Por: Erick Simpson Aguilera
En vísperas de cumplirse los primeros cien días de la Administración Cortizo, me dispongo a reflexionar acerca del estado de la nación panameña, con la finalidad de exteriorizar una incertidumbre cuasi existencial, recurrente en mi psique, a saber:
¿Qué les impide a los diferentes gobiernos post invasión, no obstante la boyante economía panameña, realizar una gestión exitosa que saque a Panamá del tercermundismo craso que sufre; combata la corrupción hasta minimizarla en la medida de lo posible; erradique la pobreza y cierre la profunda brecha de inequidad que nos convierte en una de las naciones más desiguales del planeta; eleve el sistema educativo a niveles de excelencia no vistos en Panamá; y una serie de etcéteras que se traducen en solucionar los perennes flagelos que nos aquejan como nación?
Respecto a dichos flagelos y deudas sociales e institucionales, mucho se ha escrito y disertado; miles de diagnósticos, consultorías y análisis se han realizado; y de hecho, mi último artículo aborda dicho particular con sus respectivos indicadores y estadísticas socioeconómicas. De modo que, en esta ocasión recurriré más bien a la reflexión, al dialogo interno recurrente en mi mente que hoy les exteriorizo mediante una suerte de ejercicio filosófico, en el cual vuelvo a plantearles la siguiente interrogante en un lenguaje más sencillo:
¿Qué nos pasa a los panameños que estamos empantanados en el lodazal de la corrupción, la mediocridad, el juega vivo, y el subdesarrollo, y por qué todos los gobiernos yerran en el cometido de enderezar y desarrollar a nuestro país?
En cuanto a la Administración Cortizo per se, sabemos que apenas va a cumplir sus primeros cien días de gestión, por lo que sería una demagogia extrema y pura politiquería pretender que en tan poco tiempo resuelvan los males que nos aquejan, los cuales aun rozando el milagro, y aunque nos gobernara el mejor estadista del planeta, precisan más de una sola administración gubernamental para ser resueltos, puesto que, son problemáticas muy arraigadas y pronunciadas; como por ejemplo, el tema educativo que requiere de nuevas metas, planes, visión, objetivos, modernización, y ajustes a corto, mediano y largo plazo.
Sin embargo, acerca de lo que sí podemos filosofar y especular por lo visto hasta ahora del nuevo gobierno, es sobre su talante, estilo y determinación para realizar la hazaña que implica civilizar, adecentar, y desarrollar a nuestro corrupto y disfuncional país, y respecto de lo cual, tengo serias dudas de si lograrán poner coto, léase, solucionar durante el presente quinquenio, la crisis institucional y social que nos aqueja.
No sé, todavía es muy temprano y ruego a Dios equivocarme, pero, me da la impresión que el gobierno en turno no tiene la fuerza suficiente ni el ánimo necesario para enfrentar al poder politiquero de la Asamblea Nacional, al Órgano Judicial, y la partidocracia; ni al poder económico de los grandes donantes que invierten en las campañas electorales y exigen un redito con creces de su inversión, la cual recuperan explotando inmisericordemente a su finca (Panamá) e imponiendo sus agendas e intereses particulares; ni al poder ciudadano de un pueblo cómplice y cómodo al que parece no interesarle que las cosas cambien porque vive confortablemente del statu quo, del clientelismo político, los subsidios y demás prebendas.
De modo que, hacerle frente al monstruo del sistema politiquero panameño mediante el impulso de una nueva Carta Magna que limitaría el poder de muchos caciques de la partidocracia; que afectaría los intereses de los señores feudales que ostentan el poder socioeconómico; y que atentaría contra el modus vivendi de muchos ciudadanos clientelistas que parasitan del Estado; no es una tarea nada fácil, implica un gran riesgo político, y no todo el mundo está dispuesto a pagar tan alto precio por impulsar con ahínco y vehemencia, los cambios que requiere la patria a gritos para dar el salto definitivo al desarrollo y fortalecimiento de sus instituciones, para lo cual se precisa de líderes de la talla de Omar Torrijos quien no obstante acceder al poder de una manera nada kosher, llevó a cabo un proyecto de nación definido (educó y empoderó a una incipiente clase media), logró cambios importantes para Panamá en la lucha por nuestra soberanía en la Zona del Canal, y pagó el precio de su visión, lo cual algunos negarán y ese es su derecho, pero al Cesar lo que es del Cesar.
