Por: Erick Simpson Aguilera
En virtud de la ola migratoria de venezolanos que llegan a Panamá, procedo a explicarles a cierto sector de estos inmigrantes (lo resalto porque no es bueno generalizar y reconozco que es un sector, pero no todos), algunos datos históricos y actuales sobre nuestra idiosincrasia panameña para que aprendan a respetar a sus anfitriones y se comporten decentemente en casa ajena, porque tal parece que a algunos les está costando demasiado adaptarse y aún no asimilan su situación de inmigrantes, es decir, juran que están en su país aún, exigen, insultan, ofenden, discriminan, todo lo critican, y sienten que los panameños les debemos agradecer que invadan nuestro país.
Dicho eso, entramos en materia:
Es cierto que la inmigración de venezolanos en Panamá ha rebasado todos los límites de lo normal al punto de ocasionar malestar y brotes de xenofobia en ambas partes. Reitero, en ambas partes, porque, aunque muchos venezolanos se vendan como las víctimas de la “xenofobia panameña”, los panameños son niños de pecho en cuanto a xenofobia se refiere al lado de ciertos venezolanos que exhalan tanta xenofobia que ni siquiera estando en un país ajeno se pueden contener, lo cual resulta muy tenaz y nos lleva a preguntarnos ¿si se expresan tan ofensivamente de los panameños en nuestra propia casa, cómo sería si estuviéramos en la de ellos?
Cual, si de un pronunciado caso de locura colectiva se tratara, sorprende escuchar a cierta gente de Venezuela referirse a los panameños ofensivamente catalogándonos de monos, negros, indios, flojos y demás epítetos. A lo que yo me pregunto ¿Y cuál es su punto? Ósea, llegan a nuestro prospero país a resolver las carencias hasta de los recursos más básicos que padecen en el suyo que está en ruinas, léase, vienen a Panamá a saciar el hambre profunda que sufren, y todavía se atreven a ningunearnos a los panameños en nuestra casa, pero demostrando su calaña porque tiran la piedra y esconden la mano al victimizarse cuando los panameños reaccionan en malos términos, y entonces invocan la famosa xenofobia de la cual acusan a los panameños cuando si hay alguien xenófobo en la vida, es aquel que ni siquiera siendo huésped en casa ajena puede esconder y disimular sus bajas pasiones, racismo, clasismo y xenofobia en contra de sus anfitriones.
Estimados venezolanos arios de raza pura y superior, permítanme decirles que sí, tienen razón, es cierto, los panameños somos descendientes de indígenas, africanos, españoles, chinos, judíos, árabes, indostanés, etcétera. Y aunque su enferma y estrecha psique los lleve a ustedes a pensar que eso es una desventaja o algo de lo que avergonzarse, permítanme educarlos al respecto: Nuestra tribu indígena originaria Ngöbe-Buglé, se dio el lujo de derrotar al conquistador español Francisco Pizarro que luego doblegó al imperio inca, pero en Panamá mordió el polvo de la derrota infligida por el Cacique Urracá y sus guerreros Ngöbe-Buglé.
De manera que, no nos avergüenza llevar sangre indígena Ngöbe-Buglé en nuestras venas -todo lo contrario, a mucha honra- como demostró el estudio de ascendencia genética de Panamá realizado por científicos estadunidenses y panameños, publicado en The Internet Journal of Biological Anthropology, el cual arrojó el siguiente resultado: El panameño promedio tiene 51% de genes indígenas, 25% de genes europeos, y 24% de genes africanos.
En cuanto a la supuesta ofensa de ciertos sectores venezolanos al tildarnos a los panameños de negros, solo me rio de lo acomplejados que son y me pregunto ¿Y quién ha negado que somos descendientes de africanos también?
Los panameños somos lo que somos y lo asumimos con sus virtudes y defectos, toda vez que, no tenemos complejos de divos ni nos interesa renegar de nuestros orígenes. Allá los arios puros, divos, reyes de la belleza, y seres superiores del sur que viven de esas superficialidades y ridiculeces mientras su país se va al traste.
Los panameños de raza africana siempre han aportado para que nuestro país sea la nación prospera que es, y a la que muchos envidian y aun así se refugian aquí. Desde el tiempo de la colonia, las ciudades españolas en el istmo fueron construidas en su mayoría por mano de obra africana, y luego el canal de Panamá también lo fue.
