Por: Erick Simpson Aguilera
Basta ya de mentirnos a nosotros mismos, hermanos y hermanas panameños. El país no marcha bien, y por más que nos consolemos argumentando que los vecinos están peor que nosotros (lo cual es cierto) y que Panamá es el país que más crece en la región y al que todo el mundo quiere emigrar (lo cual no es un tema de orgullo sino de preocupación), la verdad es que seguimos sufriendo de una serie de flagelos propios de países deprimidos; flagelos estos que no se explica su existencia en una nación que se supone es prospera y floreciente. Mejor dicho, sí se explican dichos flagelos por que son ocasionados, promovidos y permitidos por gobiernos mediocres que lo menos que les interesa es la consolidación de un proyecto de desarrollo e identidad nacional.
Basta ya de permitir que unos políticos carentes de credibilidad y huérfanos de amor patrio, nos roben la identidad nacional, nuestra historia, nuestro pasado, presente y futuro, inundando el país de extranjeros al punto de hacernos sentir a los nacionales, extranjeros en nuestra propia tierra, lo cual causa un gran malestar habida cuenta que, los panameños no nos caracterizamos por emigrar de nuestra tierra, pero ahora resulta ser que nos hicieron emigrar a la fuerza porque aunque seguimos en el suelo patrio que nos vio nacer, cada día nos sentimos más extraños y más minoría en Panamá.
Entiendo que este tema del descontrol y caos migratorio, casi no se toca en artículos porque es delicado y mucha gente teme que los tilden de xenófobos, posición evasiva que no crítico y solo digo: allá cada uno con sus propios temores y complejos. En lo que a mi concierne, me considero una persona con criterio y no me preocupa que la gente me tilde de esto o aquello; me conformo con mi propia opinión acerca de mi persona, porque al final de cuentas, nadie me conoce mejor que yo mismo, y no vivo de las opiniones de terceros que no me aportan nada para mi subsistencia.
Dicho eso señalo que, entiendo la difícil situación que sufren algunos países hermanos que obliga a sus ciudadanos a buscarse una mejor vida en Panamá. Razón por la cual, no critico a ningún extranjero que escoja a nuestro país para sobrevivir y prosperar aquí, toda vez que, si fuera yo el que atravesara por una estrechez similar, al igual que ellos buscaría una salida para seguir adelante en otra tierra porque así nos impulsa el instinto de supervivencia.
A quienes sí critico por permitir un desorden total y un caos preocupante en el tema migratorio, es a las autoridades panameñas del gobierno anterior y del actual que han sido las que con su Crisol de Razas y otras iniciativas similares que siguen vigentes, han rebasado todos los límites de lo permitido, al punto de cambiar el perfil del país que dejó de ser Panamá para convertirse en una suerte de experimento extraño y confuso que puede terminar muy mal, y todo porque ese descontrol migratorio les rinde fruto$ para lucrar con la residencia y ciudadanía panameñas a quienes las transan desde el gobierno, y a ciertos empresarios inescrupulosos que se benefician de la mano de obra extranjera barata a la cual explotan.
A manera de ejemplo menciono que, no hay lugar, negocio (hoteles y otros servicios), restaurante, comercio (malls), empresa, calle, etcétera, en los que no proliferen extranjeros por doquier, entre los cuales destacan unas nacionalidades más que otras por el ritmo trepidante de inmigración que llevan a cabo (no paran de llegar), y en unos años nos superarán a los nacionales.
Así las cosas, llamé a una agencia de empleos para contratar a una empleada doméstica y me atendió una extranjera de un país del sur. Fui a un lava auto y me atendió una señora del mismo país sureño y todos los muchachos que lavaban los autos eran del mismo país. Fui a un hotel en el Valle de Antón y me atendió un recepcionista del mismo país del sur. Fui a un hotel en Boquete y me atendieron en la recepción y en el restaurante, gente del mismo país del sur. Llame a una empresa de refrigeración porque se me dañó el aire acondicionado gracias a los apagones frecuentes ocasionados un día sí y otro también por la empresa eléctrica de pacotilla que tenemos, y me atendió una joven del mismo país del sur y el técnico que me enviaron a la casa era su paisano. Voy al supermercado y a los malls, y los panameños se cuentan con los dedos, mientras los extranjeros abundan en cantidades industriales.
