Por: Erick Simpson Aguilera
Advierto que el presente artículo no es apto para personas que sufren del síndrome de Estocolmo, para adoradores de imperios, sátrapas, malinchistas, y demás personas sensibles que han sido adoctrinadas a través de los años para ver las acciones nefastas de las potencias como buenas y justas aunque éstas carezcan de legitimidad y afecten a sus propios países y ciudadanos.
Hecha la advertencia de lo perjudicial que puede resultar para algunos lectores sensibles un artículo con una alta dosis de realidad al desnudo y lejos de lo políticamente correcto, entramos en materia.
Panamá está siendo bombardeada por USA y sus socios europeos con una serie de escándalos financieros de talla mundial los cuales de manera coordinada vienen sucediendo unos tras otros y según se escucha, vienen otros escándalos de igual magnitud dentro de poco.
Dicho eso quiero reconocer públicamente que, el gobierno de USA nunca ha sido de mi simpatía comoquiera que la frontera que teníamos incrustada en el medio de nuestro territorio en la antigua Zona del Canal en cierta forma me traumó desde niño, toda vez que me sentía extraño (extranjero) en mi propia tierra y víctima de una suerte de apartheid, sumado a la crisis política/económica de los años 80 con embargo yankee a la economía panameña incluido, que culminó con la invasión estadounidense del istmo, la cual se saldó con miles de muertos en su gran mayoría civiles inocentes, gracias a la denominada “Causa Justa” cuyo objetivo primordial era la captura del dictador Manuel Antonio Noriega, quien dicho sea de paso, era un agente de la CIA al servicio del propio imperio que nos masacró por medio de su “justa operación militar” para disciplinar a su agente. Si eso no se llama exceso, bullying y abuso de fuerza, no sé qué será, pero de “Causa Justa” no tuvo absolutamente nada la invasión de Panamá.
Por dichas razones tengo poca paciencia con los panameños/as que justifican y defienden las acciones de USA en contra de Panamá y son prestos a descalificar a su propio país en aras de exaltar los atropellos de USA a la que aman sobre todas las cosas y nunca critican, haciendo gala del síndrome de Estocolmo que padecen. No obstante, están en su derecho de adorar a quien los pisotea y no soy quién para pedirles lealtad hacia su país a quienes carecen de dignidad, sufren una crisis de identidad, son huérfanos de amor patrio y dados al masoquismo. De pronto muchos de esos que hoy defienden ciegamente a USA eran parte de los que celebraban gritando el 20 de diciembre de 1989 “Ésta vaina se acabó” mientras el ejército estadounidense masacraba a nuestros hermanos por millares en la invasión denominada “Causa Justa” con sus “liberadoras y democráticas bombas de paz”.
Ahora bien, es menester aclarar que debemos diferenciar entre el pueblo estadounidense y el gobierno imperialista de USA, toda vez que los ciudadanos de dicho país no son culpables de las acciones deleznables de sus gobernantes. Además, en lo particular puedo dar fe de los años que viví en Atlanta Ga. del buen trato que recibí en el trabajo e iglesia donde hice buenas amistades, sumado al hecho de que tengo familiares nacidos y no nacidos allá, que viven en USA, a los cuales no puedo culpar por los atropellos de su gobierno, así como tampoco me gustaría que nos responsabilizaran a los panameños por los yerros de nuestro gobierno que invita a los corruptos del mundo a hacer negociados en Panamá por medio de la ley de contrataciones públicas que es un escudo protector a favor de los corruptos, y que además es un gobierno amigo -por no decir socio- de la empresa Odebrecht cuyo dueño purga 19 años de prisión en Brasil por corrupción, lavado de dinero y pertenecer a banda criminal.
Aclarados esos puntos me pregunto ¿cómo podemos catalogar? al hecho de que los denominados Panamá Papers hayan sido financiados por el gobierno de USA el cual subsidia a través de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo (Usaid), que depende del Departamento de Estado, al Consorcio de Periodistas que alevosamente se ensañó con el nombre de nuestro país por las acciones de una firma de abogados -que no justificamos- como si Panamá debiera pagar con su imagen y prestigio por lo que haga una empresa privada.
¿Cómo podemos catalogar? a la potestad que se inviste USA para quebrar empresas extranjeras por medio de la denominada “Lista Clinton”, sin que haya un proceso judicial en firme cuyas pruebas demuestren el supuesto delito que amerite el castigo de asfixiar financieramente a las empresas señaladas.
¿Para qué existen los tratados de libre comercio y La Organización Mundial del Comercio (OMC) si USA hace las veces de juez y parte y aplica sus propias reglas para quebrar empresas extranjeras por temas administrativos (no judiciales) alegando que ese es su derecho?