Lejos de tener un espíritu servil de esclavo, muchos de los africanos que llegaron al Istmo se rebelaron contra sus supuestos amos españoles y se internaron en la selva formando los famosos palenques cimarrones. Nombres como los de Felipillo y Bayano que les dieron guerra y muchos dolores de cabeza a los españoles, destacan ese espíritu panameño que nunca se rinde ante la adversidad. Por eso somos gente orgullosa, porque nuestros genes indígenas, africanos, y españoles también, porque no renegamos de ninguno de nuestros orígenes étnicos, siempre han sido genes de gente guerrera que se da a respetar.
Nuestra nación es una tierra bendita por el Creador, cosa que muchos no entienden y por eso se trauman cuando llegan al país de los indios y negros panameños y ven toda la prosperidad y abundancia que ellos no tienen en sus países “racialmente superiores”. Trauma que no saben administrar porque en sus patrias fallidas les han enseñado toda suerte de prejuicios, entre ellos que los indios, negros, mestizos y mulatos, son inferiores, y por eso no entienden el por qué sus naciones son un desastre y Panamá no para de progresar a pesar de los políticos corruptos que desgobiernan el país.
Aún para los españoles en el tiempo de la colonia, Panamá era un lugar estratégico para llevar a cabo su expansión y conquista del nuevo mundo, toda vez que, desde aquí se adentraron hacia el sur, centro y norte del continente, razón por la cual se celebraban aquí las ferias del oro de Portobelo, y los españoles nombraron a nuestro istmo, Castilla del Oro. Eso es lo que somos nosotros, un país que brilla con luz propia, una nación especial desde siempre, y hasta la fecha con nuestro canal que impactó el comercio mundial y sigue siendo una de las rutas marítimas principales del mundo. Razón por la cual, no vamos a permitir que ningunos fracasados que se las arreglaron para desgraciar un hermoso y rico país como era Venezuela que por sus muchos recursos petroleros debiera ser el mejor país de Latam, pero hoy por hoy es una vergüenza mundial, vengan a ningunearnos y ofendernos en nuestra propia casa.
Sí, yo sé que, como a todo país de Latam, a Panamá le falta mucho aún por madurar, que nuestros indicadores sociales debemos mejorarlos, que existe mucha desigualdad en nuestra nación, y que nuestra clase política además de mediocre es muy corrupta, pero aun así somos el país cuya economía más crece en Latam desde hace más de una década, y por eso no solo venezolanos, pero también colombianos, dominicanos, nicaragüenses, peruanos, españoles, estadunidenses, etcétera, están emigrando a nuestra nación, y no serán unos recién llegados que tienen a un tal Maduro de presidente, y cuyo país está al borde del desastre, los que van a venir a insultarnos y menospreciarnos a los panameños en nuestra propia tierra, cual si tuvieran la moral y el país modelo para atreverse a compararse con nosotros.
A propósito, los venezolanos más problemáticos y bulleros que acusan a los panameños de xenofóbicos, deben preguntarse el por qué en Panamá nunca ha existido conflictos a nivel de la población, en contra de los chinos, judíos, árabes, indostanés, griegos, antillanos, españoles, colombianos, nicaragüenses, dominicanos, etcétera, y solo hizo falta que llegaran los venezolanos para que los panameños de la noche a la mañana, ahora resulte que somos unos xenófobos. No hay que ser muy inteligente para detectar en dónde radica el problema. Ahora entiendo el por qué un país tan hermoso y rico como Venezuela está dividido, carente de paz, convulso, y coqueteando con la quiebra económica y política.
Y no, no estoy haciendo leña del árbol caído ni poniendo el dedo en la llaga; lo que hago es sacudir las conciencias de muchos venezolanos con una buena dosis de realidad porque siguen en negación sin aceptar que Venezuela está así gracias a ellos mismos, no por culpa de los panameños, del imperio yankee, ni de nadie más. Ergo, no nos envenenen a los panameños con sus traumas, divisiones, prejuicios, racismo, clasismo y xenofobia. Reconozcan que de alguna forma los venezolanos se extraviaron del camino y dividieron su otrora rica y prospera nación, hasta dejarla hecha añicos económicamente, convulsa políticamente, insegura y presa de la violencia que campea a sus anchas por todo su territorio nacional, y carente hasta de lo más básico que requiere un ser humano para vivir decentemente.
Nosotros también transitamos por ese camino y ahí es donde se notan las diferencias entre una población y la otra, porque el bloqueo impuesto por Estados Unidos a Venezuela, también nos lo impusieron a nosotros los panameños bloqueando la circulación del dólar y congelando los fondos bancarios, y no andábamos llorando, ni haciéndonos las víctimas, ni atacando a otras nacionalidades en sus propias casas. Nos levantamos del bloqueo económico gringo, de la criminal invasión yankee que dio muerte a aproximadamente 7 mil panameños, la mayoría civiles, y aquí estamos; recuperamos la soberanía en todo el territorio nacional el 31 de diciembre de 1999; y ahora el canal rinde mayores réditos que bajo la administración estadunidense; hecho que ha disparado el crecimiento constante de nuestra economía por méritos propios, y no por la inmigración de venezolanos como algunos ilusos que se auto-engañan vociferan.
