
Por: Erick Simpson Aguilera
Buen día, apreciados lectores.
Me llena de satisfacción y buena vibra cual bocanada de aire fresco, saber que finalmente estamos a escasos 3 meses menos 7 días, de las elecciones generales. Lo cual no implica que, avale a pies juntillas la oferta electoral de cara a las elecciones de 2019, lo que equivaldría a pecar de ingenuo, pero sí implica la salida del poder de la Administración Varela a la cual considero desde mi particular punto de vista -respetando opiniones contrarias-, el peor gobierno del periodo pos invasión, es decir, 5 años de estancamiento y quizás hasta de un leve retroceso.
Sea como fuere, el gobierno varelista es prácticamente historia y debemos mirar hacia el futuro gobierno de manera optimista, pero sin caer tampoco en la trampa electorera, ni en las arengas politiqueras de ciertos estafadores profesionales que capitalizarán los muchos yerros del fracasado gobierno de turno, vendiéndose ellos como la divina pomada capaz de resolver todos los males que aquejan a la nación, a pesar de carecer de dotes de estadistas y de buenas intenciones para con la patria, y ser unos charlatanes en busca de riquezas estatales, de los que pululan a granel en la fauna politiquera istmeña.
Dicho eso, y sin pretender posar de analista político, ni mucho menos de gurú electorero capaz de inclinar a los votantes hacia una alternativa política u otra, de hecho, no he demostrado tener mucho tino que digamos en estos menesteres comoquiera que, en las 2 últimas elecciones, voté en una por Ricardo Martinelli y en la última por Juan Carlos Varela, y por semejante historial tan fallido y mi brújula política tan desatinada, les recomiendo leer este articulo sin tomarlo como la verdad absoluta, y más bien sacar sus propias conclusiones sobre el mismo. Reitero, sin pretender posar como la voz de la verdad política, procedo a brindarles ciertos criterios de cara a las votaciones que se aproximan.
1- Hermano panameño, en las próximas elecciones, vota por ti mismo, vota por tus hijos y nietos, vota por tu familia, vota por tu descendencia por venir, vota por Panamá.
Así es, apreciado lector; tú eres Panamá. Tú que madrugas cada día con fe a emprender un nuevo día de ardua labor y empeño; tú que sufres el tráfico y el caos de una capital hostil; tú que en nuestros campos con el sudor de tu frente labras la tierra para que ésta produzca alimentos en abundancia para abastecer al país; tú que crías animales que sirven de sustento a la nación; tú que construyes las grandes obras de infraestructuras que adornan a la patria; tú que eres el forjador de técnicos y profesionales en nuestras aulas en las que te desempeñas como docente; tú que mueves la economía nacional con tus emprendimientos empresariales; tú que con vocación cuidas de nuestra salud en los hospitales; tú que con amor cuidas de tu familia como ama de casa; tú que sobrevives a duras penas como muchos panameños marginados y ajenos a los beneficios del crecimiento económico; tú que estudias con tesón en nuestras escuelas, colegios y universidades con la esperanza de lograr una plaza de empleo bien remunerada que te permita alcanzar el bienestar de tu familia y escalar socialmente; tú que eres uno de los millones de panameños de a pie que sigue esperando que la equidad y la fortuna algún día los alcance; tú eres Panamá.
2- No son Panamá los politiqueros por los que sueles votar cada cinco años. Aquellos que mantienen en la pobreza al 19% de la población, léase, a 777,752 panameños.


3- Tampoco son Panamá los políticos que se venden como decentes, pero velan por la opacidad, son alérgicos a la rendición de cuentas, y para colmo de males, son amigos y cómplices de empresas corruptas confesas de la calaña de Odebrecht, la cual goza de impunidad en nuestra nación.
4- Mucho menos aún son Panamá, aquellos ciudadanos elitistas que se esmeran con ahínco para abrir aun más la brecha de inequidad que sufre nuestro país, el cual, según el coeficiente de GINI en el ranking del Banco Mundial, es el país número 10 más desigualdad de todo el planeta, dada su pésima e inhumana mala distribución de la riqueza, la cual podemos agradecerle a aquella clase rabiblanca que ostenta el poder político/económico en el país y se destaca por su mezquindad enfermiza y hace gala de su gran egoísmo.
