierno al sector agropecuario; de modo que sus cuñas son pura demagogia nada más.

      No obstante la necesidad urgente de vencer al oficialismo por las razones previamente expuestas y muchas más, me desalienta ver al Vicepresidente Varela enarbolando como punta de lanza de su campaña, los logros del gobierno de turno del cual formó parte, pero, sacando el cuerpo cuando le preguntan acerca de los yerros del gobierno en dicho periodo de alianza, a saber, los incidentes de Bocas del Toro, la ley que permitió el transfuguismo, y la ley 74 que blindó a la Policía Nacional. Suena muy conveniente por no decir demagógico, capitalizar los logros del gobierno, pero abstraerse de los yerros del mismo. Es decir, no se puede asegurar que todo lo bueno de este gobierno lo hizo el panameñismo y todo lo malo lo hizo el CD; por favor.

      Sin embargo, reconozco del candidato Varela que se ha comprometido a convocar una constituyente (no a maquillar la constitución con más reformas como otro candidato que no se define es este tema), a recuperar el patrimonio que se comprobare desviado a bolsillos particulares, y que no tiene compromisos con los empresarios que todos conocemos, quienes suelen financiar campañas para ganar una importante cuota de poder y negociados, maniatando a los gobernantes que financian. Tres compromisos del candidato Varela que resultan muy refrescantes y positivos en medio de tanto despropósito.

      En cuanto al candidato Navarro, su propuesta “Paila Llena”, ni siquiera me he tomado el tiempo de considerarla, por ese nombrecito tan “pintoresco”, folclórico, y surrealista que no me parece muy serio ni técnico que digamos. Aunado al grupo empresarial que apoya al gobierno de turno, y tal parece por las misteriosas reuniones “casuales” que al mencionado candidato también, lo cual causa muy mal sabor de boca, y me hace dudar de que se quiera de veras acabar con este círculo vicioso de patrocinadores de campañas que más bien invierten en las mismas con ánimo de lucro.

      Sin embargo, reconozco que el PRD parece –a pesar de sus divisiones internas– el partido más organizado y robusto para derrotar al gobierno de turno (pero no solo).

      Tal parece que, toca pasar por alto todos estos factores dudosos para evitar el más dañino y peligroso de todos los escenarios, a saber, la continuidad del gobierno de turno. De modo que, es menester cohesionar mediante una alianza el disperso voto opositor repartido hoy por hoy entre el PRD, Panameñismo, FAD, y candidatos independientes, con la finalidad de evitar llevarnos una desagradable sorpresa en las próximas elecciones. Ojalá antes de la fecha límite, el candidato que vaya de último en las encuestas, desista de dividir el voto opositor y se sume en alianza a la campaña de quien lidere la intención de voto para esas fechas.

      Amanecerá y veremos.

      Saludos cordiales.

      Erick Simpson Aguilera.

      manos-unidas

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      | 0 Comentarios Etiquetado como el país, político, sistema político
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