Por: Erick Simpson Aguilera
La privatización del agua y otros servicios públicos es la única manera de lograr una gestión óptima de dichos servicios; el Estado es un pésimo administrador; los costos bajarán y la calidad y cobertura de los servicios aumentarán en gran manera; y demás hierbas aromáticas, escucharán argumentar a los teóricos de la privatización.
No obstante apreciado lector, lo que no te dicen esos gurús que predican la privatización de los servicios públicos como si ésta fuera la última panacea, ya sean sus predicas por convicción, o por venderse al mejor postor que los contrata como expertos desinformadores con capacidad de confundir a la opinión pública y lograr el objetivo de vender la privatización como la solución a todos los males, es que existe una incongruencia irreconciliable entre los conceptos privatizar y servicio público.
Me explico. El fin de la prestación de un servicio público es satisfacer una necesidad ciudadana de índole social, entiéndase lograr el bienestar común, mientras que el fin de los bienes o servicios prestados por la empresa privada es adquirir una ganancia.
Por otra parte, tampoco te explican los defensores de la privatización del agua, por qué el Estado no es capaz según ellos de gestionar dicho tema, y qué se supone de acuerdo a su privilegiado saber que sí es competencia del Estado. ¿Será que el Estado solo sirve para clientelismo político, populismo, y demás hierbas electoreras por el estilo, pero no para gestionar adecuadamente el agua? Porque tal parece que ese mito solo nos lo creemos los acomplejados del tercer mundo que le seguimos el juego a los países desarrollados que nos etiquetan como seres inferiores mientras ellos estatizan y aseguran sus reservas hídricas. Al final del artículo ampliaremos sobre el tema del agua en Europa.
En cuanto a Panamá se refiere, si el agua del Lago Bayano, o de cualquier otra fuente nacional es privatizada con el formato o disfraz que sea, llámese concesión o cómo quieran llamarle, dificulto que el norte de la empresa privada que gane la concesión sea el de satisfacer el suministro de agua a ricos y pobres por igual, en la ciudad o sitio más remoto de la geografía nacional, máxime si dichas regiones apartadas están habitadas por panameños en condición de pobreza general o extrema, lo cual se entiende comoquiera que las empresas privadas están para generar ganancias y no para resolver los flagelos sociales que sufre el país canalizando aguas a zonas que no les representan ganancia económica, razón por la cual considero que las empresas privadas debieran dedicarse a crear sus propios rubros, a patentizar un logro tecnológico e innovador, a inventar algo de utilidad cuyo valor agregado les permita competir en los mercados, etcétera, y dejar que el Estado se encargue de atender los temas que son de su ámbito exclusivo, léase, suministro de agua y otros derechos humanos por el estilo.
Así como lo leen estimados lectores, y lo enfatizo en mayúsculas cerradas: EL AGUA ES UN DERECHO HUMANO, NO UNA MERCANCIA, BIEN, NI COMMODITY PARA LUCRO PRIVADO EN DETRIMENTO DE LAS VIDAS QUE NO PUEDAN PAGAR POR UN RECURSO CARO.
Así las cosas, es menester señalar que, el tema que nos ocupa es de una profundidad tal que rebasa la superficialidad con la que es debatida en los medios de comunicación panameños.
Por ejemplo, usted nunca escuchará de labios de los teóricos de la privatización acerca de los experimentos fallidos en materia de privatización como el de la denominada “Guerra del Agua” acontecida en Bolivia. Razón por la cual a manera de docencia les posteo el siguiente extracto tomado de la web:
“En septiembre de 1999, impulsada por el Banco Mundial, la multinacional Bechtel firmó un contrato con Hugo Banzer, presidente y antiguo dictador de Bolivia, para privatizar el servicio de suministro de agua a Cochabamba. El contrato fue oficialmente adjudicado a una empresa denominada Aguas del Tunari, un consorcio empresarial formado por Bechtel (que participaba con el 27,5 por ciento), la empresa norteamericana Edison, las empresas bolivianas A. Petricevich y S. Doria Medina, así como el consorcio español Abengoa S.A. (que participaba con el 25 por ciento). Poco después, surgieron quejas sobre el aumento de las tarifas del agua (servicio del que se carecía hacía varios años en la ciudad); las mismas se habían elevado en más de un 50 por ciento. Todas estas acciones culminaron en las protestas de la guerra del agua de 2000. Muchas personas se vieron obligadas a retirar a sus hijos de las escuelas o a dejar de visitar médicos como consecuencia de los precios del agua. Se declaró la ley marcial y la policía boliviana mató al menos a una persona (Víctor Hugo Daza, de 17 años) e hirió a 170 participantes en las protestas. En medio del colapso de la economía nacional y el aumento de los disturbios, el gobierno de Bolivia rescindió el contrato con Bechtel.