Así las cosas, todos sabemos hasta la saciedad que Panamá lleva décadas afrontando una crisis institucional en la que los disfuncionales poderes del Estado, sino revertimos el daño hecho, pueden hacer agua como casualmente está sucediendo en Perú. Tampoco es un secreto que la desprestigiada Asamblea Nacional constituye un obstáculo al desarrollo nacional por las malas artes con las que opera sin rendir cuentas de sus actos. Mucho menos es un misterio que en Panamá el sistema de justicia es un fiasco; que no existe la independencia judicial; que reina la impunidad y los fallos a la carta pagados por el mejor postor según denuncias de mismos magistrados. En cuanto al poder ejecutivo se refiere, no vamos a descubrir el agua tibia al decir que, desde los albores de la patria, incluidos la mayoría de quinquenios post invasión, en los cuales las finanzas públicas han crecido, también han crecido a la par los expolios y saqueos al patrimonio estatal, así como el nepotismo, trafico de influencias, clientelismo político, populismo, negociados, y demás hierbas aromáticas propias de los países tercermundistas que se revuelcan en el lodazal de la corrupción y la impunidad, mientras siguen vigentes los mismos debates de siempre sobre los flagelos y problemáticas que nunca son resueltos.
Ante dicho escenario de estancamiento de la sociedad e instituciones panameñas, continúo filosofando lo siguiente:
1- ¿Será que el subdesarrollo panameño se debe exclusivamente a la clase politiquera de nuestra fauna política en la que pululan ciertos personajes oscuros, nefastos, corruptos, oportunistas, vividores y muy mal intencionados para con la patria?
2- ¿Será que la crisis social e institucional que sufre Panamá se debe a ciertas familias ricas del país que para todos los efectos son los verdaderos dueños de nuestra nación a la cual manejan como su finca privada, y no les han dado el permiso a ninguno de los gobiernos cuyas campañas electorales han financiado a través de los años, para que promuevan una nueva Constitución que adecente a nuestra corrupta y disfuncional nación, porque les conviene más un país mal diseñado e institucionalmente débil, en el cual reine la impunidad, de manera que puedan manipular el sistema, controlar el poder cual titiriteros, y seguir explotando su finca privada, léase, a Panamá, sin obstáculo alguno ?
3- ¿Será que el pueblo panameño es indolente, perezoso, poco importa, fiestero, irresponsable, flojo, tolerante, y corrupto, y que dichas flaquezas de carácter no son patrimonio exclusivo de algunos personajes de la clase política y de ciertos acaudalados de la empresa privada que explotan al Estado, pero es más bien parte de la idiosincrasia, pobre educación, falta de cultura, crisis de valores y carencia de principios éticos y morales del panameño per se, y por eso toleramos impávidos la corrupción y la impunidad y algunos hasta admiran a los personajes más oscuros de nuestra maltrecha patria; ergo, nadie moverá un dedo para que la situación cambie porque todos estamos cómodos en nuestra zona de confort, dado que, a muchos les va bien con el clientelismo político, paternalismo estatal y los subsidios; a otros les va mejor repartiéndose el país cual botín político a saquear por medio de los negociados, contrataciones directas, nepotismo, botellas, partidas y demás ardides del manual del saqueador; mientras que a la clase media trabajadora cuyos impuestos alimentan el botín político que drenan los vividores y parásitos que viven del Estado, le tiene sin cuidado los saqueos a la patria porque entienden y asumen que eso es parte innata del ADN panameño, entiéndase, el juega vivo y la corrupción, luego les da pereza involucrarse en un tema al que consideran insalvable, entiéndase, un caso perdido?
4- ¿Será que el caos sociopolítico que padece Panamá cual si de una elaborada teoría de la conspiración se tratara, en la que muchas veces la realidad supera a la ficción, obedece a una agenda allende nuestras fronteras dictada por la elite iluminati que gobierna el mundo, y encadena a las naciones subdesarrolladas a través del poder de las armas, amenazas de invasiones, desestabilización política, y el otorgamiento de préstamos dados a estas naciones vulnerables del tercer mundo hasta esclavizarlas por el peso de la deuda pública, a los cuales (la elite mundial) no les simpatiza la idea de que un país latinoamericano se desarrolle, erradique la pobreza, corrupción, impunidad y la desigualdad, porque dicho éxito constituiría un “mal ejemplo” para el resto de naciones de Latam que seguirían la ruta de desarrollo por nosotros trazada, lo que implicaría una Latinoamérica empoderada y dueña de sus muchos recursos naturales que hoy por hoy son controlados, expoliados, saqueados, pirateados, y explotados por los potencias foráneas?