A propósito, es un mito el cuento aquel que algunos empresarios y políticos panameños esgrimen de que muchos panameños pidieron refugio en Venezuela en el tiempo de la dictadura militar. El hecho de que algunos de ellos, léase, uno que otro político adinerado, o algún empresario millonario, se hayan exiliado en Venezuela, no es equiparable a la invasión de venezolanos que vive Panamá, la cual es promovida por nuestro vendepatria gobierno que ahora pretende disimular su entreguismo porque se avecinan las elecciones, poniéndoles visas a los venezolanos, cuando lo que el país precisa es una reforma migratoria integral y seria.
Los invito a los difusores de ese mito a que lo sustenten con estadísticas si se atreven, y que calculen el porcentaje de ambos migrantes con relación a la población de cada país, para que no mezclen peras con manzanas ni engañen a los jóvenes que desconocen la historia. Los panameños en su gran mayoría permanecimos en el país durante toda la crisis económica y la invasión, y los que emigraron se fueron en su mayoría a Canadá, no a Venezuela, así que no inventen.
Con relación al otro mito que les gusta a muchos venezolanos que ignorantemente nos dicen a los panameños que les debemos nuestra independencia a un venezolano, a saber, al libertador Simón Bolívar, les recomiendo leer, aunque sea un poco, antes de hablar, que los libros no muerden. Panamá se independizó sola de España; no por iniciativa de Bolívar. Una vez libres de España, no solo la Gran Colombia que dirigía Bolívar, pero también el Imperio Mexicano, y el Perú posteriormente cuando se independizó, les pidieron cada uno por su parte a Panamá que hiciera parte de sus proyectos nacionales, habida cuenta que, todos esos territorios estaban conscientes de la estratégica posición geográfica de que goza Panamá (siempre hemos sido especiales y una tierra codiciable para los imperios, por eso Simón Bolívar quería que Panamá fuera la capital de Latam). Luego, nosotros mismos escogimos entre todas las opciones unirnos al proyecto bolivariano por la historia en conjunto que compartimos con dicha región (Colombia, Venezuela, y Ecuador) desde los tiempos de la colonia española.
En fin, reitero que, aunque muchos venezolanos están desquiciados y desubicados porque llegan a un país ajeno a pedir refugio con dos piedras en las manos e insultando a los nacionales, no todos son así, y me atrevo a asegurar que la mayoría son gente trabajadora y normal que simplemente están luchando por la vida y aprovechando una segunda oportunidad en nuestra tierra; el tema es que los problemáticos, antisociales, desagradecidos, xenofóbicos y racistas, no son 4 gatos tampoco, y están dejando muy mal parados a sus paisanos dándoles una pésima fama que no merecen, y por eso el tema ha escalado peligrosamente.
Ojalá todos los venezolanos fueran como unos vecinos míos que son de Maracaibo, los cuales quizá por su juventud no están contaminados aún. Son unos niños de 11 y 13 años que llegan con otros niños y jóvenes de mi barrio a boxear con el saco que tengo en la casa. Y para esos niños venezolanos y panameños no existen traumas, prejuicios, ni xenofobia algunos; andan para arriba y para abajo juntos; jugando futbol; manejando bicicleta; y haciendo ejercicio; y lo único que ellos saben es que son amigos sin importarles en donde nacieron, y que se divierten juntos. Pero, hay una generación de venezolanos con un importante número de alienados que ya no tienen remedio; están llenos de traumas, racismo, clasismo, xenofobia y prejuicios; y esos son los que están afectando la sana convivencia en Panamá.
Finalizo citando al Libertador Simón Bolívar para que muchos de sus paisanos que ofenden tanto a Panamá y a los panameños, hablando con desdén de un país que les abrió las puertas para que vivan en paz, trabajen, negocien y prosperen como no pueden hacerlo en su tierra que está a punto de colapsar, aprendan a respetar, a ser agradecidos, y a reconocer las virtudes de otros pueblos.
“Los estados del Istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizá una asociación. Esta magnífica posición entre los grandes mares podrá ser con el tiempo el emporio del universo: sus canales acortarán las distancias del mundo; estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del Globo. ¡Acaso solo allí podrá fijarse la capital de la tierra como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio!
“Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios, a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras partes del mundo”. Simón Bolívar.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.