Por: Erick Simpson Aguilera
Pasan los días; transcurren los años; se sucede un gobierno tras otro; y seguimos en el mismo punto sin lograr avances importantes que inserten a Panamá en el concierto de las naciones desarrolladas que gozan de bienestar y equidad y poseen instituciones robustas basadas en el imperio de la ley y el estado de derecho.
A ese ritmo pasarán siglos y eternidades y en cada elección estaremos debatiendo acerca de cómo solucionar los mismos problemas de siempre y prometiendo a diestra y siniestra fabulas y demás cuentos.
Cayó la dictadura militar y desde entonces han gobernado el país 6 administraciones “democráticas” sin que ninguna haya logrado solucionar los pendientes en materia de educación, salud, agro, seguridad ciudadana, institucionalidad democrática, agua, pobreza, desigualdad, corrupción, etcétera.
Pero luego ves a los candidatos en campaña como hizo el presidente Juan Carlos Varela en su momento, prometiendo el cielo, el sol, la luna y las estrellas, a saber: constituyente, reformas a la ley de contrataciones públicas, no golpear con impuestos a la clase media, combatir la corrupción, y una larga lista de etcéteras, para cuando llegan al poder hacer precisamente lo contrario, y para colmo mantener el dominio de la corrupta empresa brasileña Odebrecht sobre las contrataciones públicas panameñas.
Así es estimado panameño, vez tras vez somos embaucados por políticos profesionales que nos venden ilusiones y espejitos a los crédulos ciudadanos panameños que a esta altura del juego no somos víctimas, pero sí cómplices del corrupto y clientelista sistema, porque no puede ser que insistamos en tropezar con la misma piedra desde 1903 hasta la fecha.
De manera que, cuando suframos la ineptitud de un gobierno lento, errático e inoperante que, no obstante estar endeudando el país a más no poder, no resuelve nada de nada, pero aun así pretende aplicarnos a los panameños decretos lesivos como el 130 que, sin entrar en tecnicismos, es una manera más de sacarnos impuestos para alimentar las arcas de un gobierno (municipal y nacional) que no rinde cuentas del uso dado a dichos impuestos y luego procede a contratar a Odebrecht para hacer aceras de $ 100 millones de dólares, y otorgarle $4 mil millones de dólares en contrataciones públicas a dicha empresa que es la campeona mundial en corrupción y coimas, reitero, cuando suframos esto recordemos que, ese es el gobierno que escogimos y merecemos, o mejor dicho, con el que nos identificamos por ser el reflejo de la crisis de valores que sufre nuestro país, ¿o no?
Si usted estimado lector, siente que el gobierno en turno no es un reflejo suyo ni comulga con sus andadas con la empresa Odebrecht a la que no obstante su prontuario delictivo insistió en contratar por miles de millones de dólares, pues entonces haga algo al respecto para demostrarlo, porque este gobierno no solo ha actuado sin oposición partidaria alguna, pero tampoco con la presión ciudadana que sí ejercimos en contra de los exabruptos, abusos, excesos y atropellos de la Administración Martinelli, la cual no se diferencia mucho que digamos de la actual que es la continuidad de su “ex-aliado” como demuestra el hecho de que se siguió utilizando la misma torcida ley de contrataciones públicas para que empresas corruptas como Odebrecht siguieran sin obstáculos haciendo negocios -por no decir de las suyas- en Panamá.
Si en el 2019 no veo una oferta electoral decente, coherente, creíble e independiente, dificulto mucho que vote por partido político alguno, porque no seguiré siendo cómplice de quienes destruyen y atrasan a mi país.
¿Hasta cuándo panameño? ¿Hasta cuándo panameña?
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.