Por: Erick Simpson Aguilera
A dos años de gobierno de la Administración Varela, el desgaste e impopularidad del presidente Juan Carlos Varela continúan in crescendo aceleradamente a un ritmo muy preocupante y perjudicial para el país, toda vez que, faltándole aún tres largos años de mandato, Panamá no puede darse el lujo de experimentar un periodo tan largo de tiempo con una sensación de deriva y falta de liderazgo.
En mi opinión personal que no tiene que ser necesariamente la correcta ni la única comoquiera que no soy el dueño de la verdad absoluta, considero que dicho desgaste obedece a una mala lectura e interpretación por parte del presidente Varela y sus asesores, de la realidad nacional.
Me explico. Después de 5 años del gobierno de Ricardo Martinelli, en el cual los panameños llegaron al tope de su tolerancia y se hastiaron ante tanto abuso del poder, despropósito, despilfarro, deuda pública, politiquería, populismo, clientelismo político, concentración de poderes, transfuguismo, malas prácticas y corrupción, me da la impresión que la Administración Varela creyó ingenuamente que, el país votó por ellos y que por tanto bastaría continuar a menor escala con las mismas malas prácticas de siempre como son el nepotismo, la corrupción, politiquería, contratos extraños con la empresa Odebrecht, incumplimiento de promesas de campaña como la convocación a una constituyente, promoción de leyes lesivas como la de contrataciones públicas que protege a los corruptos foráneos, y una serie de etcéteras por el estilo, como si con bajar la intensidad de las malas artes políticas con relación al gobierno anterior que rompió record, el pueblo toleraría la misma corrupción de antaño a la que supuestamente estaba habituado.
Sin embargo, la realidad es que el pueblo panameño no votó por Juan Carlos Varela ni por el panameñismo, sino en contra de Ricardo Martinelli y el CD, y además por un adecentamiento de la cosa pública que tocó fondo con el gobierno anterior que dejó la institucionalidad democrática del país hecha añicos. De manera que, la lectura correcta es que la corrupción agotó su crédito rebasando la tolerancia del pueblo panameño en el gobierno pasado, y no hay vuelta atrás que satisfaga las ansias de justicia y el deseo de cambio de sistema que exige una nación hastiada de la politiquería.
Así las cosas, el margen de maniobra del varelismo no era tan amplio como ellos creyeron, al punto de que a solo dos años de gobierno, el país parece haberle perdido la confianza y el respeto al presidente Juan Carlos Varela y a su gobierno por el que no se sienten representados. Su servidor es testigo de la forma soez, burlesca y llena de rabia como se expresa el panameño de a pie del gobierno y el presidente, y créanme que mucha gente se siente estafada y decepcionada.
Situación que me preocupa y no celebro comoquiera que considero que el presidente Varela merece respeto por la investidura que lleva y por ser un humano con sus fallas y virtudes que no debe convertirse en objeto de burlas. No obstante, también entiendo la frustración del pueblo panameño que se siente burlado cuando sufre las penurias del alto costo de la vida y se le ningunea desde el gobierno con frases ofensivas del siguiente talante:
- “Van al cielo y van llorando”.
- “Miren al cielo y no a los nubarrones”.
- “Desayunen dos huevos por día que la comida está barata”.
Y demás “frases celebres” que rayan en la desfachatez, las cuales han encendido la ira del pueblo panameño que se desquita burlándose del presidente y su gobierno. En lo particular, aunque mi estilo es crítico y fuerte, prefiero manejarme en el ámbito del respeto mutuo. Sin embargo, también respeto la libertad de expresión y el derecho de cada cual de manifestar su malestar y protestar a su manera.
Además de los puntos expuestos, considero que otros temas que han minado la credibilidad del actual gobierno son los casos Panamá Papers, Waked y Lava Jato, toda vez que el panameño común aunque no maneje éstos temas tan técnicos a cabalidad, sí entiende que algo grave está pasando en el país, que peligran las plazas de empleo, que la economía panameña corre el peligro de verse impactada negativamente por los mencionados casos, y que el país parece huérfano de liderazgo ante tamañas pruebas.
