Por: Erick Simpson Aguilera
El 28 de noviembre del año en curso, Panamá celebró 197 años de su independencia de España. Razón por la cual, es oportuno reflexionar sobre “los avances” alcanzados por la nación, en su transitar por la “vida independiente”, con la finalidad de realizar los ajustes correspondientes en pro de alcanzar la madurez como nación, robustecer nuestra soberanía nacional, consolidar nuestro proyecto de nación, y alcanzar el desarrollo integral que, hasta ahora nos es esquivo.
Dicho eso, entramos en materia.
Sin darle más vueltas al asunto, y con el debido respeto, estimados lectores, permítanme pasar del discurso patriotero, del jolgorio de los desfiles, de las jergas y arengas nacionalistas, y demás ilusiones por el estilo que, celebran nuestra supuesta independencia, a la cruda realidad, la cual es menester -aunque sea a dosis pequeñas- de vez en cuando afrontar, con el fin de que pisemos tierra y escapemos del reino de las ilusiones, de los cantos de sirenas, y demás falacias que nos han hecho creer desde niños y que repetimos cual loros sin analizar el fondo de la realidad panameña. Panamá no es ni nunca ha sido una nación independiente.
Sí, sé que mis palabras suenan chocantes, que para muchos puritanos patrioteros rozan la blasfemia, y que lo políticamente correcto sería repetir cual loro que, Panamá es el país más maravilloso del planeta, que todo aquí marcha viento en popa, que tenemos la economía más pujante y que más crece de la región, y demás yerbas aromáticas por el estilo, pero para eso están los medios convencionales que son parte del sistema y se dedican a confundir a la ciudadanía para mantenerla conformista e inerte. En cuanto a mi concierne, prefiero tener mi propio criterio y expresar mi propia verdad según la entiendo, haciendo siempre la salvedad de que son mis opiniones personales nacidas de mis propias reflexiones, y no la verdad absoluta, razón por la cual aclaro que, no es obligación concordar con mis pareceres y respeto todas las opiniones aunque defiendo la mía propia; ergo, lea y saque sus propias conclusiones.
Así las cosas, destaco que, luego de la “gesta independentista” del Istmo que logró romper vínculos con la corona española el 28 de noviembre de 1821, como todos sabemos, Panamá se unió al proyecto bolivariano de La Gran Colombia, junto a Colombia, Venezuela y Ecuador. Después de que dicho proyectó fracasó, seguimos unidos con un estatus de simple Departamento, a la República de Nueva Granada (actual Colombia), hasta 1903; año en qué nos separamos gracias a que los intereses colonialistas norteamericanos respecto al canal interoceánico y la privilegiada posición geográfica del Istmo para efectos de consolidar su proyecto imperialista, coincidieron con los anhelos de la elite istmeña de romper vínculos con sus amos de Bogotá.
Según dicha lectura y contexto de los acontecimientos en torno a la separación de Panamá de Colombia el 3 de noviembre de 1903, desde mi particular punto de vista, no logramos avanzar en términos de soberanía, sino más bien, cambiamos de amos. Es decir, ahora nos gobernarían no desde Bogotá, pero sí desde Estados Unidos de América, como fue la tónica desde que se estableció en el Istmo de Panamá bajo la soberanía de Estados Unidos, la franja canalera con sus bases militares norteamericanas, imperando el puño de hierro con su política del gran garrote sobre todo el territorio nacional –no solo sobre la zona del canal– como atestiguan las muchas intervenciones sangrientas norteamericanas en el territorio panameño, las cuales se saldaron con la pérdida de vidas humanas de nacionales panameños, de las cuales el derramamiento de sangre más cruel se dio en la invasión del 20 de diciembre de 1989, con el supuesto fin de deponer al agente de la CIA, Manuel Antonio Noriega, quien fungía como sátrapa de turno del mismo imperio que lo defenestró y satanizó.
De manera que, se alinearon una vez más los intereses norteamericanos con los de la elite oligarca istmeña que recuperó el poder gracias a la invasión estadounidense, dedicándose así, a 29 años de saqueos de las arcas del Estado; a destruir el de por sí paupérrimo sistema educativo panameño para mantener ignorantes y manipulables a las masas aborregadas y subsidiadas de ciudadanos conformistas y juega vivistas que proliferan en el territorio nacional; a debilitar las instituciones públicas hasta llegar a la pronunciada crisis que sufren hoy en día los tres poderes del Estado, cada uno más desprestigiado e inoperante que el otro; a asociarse con empresas corruptas confesas, de la calaña de Odebrecht, y a robustecer las malas practicas propias de los países opacos, tercermundistas y corruptos, como son la impunidad, la falta de independencia judicial, el nepotismo, negociados, sobrecostos, la pobreza, la desigualdad, la ausencia de rendición de cuentas, y demás artimañas y flagelos sociales que se dan en las naciones que coquetean con el despeñadero.