5- ¿Será que vivimos en un mundo caído y cautivo por fuerzas espirituales invisibles a nuestros sentidos, que trascienden nuestra dimensión de tiempo y espacio, las cuales tienen una agenda para cada nación y en su diseño mundial Latam no está destinada a levantar cabeza jamás, y por tanto tienen en cada una de nuestras naciones principados de maldad, y gobernadores de las tinieblas cuya hoja de ruta consiste en mantener vigente la corrupción, impunidad, pobreza, desigualdad, delincuencia y demás flagelos que padecen nuestros pueblos hispanoamericanos en general, tal como enseña la Biblia cuando nos da un pantallazo en la profecía de Daniel en la cual el ángel enviado por Dios a Daniel le dijo que el príncipe o ángel caído que gobernaba Persia se le opuso durante veintiún días y Dios tuvo que enviar al Arcángel Miguel para inclinar la balanza, y luego seguiría otra batalla con el ángel caído que gobernaba Grecia; entidades espirituales malignas éstas, de las que también nos habla el Apóstol Pablo en Efesios 6:10-20?
6- ¿Será una mezcla de todas las opciones y actores mencionados?
7- ¿Quién impide nuestro desarrollo como nación?
En fin, les dejo la reflexión de este tamaño para que debatan internamente en un ejercicio de introspección sobre las posibles causas de nuestro estancamiento y subdesarrollo como nación, y si se animan exterioricen también el debate en cuestión con sus familiares, círculos de amistades y compañeros de trabajo, porque mientras sigamos entretenidos con las ramas, jamás daremos con las causas de nuestro atraso como nación para erradicarlas, en virtud que, resulta incomprensible cómo es que un país con todas las ventajas a su favor como es Panamá, el cual debiera ser un país desarrollado y ejemplo a seguir, siga sumido en la crisis perenne y presa de la corrupción, pobreza y desigualdad.
El debate, la introspección y la autocritica son necesarias para avanzar y demuestran madurez, comoquiera que, la otra opción sería seguir con la mentalidad de carnaval, viernes cultural, guaro y campana, juega vivo, desorden, relajo, vacilón, superficialidad, entretenimiento, hedonismo, consumismo y materialismo, inmersos en nuestro patético y fallido intento de país que más que un proyecto serio de nación, parece un reality show bananero y de mal gusto, no obstante algunos sigan hechizados y adormecidos en la ilusión chovinista que le han vendido y programado en sus psiques, según la cual Panamá es una maravilla de país que rivaliza con Dubái, Singapur, Narnia y la maravillosa patria de Alicia, cuando la cruda y dura realidad por más dolorosa que suene, es que somos una aldea bananera secuestrada por una pandilla de corruptos en donde reina la impunidad, el juega vivo, la mediocridad, la ley del esfuerzo mínimo, la visión cortoplacista, y la inmediatez.
No me mal entiendan, hermanos panameños; amo a mi país como el que más y no lo cambio por ningún otro; creo en Panamá; sé que tenemos una tierra hermosa y bendecida por el Creador con muchas ventajas y pletórica de paisajes y bellezas extasiantes; por eso regresé a mi tierra cuando vivía en el extranjero; pero lo que no soy es un iluso chovinista, ultranacionalista y patriotero que niega la realidad para vivir en la mentira e ilusión de un país ficticio, artificial y portátil, cuando la verdad es que nuestra disfuncional nación precisa con carácter de urgencia de una reingeniería antes de que se descalabre como otros países hermanos de nuestra región. Ergo, arduo trabajo nos queda por delante para desarrollar y adecentar a Panamá.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
5 pensamientos en “Y ¿qué se los impide?”
Anónimo
Gracias nuevamente Erick por tu claridad y precisión!
Anónimo
Me quedo con la tres.
jorgeprosperi
Contundente como siempre. Gracias por este vital llamado de atención!
Anónimo
Krystal Martinez
Erick, como siempre tus escritos sabios contundentes claros y objetivos que es lo que realmente necesitamos para que despertemos de nuestro sueño ilusorio
Dios te bendiga y te siga iluminando
Jorge Iván Botero Gallego
Verdades tristes, pero verdades al fin.
Ojalá la ciudadanía, sobre todo aquella que es pasional y folclórica, por llamarla decentemente, comprenda que los beneficios cortos, pequeños y egoístas, no lograrán nunca, solucionar nuestro estatus y calidad de vida en general. Ojalá comprenda que lo que prima es elegir gobernantes alejados de prácticas dudosas y hasta corruptas.
Tendremos nuevamente la oportunidad en el 2024, de empezar a ver cambios positivos y asegurar mejores días a nuestra descendencia.
Gracias Don Erick