Por: Erick Simpson Aguilera
Por lejana que suene la fecha del 20 de diciembre de 1989, las heridas siguen abiertas cual, si la invasión hubiera acontecido cosa de días, mientras los apologistas de la masacre contra sus connacionales, gringo filos, y demás defensores de lo indefendible, siguen firmes en sus posturas de justificar la invasión, eximiendo a USA, y esgrimiendo argumentos de lo más risibles que no resisten un debate serio, del siguiente talante:
1- Panamá le declaró la guerra a USA, así que eso justifica la barbarie cometida por la principal potencia del mundo, en contra de alrededor de 7 mil panameños (según algunas cifras), la mayoría de los cuales, eran civiles inocentes.
2- La invasión era la única forma de librarnos de la dictadura militar que violentaba nuestra libertad, democracia y derechos humanos.
3- Los gringos no tienen la culpa de la masacre desatada porque no fueron ellos quienes armaron a la población civil panameña, y demás falacias por el estilo.
La verdad es que cuesta debatir contra argumentos de semejante índole, toda vez que, en mi opinión, carecen de seriedad, y no nacen de criterios firmes basados en hechos documentados de la historia, pero sí obedecen a pasiones, sesgos políticos, fanatismo y a un exacerbado amor por USA, el cual los lleva a justificar un acto de lesa humanidad, crimines de guerras y excesos en contra de su propia patria, lo cual refleja el lavamiento de cerebro de que es capaz la maquinaria propagandista de Hollywood, en cuyas películas los gringos siempre son los héroes y víctimas, y el resto del mundo, léase, indios (apaches, comanches, siouxs, etc.), vietnamitas, iraquíes, etcétera, son los villanos y malos que hay que erradicar.
Dicho lo cual, procedo a esbozar mi parecer sobre el particular:
La verdad es que no entiendo cómo alguien se atreve a justificar la masacre de alrededor de 7 mil de sus compatriotas. Semejante acto de vileza humana, por más que haya gente que lo aplauda, justifique y avale; dicha gente debiera guardarse sus bajas pasiones y opiniones tan extrañas para sus círculos íntimos y no gritar a los cuatro vientos que la invasión “era necesaria”, que está justificada, que los gringos no tienen culpa, y que los panameños provocamos y nos ganamos dicho despliegue de fuerza militar por parte de la principal potencia del mundo; toda vez que, quedan en evidencia y muy mal parados quienes justifican tamaña agresión contra la soberanía nacional y las vidas de sus conciudadanos.
Quedan retratados de pies a cabeza, desnudan sus adentros, y nos ofrecen una radiografía de sus distorsionados conceptos de soberanía y amor a la patria, lo cual explica el porqué Panamá es uno de los países más desiguales del planeta, comoquiera que, es fácil justificar el asesinato de miles de panameños cuando los muertos son ajenos, pero, si fueran los edificios de Punta Paitilla, o en la actualidad para hacerme entender, los rascacielos de la Cinta Costera, las residencias de Santa Elena, Costa del Este, Santa María, etcétera, los sitios bombardeados por los gringos, y los caídos no fueran estadísticas lejanas, sin rostro ni nombres, de barrios populares, pero sí padres, hijos, hermanos, tíos, primos, etcétera, de personas de alcurnia y abolengo, de pronto quienes defienden a capa y espada la invasión, vendiéndola como necesaria y eximiendo de culpa a los gringos, no opinarían tan livianamente, ni defenderían semejante barbarie que no tiene justificación alguna.
1- Respecto al débil argumento de que Panamá le declaró la guerra a USA, lo refuto por ser una falacia, dado que, fue el dictador que usurpó el poder con el respaldo de USA (Noriega era un agente de la CÍA bajo la jefatura de Bush padre quien fue precisamente quien ordenó invadir Panamá).
Si fuera Noriega un presidente legítimo vía elecciones libres, que con el aval de una Asamblea Legislativa legitima, quienes le declaraban la guerra a USA, pues ni modo, pero no me digan que un dictador desquiciado golpeando un pulpito con un machete, representaba al pueblo panameño, y por tanto está justificada la barbarie cometida por los gringos en contra de nuestra patria y hermanos.
