Por: Erick Simpson Aguilera
“El arte de la estrategia es de importancia vital para el país. Es el terreno de la vida y la muerte, el camino a la seguridad o la ruina”. Sun Tzu, El Arte de la Guerra.
Después que Panamá decidió suscribirse al estándar de intercambio automático de datos establecido por la OCDE, para tratar de aminorar los daños severos a nuestra imagen, reputación y marca país, ocasionados por las actividades de la firma Mossack & Fonseca que fueron filtradas, las cuales sin duda tendrán un impacto negativo en la economía panameña, es preciso que reflexionemos acerca del particular con el fin de sacar algunas lecciones positivas de éste desafortunado episodio.
La primera lección que en mi humilde opinión, debemos aprender los panameños comenzando con las autoridades que administran el Estado es, ser más estrategas, medir las posibles consecuencias de nuestras acciones o inacciones, y renunciar a la improvisación que nos caracteriza.
Me explico. Si para que el gobierno panameño representado por el Presidente Juan Carlos Varela, pudiera entender que Panamá no puede medir fuerzas de tú a tú con las potencias de la OCDE sin sufrir daños severos, tuvimos primero que padecer en carne propia el escándalo de los mal denominados Panamá Papers que han hecho añicos nuestra marca país, tirado por el suelo la imagen de Panamá, y vulnerado grandemente como no se veía desde la crisis de los años ochenta la reputación de nuestra nación, entonces estamos siendo gobernados por personas con muy pocas luces, con cero visión, y carentes de cálculo estratégico, comoquiera que, el sentido común nos da indicios de que no había manera de ganar tamaña guerra contra las principales potencias del planeta.
Es decir, el gobierno debió calcular los pros y los contras de retar a la OCDE que si bien es cierto se maneja con mucha hipocresía como he escrito en muchos artículos, también lo es que no podemos desafiarlos a todos como grupo por ser potencias, lo cual aislaría a Panamá del mundo. Así las cosas, debimos medir si era más beneficioso para el país defender el negocio de las offshore que solo beneficia a un grupo minúsculo de abogados y cuyo impacto en el PIB nacional es ínfimo, versus el riesgo de ver pisoteado el nombre de Panamá por todo el planeta.
No es necesario que responda a dicho planteamiento toda vez que, el tsunami que hemos sufrido y seguimos padeciendo, léase, el escándalo mundial de los infames Panamá Papers que nos ha salido muy caro afectando no solo a nuestra marca país pero que también amenaza con impactar negativamente a otros rubros que sí pesan en nuestro PIB, responde claramente cuál de las dos opciones nos era más beneficioso adoptar.
Sin embargo, los panameños tenemos la mala costumbre de vivir el aquí y el ahora, es decir somos cortoplacistas, y nos cuesta enormemente medir los efectos futuros de las acciones que tomemos o no en el presente. Además, tenemos un chip feudalista incrustado en nuestra psique desde el tiempo de la colonia, ergo no hay manera que los políticos se comporten como estadistas que velan por el bien del colectivo, por el bienestar de la patria, por los intereses de la nación en pleno, pero sí tienden por ese chip feudalista que tienen a velar por los intereses de su manada, de su colectivo político, de sus donantes, de sus familias, y de sus allegados.
Me explico. Así mismo como estamos aprendiendo a las malas y pagando un duro precio que, era más conveniente en el tema de las offshore velar por los intereses de la patria entera, en lugar de exponer al país para velar por el negocio de unas cuantas firmas de abogados, también existen muchos otros temas pendientes que debemos reformar, adecuar y modernizar, pero seguimos velando por los intereses de grupitos en detrimento de la patria.
Por ejemplo, todos sabemos que no podemos seguir con la Constitución desfasada de la dictadura militar, pero el presidente Juan Carlos Varela como todos sus antecesores prefiere incumplir su promesa de liderar un proceso constituyente porque considera más sabio velar por los intereses de la clase política en detrimento de los intereses de la patria.
En cuanto a la ley de contrataciones públicas, tenemos otro claro ejemplo de cómo quienes dirigen Panamá prefieren exponer el país al escarnio público, antes que hacer las reformas que Panamá necesita para fortalecer la transparencia y buenas prácticas. Entiéndase, prefieren dejar las puertas abiertas para que empresas cuestionadas por corrupción y lavado de dinero como Odebrecht puedan participar en actos públicos aunque eso violente nuestra imagen internacional y lesione nuestro patrimonio por el riesgo que implica transar con una empresa cuya liquidez va en declive.
Con relación al tema electoral, todos sabemos que es preciso acabar con la hegemonía de los donantes secretos que distorsionan con sus grandes finanzas el torneo electoral comoquiera que inclinan con sus aportes la balanza a favor de sus candidatos que les retribuyen con creces su inversión una vez llegan al poder, nutriéndose con ésta práctica nefasta el clientelismo y la corrupción. Sin embargo, quienes dirigen el país prefieren mantener el statu quo en detrimento de la nación que no supera la corrupción, el clientelismo político y el populismo.
Así por el estilo existen un sinnúmero de ejemplos que ilustran la mentalidad estrecha de nuestros dirigentes políticos y líderes empresariales que se resisten a adecentar el país e insisten en aprender a las malas cuando el daño ya está hecho.
Carreteras que no se construyen con la calidad y capacidad para que duren muchas décadas, porque “es mejor” construirlas de pobre calidad para que se dañen todos los años y así asegurar el negocio de un grupito que vende materiales; tala indiscriminada que está acabando con el Darién, la cual no se combate porque “es mejor” permitir que un grupito lucre en detrimento de todo el país que pierde su principal pulmón; un sistema educativo mediocre y pésimo que nos resta competitividad como nación, pero es mejor para ese grupo de enanos mentales que nos desgobiernan desde 1903 hasta la fecha, perpetuar la mediocridad de las masas para que dependan de los subsidios y mantener así el populista sistema de clientelismo político; una pronunciada desigualdad cuya brecha “es mejor” ampliar antes que cerrar atrasando el desarrollo humano de nuestra nación, porque un grupito de las clases dominantes no quiere que sus hijos que tienen muchos recursos económicos y disponen de todas las ventajas para estudiar en las mejores universidades del mundo, tengan competencia; etcétera, etcétera, etcétera. Así “funciona” nuestro país, con esa visión miope, con ese chip feudal, con esa mezquindad innata, y tal parece que aprenderemos las duras lecciones de la vida a las malas y pagando un alto precio como nos demostró el tema de los infames Panamá Papers.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
«Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes». Albert Einstein.