Por: Erick Simpson Aguilera
Ésta semana de bombardeo mediático de escala mundial continuo contra Panamá constituye uno de los ataques más feroces y de las pruebas más grandes que hemos tenido que enfrentar los panameños. Panamá se ha enfrentado a embargos, invasiones y demás atropellos de la potencia del norte, pero en está ocasión aunque el ataque no es bélico es devastador y de mayor escala toda vez que, nos enfrentamos al mundo entero, y basándose nuestra economía en el sector servicios, no podemos darnos el lujo de que la imagen y la reputación de Panamá se vean laceradas.
Así las cosas, mientras nos recuperamos los panameños del vendaval, es preciso que reflexionemos sobre el verdadero por qué de tamaño ataque en contra nuestra, y de que nos preguntemos a quién beneficia el escándalo de los mal llamados Panamá Papers, y quién es la mano que mece la cuna cual titiritero para recoger los despojos de éste ataque tan despiadado en contra de nuestra nación.
Es preciso señalar que, existen cuestionamientos acerca del proceder del Consorcio de Periodistas Investigativos (ICIJ), comoquiera que no han actuado con la transparencia que alegan tener, en el sentido de que a diferencia de Wikileaks, no han hecho pública la documentación que poseen de forma fraudulenta cabe destacar, toda vez que se obtuvo producto de un hackeo a la base de datos de la firma Mossack Fonseca, y solo publican los nombres de los personajes que ellos unilateralmente deciden exponer a la vergüenza mundial, mientras ocultan a otras figuras de renombre que es preciso proteger por mandato de quién sabe quién. De pronto por mandato de los “donantes” que financian al consorcio en cuestión, a saber, el gobierno de USA (USAID), George Soros (Open Society), etcétera.
El tema es que, tal parece que los 11.5 millones de documentos hackeados al bufete Mossack Fonseca, serán utilizados de forma sesgada, malintencionada, política, y vaya usted a saber con qué fines oscuros, cual si dichos documentos fueran un arma para el chantaje, torcer voluntades y castigar a los enemigos de los dueños de la información, exponiéndolos al escarnio público.
Es importante señalar que, Wikileaks comparte ésta tesis y así lo hizo saber en su cuenta de Twiter:
Dicho eso, los panameños que somos los más afectados con éste escándalo, debemos entender y dimensionar la clase de trama conspirativa y mafiosa de escala mundial en la que estamos metidos y mediante la cual se pisotea el nombre de nuestra patria por todo el planeta un día sí, y otro también.
Por eso no sorprende la reacción oportunista de la OCDE y de Francia que se han ensañado contra Panamá cual si nuestro país fuera el responsable y debiera pagar por las acciones de una firma de abogados que opera en 35 jurisdicciones diferentes, algunas de las cuales son miembros de la OCDE como USA, y nadie de la OCDE le ha pedido cuentas a esas otras jurisdicciones por permitir las operaciones de Mossack Fonseca en sus fronteras, como sí nos las piden a todos los panameños al castigar a nuestro país y bautizar con su nombre el escándalo, lo cual nos ha perjudicado grandemente y amenaza con hacer añicos nuestra marca país y otros rubros pilares de nuestra economía.
Estigmatizar a toda una nación por el actuar de una firma de abogados, es tan desproporcionado y perverso que equivale a que el mundo entero catalogara a Francia de ser un país que promueve el terrorismo por ser algunos de sus ciudadanos conocidos terroristas.
No se puede jugar así con el nombre, la dignidad, la imagen, y el futuro de todo un pueblo, de toda una nación, sacrificándonos a los panameños como chivos expiatorios de la guerra que tienen las potencias por hacerse con el control del sistema financiero mundial y otras aristas de orden geopolíticas (ataque a Rusia, etcétera) en torno al odiosamente denominado Panama Papers.
De eso se trata, de la OCDE haciéndole los mandados a USA como buenos sátrapas del imperio yankee que son, comoquiera que, el tal Michel Sapin se niega a responder el por qué no ataca con el mismo ímpetu con el que ataca a Panamá a los paraísos fiscales de USA (Delaware, Wyoming, Nevada), UK (Londres y 24 jurisdicciones opacas), Alemania (Frankfurt), etcétera. Esa es una pregunta muy incómoda para Francia y la OCDE en pleno, porque los deja en evidencia y los desenmascara como los grandes hipócritas, falsos, y serviles que son.
De modo que, Panamá y nuestro gobierno deben entender a lo que nos enfrentamos para establecer una estrategia de defensa adecuada que salvaguarde los intereses, imagen y nombre de nuestro país, y saber cuándo toca replegarse para evitar un daño mayor, porque no se trata de empantanarnos en una guerra quijotesca que no podamos ganar del tipo Panamá vs el mundo entero. En buen castellano, si tenemos que sacrificar el negocio de las empresas offshore para salvar nuestra economía que está siendo atacada, nuestro nombre y marca país, pues tocará ponerlo en balanza, porque no podemos desafiar al mundo entero, lo que no implica que debamos quedarnos de brazos cruzados ni pasar por alto la afrenta de Francia que se beneficia de nuestros mega proyectos licitando con sus empresas acá, mientras trata de perjudicarnos declarándole la guerra económica a Panamá y pisoteando nuestro nombre para afectarnos lo más que puedan. De manera que, a Francia en particular sí hay que aplicarle la ley de retorsión sin titubear.
Finalizo aclarando que, no apoyo la evasión fiscal, ni las guaridas para ocultar fortunas, ni las lavanderías de dinero sucio, ni tengo por qué defender a la firma Mossack Fonseca, etcétera; que considero que se debe transparentar el sistema financiero mundial, pero incluyendo a todos los actores; no desmantelando solamente a algunos paraísos fiscales para potenciar a otros, dejando así el monopolio a USA y a sus socios -por no decir a sus esbirros-. Lo aclaro porque luego hay gente malintencionada que le gusta inventar cosas que no he dicho, descalificar en base a embustes, o simplemente tienen problemas de interpretación cuando leen porque son muy básicos y entienden lo que les da la gana para tratar de difamarlo a uno.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.