Así las cosas, USA hace caso omiso de la presunción de inocencia y utiliza un arma letal para desestabilizar a las naciones que sufran el embate de su guerra económica, actuando cual terroristas financieros que desdicen el libre comercio con reglas del juego claras, apertura de mercado y demás hierbas aromáticas que tanto predican pero no cumplen, comoquiera que se dan a la tarea de competir deslealmente y ensuciar el nombre de empresas y grupos financieros para obligarlos a vender sus activos y marcas, sopena de muerte financiera si no se someten.
No nos confundamos, no estoy defendiendo a la firma Mossack & Fonseca (Dios me libre) ni al Grupo Waked, los cuales tienen todos los recursos para defenderse por sí mismos y deben rendir cuentas ante la justicia nacional e internacional si se demuestra que han cometido algún ilícito, a lo que me refiero es al hecho innegable de que el Consorcio de Periodistas que se desgració en el nombre de Panamá por medio de un hackeo, es financiado por el gobierno estadounidense, y que el Grupo Waked ha sido incluido en la Lista Clinton pero no hay ningún proceso judicial en USA en contra del Señor Abdul Waked como señaló el embajador estadounidense John Feeley.
De manera que, tenemos a una potencia jugando rudo, sucio, deslealmente y demostrando músculos por un tema administrativo mediante el cual ensucian el nombre de un grupo empresarial panameño sin que existan cargos judiciales algunos, y logrando por dicho medio impactar negativamente a la economía panameña que no se puede dar el lujo de perder miles de plazas de empleo por un tema de “sospecha”.
Sí, yo sé que hay muchos escépticos que están en negación y se resisten a ver como los malos de la película a su amado imperio al que desde niños les enseñaron a reverenciar por medio de western movies en las que los indios eran “los malos” por defender su territorio de los invasores estadounidenses que eran “los buenos” y tenían por tanto el derecho de asesinar indios para despojarlos de sus tierras, pero si investigamos un poco descubriremos que USA es experto no solo en guerras con armas bélicas propiamente tales, pero también en guerra mediática (medios de comunicación del mainstream que adoctrinan a las masas para enseñarles a amar a los opresores y odiar a sus víctimas), guerra bacteriológica (pandemias creadas en laboratorios desatadas contra “países enemigos”), guerra climatológica (desastres “naturales” ocasionados por medio de HAARP y otras armas), guerra cibernética (hackeo a nivel de Estados), guerra medioambiental (destrucción y contaminación del hábitat), guerra económica para asfixiar las economías de países que entran en sus listas de targets (como la que tiene USA contra China y Rusia); etcétera.
En realidad éstos diversos tipos de guerra no son nada nuevo y desde que ha habido imperios en la tierra éstos han asediado naciones para romper sus cadenas de suministros y que mueran de hambre; han destruido sus cosechas y talado árboles frutales para diezmar las economías rivales; han contaminado sus ríos y fuentes de agua; etcétera; para someter a las naciones bajo su yugo imperial.
En fin, Panamá está en el punto de mira de USA y sus esbirros europeos, y somos “victimas” de una nueva invasión pero no con armas bélicas convencionales sino con armas financieras, y reconozco que en cierta forma nos lo hemos ganado a pulso, merecemos un escarmiento para depurar nuestro sistema político/económico, y no somos tan victimas nada, toda vez que nuestros gobiernos corruptos han hecho todo lo posible por minar la reputación de nuestro país con sus malas prácticas, nula transparencia, tolerancia a la corrupción, leyes laxas, juega vivo, y demás artimañas que han vulnerado a Panamá y lo han hecho presa fácil del terrorismo financiero practicado por las potencias que no perdonan que un país pequeño del denominado tercer mundo se atreva a prosperar en tiempo de vacas flacas y crisis financiera mundial provocada por esas mismas potencias que predican transparencia pero admitieron las hipotecas toxicas subprime para que especularan los bancos y grandes consorcios financieros y cuando estalló la crisis en 2008 utilizaron los fondos de sus contribuyentes sobre los cuales pesan grandes cargas tributarias para rescatar a las mismas empresas, bancos y grupos financieros especuladores que ocasionaron la crisis financiera que sigue vigente, y aún así se atreven a dictarnos clases de moral y buenas prácticas, haciendo listas para quebrar empresas de otros países mientras las suyas que hacen y deshacen las rescatan y protegen para que sigan haciendo de las suyas y estafando a las masas cual si tuvieran licencia para delinquir.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.