En lo que a mí concierne, trato de ponerme en el lugar del presidente Juan Carlos Varela para ver si entiendo la difícil situación por la que atraviesa, en virtud que criticar es lo más fácil del mundo, pero ejecutar si nos tocara a nosotros hacerlo como presidentes no sería tan fácil como creemos y no nos gustaría ser atacados con mil criticas un día sí y otro también, lo cual a mí en lo particular me sacaría de quicio conociendo el carácter explosivo que tengo.
No obstante, cuando un ciudadano acepta el cargo de presidente de la republica se supone que entiende los grandes riesgos y responsabilidades públicas que implica desempeñar el principal y más visible cargo de todo el país.
De manera que, humildemente y con todo respeto le sugiero al presidente Juan Carlos Varela que cambie su estilo de gobernar en el sentido de que sea más autentico y no pretenda vender una imagen falsa que el pueblo detecta enseguida y se siente burlado. Me explico. Esa postura populista de venderse como uno más del pueblo con frases que promueven la lucha de clases como por ejemplo que “él trabaja para el pueblo y no le interesa la opinión de los ricos y acomodados que lo critican vía Twitter desde una hamaca”, es contraproducente y el pueblo no le cree ni lo siente como uno de ellos porque sabe por ejemplo que no goza de los privilegios que disfrutan los gobernantes y funcionarios con nuestros impuestos como son los viajes por todo el mundo, grandes salarios, cenas millonarias, automóviles de lujo, seguridad personal, etcétera.
De hecho, al panameño de a pie no le interesa la clase social del presidente Juan Carlos Varela, ni le roba la calma si nació en cuna de oro o no, al pueblo le basta con que el presidente cumpla con sus promesas y compromisos de campaña logrando así una mejor calidad de vida para todos los panameños, incluyendo a los pobres que padecen la desigualdad que los gobernantes y funcionarios les restriegan en sus caras con su vida ostentosa de viajes y lujos a costa del Estado, pero que incluya también a los ricos y empresarios que generan economía en éste país y por lo tanto son importantes para llevar a cabo un proyecto de nación. De modo que, esas frases populistas de que “Yo desayuno dos huevos por día al igual que el pueblo”, le hacen más daño que bien al presidente y más que simpatías, lo que provocan es repudio y burlas.
Otro cambio que considero conveniente llevar a cabo por el presidente Juan Carlos Varela, es el de su gabinete en pleno que no ha llenado las expectativas. Es importante señalar que, cuando erramos precisamos actuar con humildad reconociendo los fallos y realizando los ajustes necesarios para corregir el camino, toda vez que la terquedad de persistir por el mismo camino que no está dando resultado –como por ejemplo el control de precios que ha resultado un fracaso mayúsculo pero aún así se mantiene y se vende como si fuera la panacea–lo que demuestra es la obstinación y el orgullo de no reconocer cuando se erra, lo cual constituye una receta para el fracaso.
En fin, es preciso que el presidente Juan Carlos Varela realice que ni él ni nadie pueden llevar solos la carga de nuestro país que requiere de grandes y drásticas medidas para levantarlo del daño causado por décadas de corrupción y destrucción de las instituciones. De modo que, urge un cambio de gabinete, y el llamado previo a una constituyente de todas las fuerzas vivas del país para que el presidente Varela distribuya, delegue y comparta la pesada carga cual estadista que renuncia a la miopía y mezquindad política para actuar como un facilitador, líder y estratega que logra con el concurso de todos los sectores de la nación, léase, empresarios, trabajadores, educadores, estudiantes, sindicatos, gremios, asociaciones de la sociedad civil, iglesia, partidos políticos, activistas, lideres campesinos e indígenas, ciudadanos independientes, etcétera, concertar un proyecto de país a corto, mediano y largo plazo, en el que nadie se sienta excluido, y proceder entonces a convocar a una constituyente que enrumbe a Panamá por derroteros de desarrollo humano y crecimiento económico sostenible.
Espero que el presidente Juan Carlos Varela entienda a cabalidad la oportunidad de oro que aún tiene con tres años de gobierno para sacar a Panamá del oscurantismo y la debacle, y no siga tercamente por los senderos tortuosos por los que ha dirigido por dos años a Panamá hacia el despeñadero al perpetuar las malas prácticas (nepotismo, clientelismo, populismo, politiquería, Odebrecht, ley de contrataciones maltrecha, etcétera) de un sistema político corrupto y agotado que está destinado al colapso y fracaso.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.