En 2001, la empresa de ingeniería Bechtel inició un proceso legal contra el gobierno de Bolivia, reclamando indemnizaciones por daños por valor de 25 millones de dólares. Bechtel argumentó que el contrato únicamente le permitía administrar el sistema de aguas, que era un servicio deteriorado y que había sido el gobierno local quien había subido los precios del agua. La batalla legal atrajo la atención de los movimientos anticapitalista y anticorrupción. Este tema es tratado en el documental canadiense realizado en 2003 La corporación (The Corporation, en su título original, y Corporaciones. ¿Instituciones o psicópatas?, en España) así como en la propia página web de Bechtel. En enero de 2006, Bechtel y otros socios internacionales retiraron la demanda contra el gobierno boliviano después de intensas protestas”.
Interesante, ¿verdad?
Tampoco escuchará usted apreciado lector, un análisis en los medios de comunicación convencionales, de labios de los “expertos”, voceros, gurús, «genios», y demás teóricos de la privatización, explicando el por qué Panamá y el resto de países subdesarrollados tenemos que privatizar el agua mientras países desarrollados como Alemania, Países Bajos, e Italia han estatizado las empresas de agua y saneamiento.
Interesante, ¿cierto?
En cuanto a Francia se refiere, jamás dirán éstos iluminados teóricos de la privatización que no obstante ser dicho país la sede de las mayores multinacionales del agua, muchas ciudades han rechazado la privatización, ni tampoco mencionarán los gurús en mención que en 2010 el Ayuntamiento de París decidió remunicipalizar los servicios de agua, que llevaban 25 años en manos de las dos principales empresas francesas, a saber: Suez y Veolia, lo que significó una disminución del precio del agua en París provocando un debate en otras ciudades francesas como Burdeos.
Mucho menos escuchará usted estimado lector, acerca de los referéndums realizados en Uruguay en 2004, e Italia en 2011, en los cuales los ciudadanos votaron por el control social de los recursos hídricos, con el 60 y 95 % respectivamente. De eso no hablan los “expertos” en Panamá. Acá nos conformamos con que sea el gobierno quien exclusivamente decida qué hacer y cómo disponer de nuestro principal activo y más valioso recurso de todo el planeta, léase, el agua, porque nuestra única preocupación verdadera es el carnaval y creemos que la vida consiste en rumbear y gira en torno al relajo, culecos y demás expresiones culturales que nos retratan tal cual somos y ni siquiera la sequía, el zika, etcétera, nos hacen madurar como nación y demostrar algo de cordura aunque sea una vez en la vida.
En fin, la guerra por el agua ya comenzó y es un tema planetario que rebasa -obviamente- nuestras fronteras patrias, el cual debe verse en su contexto global, con preguntas claves cómo son:
- ¿Cuáles son las empresas transnacionales que se están apoderando de las fuentes de agua del planeta, cómo lo logran, y con qué propósito?
- ¿Cuáles son los países del mundo qué han privatizado el recurso hídrico y cuáles no lo han hecho y el porqué de ambas decisiones?
- ¿Es verdad que el Banco Mundial y el FMI presionan a los países subdesarrollados para que privaticen el agua?
- ¿Es cierto que el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) están presionando a Grecia y Portugal para que privaticen el agua a cambio de ayuda (rescate) para salir de la crisis financiera?
- ¿Es cierto que en algunos Estados de USA como por ejemplo: Washington, Utah y Colorado es prohibido cosechar agua de lluvia porque la ley alega que la misma es privada?
- ¿Por qué motivo se ha condenando al abandono y colapso programado con alevosía al IDAAN, siendo el agua un asunto estratégico de Estado que puede dar al traste con la seguridad nacional?
- ¿Cuál es el inventario hídrico de Panamá y cuál es la demanda local estimada para diversos usos actualmente y de aquí a 20, 40, 100 años, etcétera?
- ¿Por qué los ciudadanos panameños somos tan dóciles, ingenuos y manipulables que nos creemos el cuento de que éste tema debe ser decidido exclusivamente por el gobierno y no sometido a un referéndum como procede en un país democrático siendo el agua un recurso de vida o muerte y patrimonio de todos los panameños y no de un partido equis o grupo empresarial en particular?
Despierta panameño y no permitas que por ánimo de lucro o presiones foráneas jueguen con el agua, léase, con la vida de todos nosotros. No a la privatización del agua.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
A continuación dos documentales imperdibles sobre el tema en cuestión y un PDF que desenmascara con claridad el tema de la privatización del agua.