A los jóvenes que no vivieron esos hechos lamentables y tristes, y repiten cual papagayos lo que otros le cuentan, los invito a googlear, a investigar y documentarse por sí mismos, para que sus opiniones estén basadas en hechos objetivos de la historia, y no en cuentos y opiniones sesgadas de terceros.
Que Noriega era un espía de USA, no es ningún secreto, luego, cómo se atreve alguien a decir que fue Panamá quien le declaró la guerra a USA. Fue el ex agente de la CIA, esbirro y servil de USA, en rebeldía, a la sazón, dictador de Panamá, que no presidente legal, quien le declaró la guerra a sus amos.
Cito como ejemplo un artículo publicado en el país de España a unos días de la invasión (3 de enero de 1990), cuyo autor es el periodista español Albert Montagut:
“Existen informaciones oficiales que demuestran que Noriega trabajó para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) mientras Washington conocía perfectamente las vinculaciones de tipo comercial que el general mantenía con los narcotraficantes colombianos. Washington también sabía que Noriega era un déspota mucho antes de que los marines encontraran cocaína, dinero en efectivo, fetiches, una foto de Hitler y material pornográfico en uno de sus refugios panameños”.
Noriega y Bush se conocieron en un almuerzo celebrado en Washington en 1976. El actual presidente norteamericano dirigía en aquel momento la CIA y el general estaba al mando de los servicios de espionaje panameños.
El general Noriega estaba considerado entonces como uno de los mejores especialistas en espionaje del continente americano. Se le conocen relaciones con Managua y La Habana y al mismo tiempo su presencia en el esquema ideado por Oliver North para suministrar armas a la contra parece más que probado.
La relación de Noriega con los norteamericanos viene de lejos. En uno de sus muchos viajes a Estados Unidos visitó Fort Bragg, en Carolina del Norte, donde llevó a cabo con éxito un cursillo de psicología militar.
Este investigador afirma que Noriega, jefe absoluto del servicio de espionaje panameño -el G-2-, recibió dinero procedente de la Agencia Central de Inteligencia por sus informaciones a las agencias norteamericanas sobre Cuba y operaciones militares en América Central”.
Vaya, vaya.
2- En cuanto al argumento que esgrime la tesis de que debemos sentirnos agradecidos con los gringos por masacrar alrededor de 7 mil panameños civiles en su gran mayoría, porque era la única forma de librarnos de la dictadura que violaba nuestros derechos humanos, señalo que, dificulto que dicha vía, a saber: la invasión, era la única alternativa para librarnos del régimen dictatorial, toda vez que, detener a Noriega que se paseaba por la Zona del Canal desafiando a los gringos, no era ningún imposible, de hecho, era más fácil y barato en recursos y vidas humanas, que bombardear Panamá y asesinar a civiles, precio demasiado alto que es fácil considerar un daño colateral, cuando no fueron nuestras casas las bombardeadas, ni nuestros familiares las víctimas asesinadas por el ejército de Estados Unidos.
3- Con relación al infantil argumento que justifica la masacre gringa contra nuestro país y hermanos porque no fueron ellos quienes armaron a la población civil, como si los 7 mil panameños caídos fueran batalloneros de la dignidad o CODEPADIS, ni siquiera perderé mi tiempo comentando semejante disparate.
En fin, que cada uno opine lo que bien le parezca, y exprese sus amores a la patria o a los gringos, como le venga en gana, y que sigan desnudando sus bajas pasiones, malas intenciones, conceptos distorsionados, clasismo, y apología a la desigualdad como si los muertos en barrios populares producto de la invasión no contaran y fueran un precio pequeño a pagar para que regresara al poder la corrupta oligarquía que desde entonces ha saqueado la nación panameña convirtiéndonos en uno de los países más corruptos y desiguales del planeta.
Saludos cordiales,
Erick Simpson Aguilera.