Retomando el tema de la supuesta independencia y soberanía de Panamá que, en realidad, considero como ya dije, un mito, el 31 de diciembre de 1999, en cumplimiento de los tratados Torrijos / Carter, la franja canalera pasó a jurisdicción de la República de Panamá, y las tropas estadounidenses desmantelaron sus bases militares y abandonaron el Istmo.
Sin embargo, no alcanzamos por fin la victoria porque, vamos, no pequemos de ilusos que, los norteamericanos siguen mandando en Panamá y hasta un embajador de dicho país, tiene la autoridad para regañar y llamar a capitulo a los más altos dignatarios de nuestra nación. Sin ir más lejos, hasta una oficina de poca monta en comparación con otros organismos de alto nivel de Estados Unidos, como lo es La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de EE.UU, se da el lujo de poner de rodillas a cualquier gobierno panameño y de atentar contra la libre empresa en nuestro país (Caso Waked, Soho Mall, etc.). De modo que, en mi opinión seguimos siendo un protectorado de Estados Unidos.
En fin, arduo camino nos queda por delante para lograr la independencia de nuestra nación, de manera que podamos llevar a cabo un proyecto de desarrollo nacional autóctono (no copias de soluciones exóticas de dictaduras bananeras de la región que en lugar de arreglar, destruyen más, reprimen, atentan contra la libre empresa y suprimen las libertades) y consolidar nuestra inexistente soberanía; y no hablo solo de la influencia estadounidense sobre el istmo, la cual no se soluciona regalándole nuestro principal activo (posición geográfica) a la República Popular China, lo cual equivale a tropezar de nuevo con la misma piedra, léase, a cambiar de amos, pero también hablo de la influencia de organismos como la OCDE, la ONU, etcétera, a los cuales nuestros gobiernos cobardes cada día les ceden más nuestra supuesta soberanía hasta el punto que, pretenden imponernos sus legislaciones sobre temas sensibles como son nuestro sistema financiero (cárcel por evasión de impuestos en un país que ni siquiera rinde cuentas del uso dado a los impuestos), ideología de género, y migración.
Finalizo señalando con contundencia y criterio que, Panamá no es ni nunca ha sido un país independiente y soberano, y que seguimos bajo la influencia y abusos de países como Colombia que nos juega sucio y se ríe de nosotros (de Panamá) en temas arancelarios; de Estados Unidos que es el Gran Patrón del Istmo; de China que está volando bajito en nuestras tierras; y de organismos como la OCDE y la ONU que nos imponen sus agendas globales con la cooperación sumisa y servil de nuestros gobernantes que ni siquiera consultan con el país tamañas decisiones que nos afectan a todos, como sí lo han hecho países soberanos que no han suscrito por ejemplo, el llamado Pacto Migratorio, a saber: Estados Unidos, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria, Bélgica, Australia y Chile.
Hermanos panameños, no nos durmamos en los laureles que, la lucha por la independencia y soberanía de Panamá sigue vigente, y si tú te consideras un verdadero patriota demuéstralo con hechos no votando en las próximas elecciones por los agentes y sátrapas del sistema corrupto y opresor; ni por aquellos que siguen a pie juntillas el manual para destruir a la patria debilitando sus instituciones, saqueando sus riquezas, abriendo de par en par sus fronteras mientras las necesidades de los nacionales son pasadas por alto, destruyendo el sistema educativo para perpetuar la dependencia en subsidios, la pobreza y la desigualdad, transando con empresas corruptas como Odebrecht, y entregando nuestra soberanía a potencias extranjeras y organismos globales que buscan establecer un Nuevo orden Mundial. Mira quiénes están detrás de las campañas políticas; quiénes financian a los candidatos; de cuáles temas sensibles que nos afectan a todos los panameños los candidatos tienen prohibido opinar y no se pronuncian; y sabrás sus verdaderas intenciones y a quienes les sirven; y vota con criterio para que comencemos a ganar algo de soberanía e impulsemos una constituyente que enderece, aunque sea un poco, el entreguismo que impera, el caos, y la crisis institucional que sufrimos.
Saludos cordiales,
Erick Simpson Aguilera.

2 pensamientos en “Panamá 197 años después”
Aldo Espinosa
Directo. Sin Rodeos más claro que el agua de la tinaja gracias Erick!!! Siempre aportando a tus lectores Saludos
Erick Simpson Aguilera
Saludos Aldo.