Y nada de eso está mal, en el sentido de que la gente tiene derecho a vivir y no por ser extranjero tienes que esconderte. Mi punto es que las cifras dadas por Emigración son una falacia porque en Panamá si sumamos en serio (no con cifras chimbas ni cuentos de hadas) a los extranjeros de todas las nacionalidades (documentados e indocumentados) totalizan varios millones que en cosa de años nos superarán a los nacionales, hecho que ningún país puede darse el lujo de permitir si quiere seguir existiendo con su propia identidad nacional, a no ser que exista desde el gobierno y la empresa privada una agenda vende-patria y anti panameña llevada a cabo por malos panameños que emulando a Iscariote venden a Panamá por plata con el fin de darle muerte a nuestra patria. Basta ya. No nos dejemos panameños.
Esta situación es en extremo preocupante y amerita un basta ya, comoquiera que aun los extranjeros que llegaron primero a Panamá que la avalancha actual que no para, están conscientes de que lo bonito de nuestro país es que se vive en paz, y que hay oportunidades de empleos y negocios, pero ahora están preocupados porque ven como Panamá se está tornando en los países que ellos abandonaron huyendo, toda vez que, todo tiene un límite y la avalancha de extranjeros que no paran de llegar, rebasan con creces a las ofertas de empleos y negocios de un mercado reducido como el panameño.
Lo que se traduce en una competencia feroz (cobros por empleos y servicios por el suelo que causan competencia desleal contra los nacionales); una economía retraída por la fuga de divisas que al salir del país no incentivan el consumo local; y en delincuencia y problemas sociales que causan aquellos extranjeros que no consiguen trabajos o no cobran lo suficiente por la gran competencia que hay; y en una serie de etcéteras por el estilo que están afectando severamente la calidad de vida de los panameños gracias al descontrol migratorio propiciado por el gobierno y aupado por cierta clase empresarial cuyo ánimo de lucro desmedido supera por lejos su amor patrio.
Basta ya de tanto desorden y permisividad migratoria. El extranjero que llegó al país pues llegó y que se revise su caso para formalizar su estatus migratorio si califica y si se requiere su servicio, pero no podemos seguir con las puertas y las fronteras abiertas de par en par para que sigan llegando por miles de miles que se convierten en poco tiempo en millones, porque la capacidad limitada de nuestra pequeña nación no ha resuelto ni siquiera los problemas sociales de los nacionales, y mucho menos se da abasto para resolver los problemas sociales de millones de personas de otros países.
Hermanos y hermanas panameños/as, en el 2019 no votes para representante, alcalde, diputado, ni para presidente, por funcionarios del actual gobierno, ni del anterior, porque tienen en poco nuestra identidad nacional y porque no les interesa tu bienestar ni el de tu familia panameña. Y tampoco votes por los del PRD porque son cómplices silenciosos (salvo contadas excepciones) de este desastre y caos migratorio que nos afecta, por negarse a hacerles oposición al CD en otrora y al Panameñismo ahora. Vota por alguna alternativa independiente que tenga visos de seriedad y no de engaño disfrazado de opción independiente potable.
Basta ya.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
Un pensamiento en “Basta ya de caos migratorio”
Yexenia
La verdad que una migración regulada y legislado correctamente tendría otro impacto, no llegarían al país personas que no beneficiarán al país, pero en mi bello Panamá llega cualquier Juan de los Palotes, se instala, se cree amo y señor, y encima solo contratan a sus paisanos, que cómo ya están nacionalizados resulta ser que son «panameños» y por ende cumplen con las disposiciones legales en cuanto a proporción de panameños y extranjeros contratados, lo peor del caso, es que emigran, piden nacionalidad pero nunca se sienten Panameños, porque somos poca cosa para el extranjero.
Yo me siento disgustada con las autoridades y triste con el pueblo poco me importa, que pareciera que lo que sucede en el país no les afecta, estos años que he regresado a Panamá me he sentido extranjera en mi país!
Comparto con usted la idea de que tenemos derecho a vivir en otro país por salir de situaciones de inestabilidad social, económica en que viven ciertos países, pero tengo que recordarle a quien se le haya olvidado, que nosotros estuvimos así y en lugar de huir de nuestra tierra, nos tiramos a la calle y defendimos nuestros ideales, entonces, que les impide a los demás pelear su propia guerra en su país? No somos los panameños poca cosa? O es que después de todo tenemos el carácter, los principios y la valentía suficiente para haber peleado nuestra guerra, levantar nuestro país y tener lo que tenemos? A mí me parece que nos estamos resignando y no debemos, las peleas se ganan luchando, de una u otra forma. Hay que sacar de nuestros gobernantes ese monte de inútiles, vende patria que tenemos en puestos públicos de elección, lo único que hacen es crear leyes que nos perjudican y robarnos descaradamente.
Basta ya! Tenemos que enderezar nuestro rumbo.
Saludos