¿Duele verdad?
Bueno, si eso dolió demasiado, mintámonos entonces a nosotros mismos y en un acto de negación nacional disfracemos la realidad diciendo que en Panamá no hay tal desigualdad extrema; que el Banco Mundial miente; que aquí todo el mundo es feliz y próspero; que existen igualdad de oportunidades para todos los panameños sin distingo de raza, clase social ni credo; que en Panamá se premia el mérito, el esfuerzo y el talento, y no existe la rosca, el favoritismo, clasismo, amiguismo ni el nepotismo; y que si acaso existiera algo de inequidad, los rabiblancos no son artífices ni cómplices de la misma, sino el pueblo “perezoso” que tiene la culpa de la pauperización y destrucción del sistema educativo, de la falta de incentivo a la ciencia, la industria, la tecnología, al arte, los deportes y la cultura, y del saqueo de los fondos públicos. Pero como el pueblo no tiene tal poder, ni controla la administración pública y la toma de decisiones, seamos realistas entonces y aceptemos que hay cierta gente de clase rabiblanca y de visión miope y mezquina que controla el sistema político panameño, el cual está diseñado para que reine la perversa desigualdad, la corrupción rampante y la no rendición de cuentas, y por eso se resisten desde el inicio del periodo pos invasión hasta la fecha de hoy, a convocar a una constituyente en el tiempo propicio (no extemporánea ni oportunista para enrarecer el torneo electoral) la cual se requiere para adecentar a la nación y diseñar un Estado viable, funcional y equitativo.
5- No son Panamá aquellos políticos empeñados en hipotecar el país al disparar la deuda pública a niveles temibles, a saber: B/.32,938.7 millones de dólares, distribuidos así:

6- Tampoco son Panamá aquellos buhoneros de la politiquería istmeña que te venderán promesas, ilusiones y humo en la próxima campaña electoral, alegando poseer toda suerte de soluciones esotéricas para levantar a Panamá del hueco en que está, e intentarán seducirte para hacer un trueque de tus votos a cambio de zinc, bloques, arena, piedra, bolsas de comidas, botellas de guaro, promesas de nombramientos futuros, botellas en planillas brujas, y demás migajas clientelistas que distorsionan la contienda electoral toda vez que, la misma se torna en un baratillo, subasta y arrebatiña, en la cual triunfa quien tenga má$ dinero para comprar votos, ergo sus donantes “secretos” que inviertan en él o ella, se asegurarán la victoria de su delfín político, el cual tendrá que garantizarles una vez en el poder un retorno con creces de su inversión, y así sucesivamente sigue el circulo vicioso de corrupción, desigualdad, clientelismo político, falta de rendición de cuentas, saqueo a las arcas del Estado, e impunidad.
7- No son Panamá aquellos políticos dados al entreguismo que están más preocupados por los extranjeros y por otros países que por los mismos panameños y Panamá, y por eso aplican el pro mundi beneficio en las políticas publicas que favorecen a los foráneos en detrimento de los nacionales en materia de agro y migración.
En fin, hermanos panameños, basta ya de auto golearnos; basta ya de ser partícipes o cómplices de la destrucción de nuestra patria; basta ya de votar en contra de Panamá; basta ya de dejarnos embaucar por gente sin vocación de servicio público ni talante de estadistas, pero con perfil de politiqueros vividores que buscan parasitar del Estado.
Es nuestro deber para con la patria y las presentes y futuras generaciones, evitar el descalabro de la nación panameña y enderezar el rumbo hacia el despeñadero institucional, político, social y económico, al que nos dirigimos. Ergo, debemos evaluar con criterio, seriedad, sabiduría y madurez, la oferta electoral actual, con el fin de determinar cuál de las opciones se acerca más al ideal patrio y a los intereses de Panamá, de modo que alcancemos por fin la victoria, léase, el desarrollo integral que hasta ahora nos ha sido esquivo.
Vota por Panamá.
Saludos cordiales,
Erick Simpson Aguilera.