Por: Erick Simpson Aguilera
Según la versión del Ministerio Publico no existe fundamento legal para revelar los nombres de las personas mencionadas en las delaciones de Odebrecht como receptoras de coimas.
Pues bien, démosle el beneficio de la duda al Ministerio Publico porque al final de cuentas, nosotros somos unos neófitos en temas legales y ellos son los expertos investigadores.
Sin embargo, lo que no me cuadra con sus argumentos es el hecho de que una investigación adelantada por las autoridades judiciales de Brasil, Suiza y Estados Unidos, las cuales han logrado mediante la delación premiada que desde Marcelo Odebrecht hasta una pléyade de altos ejecutivos de la empresa en cuestión, confiesen con lujo de detalles su esquema de corrupción y sobornos -del cual Panamá es una pieza clave- para hacerse de contrataciones públicas en diversos países, les cueste tanto a los investigadores legales del Ministerio Publico panameño aterrizarla, cuando reitero, es un caso prácticamente resuelto, confeso, juzgado, condenado, multado y premiado (delación premiada).
Si a los expertos investigadores legales del Ministerio Público panameño les cuesta tanto dilucidar un tema ya dilucidado por otros, no quiero imaginarme cuando sean ellos los que tengan que llevar a cabo la investigación, determinar la comisión de un delito, e identificar a los artífices del mismo.
Respeto a aquellos panameños ingenuos (o malintencionados) que argumentan en los medios como si fueran grandes gurús, iluminados, y las voces autorizadas a seguir, alegando que los tiempos de la justicia no son los nuestros, que debemos ser pacientes, que el Ministerio Público está haciendo un buen trabajo investigativo, y demás hierbas aromáticas por el estilo, pero en lo que a mi concierne, lo único recurrente en mi mente es la queja de los fiscales brasileños contra sus pares del Ministerio Público panameño, a los cuales acusaron de ser poco cooperadores -por no decir entorpecedores- en las investigaciones del Caso Odebrecht; y también hay en mi mente una sensación de que en Panamá reina la impunidad, y de que si los nombres de la lista de coimeados por Odebrecht fueran Juan Pérez, Antonio Martínez, Pablo Pueblo, o cualquier otro hijo de la cocinera, ese argumento de que no hay fundamento legal para revelar los nombres no se hubiera esgrimido, y ya hasta en primera plana de los periódicos hubieran aparecido sus rostros cuando los llevaran esposados a las mazmorras sin presunción de inocencia, ni debido proceso que valga.
Así funciona el sistema judicial panameño, implacable con los que menos tienen, y permisivo, cómplice, y protector con los encumbrados. No por gusto en el Índice de competitividad global del Foro Económico mundial, el sistema judicial panameño es calificado como uno de los peores del mundo, léase, allende nuestras fronteras consideran que no existe independencia judicial en nuestro país, y tienen razón.
Exhorto a todos los grupos de la sociedad civil organizada, gremios y demás asociaciones, a que sigan presionando (pero de manera cohesionada y con más fuerza) para que el Caso Odebrecht sea juzgado en Panamá como corresponde, caiga quien caiga. De lo contrario, dichas agrupaciones ciudadanas no tendrían razón de ser por su irrelevancia y falta de liderazgo para aglutinar a las masas con el propósito de que el Caso Odebrecht no quede en la impunidad -que pareciera ser el destino hacia el que va-, y fracasaríamos como nación, toda vez que, un tema de repercusión internacional como es el Caso Odebrecht, nos tiene en la mira del mundo entero, y estamos quedando en evidencia como un país corrupto en donde los millones de dólares en coimas que confesó Odebrecht haber pagado en Panamá, fueron recibidos por puros fantasmas e innombrables que seguirán gozando el producto de su ilícito sin pagar con cárcel.
A ver si superamos esta prueba que nos tiene en la palestra pública mundial, y actuamos como un país serio que combate la corrupción, y en donde existe la justicia, y no como un rancho tercermundista sin ley, tolerante a la corrupción, y en donde reina la impunidad, que es la pobre imagen bananera que estamos dando mundialmente, léase, la imagen de una vulgar finca que opera como cueva de ladrones, coimeros, corruptos y demás especímenes del mal vivir. Cómo si con los Panamá Papers no tuviéramos suficiente escarnio mundial.
En fin, a presionar a las autoridades del Ministerio Publico para que aterricen este tema confeso y juzgado en otros países, y que se dejen de misterio y cuentos que aquí ya no queda mucho que investigar, y más bien lo que procede es hacer uso de las delaciones brasileñas e información relacionada de que disponen las autoridades estadounidenses y suizas, para así llamar a capitulo a los coimeros, rastrear el dinero, bloquear sus cuentas bancarias, embargar sus activos, etcétera, como ya lo hubieran hecho con cualquier cristiano común y corriente del pueblo.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.