Por: Erick Simpson Aguilera
Confieso apreciados lectores que, a veces opto por dejar de escribir sobre el quehacer nacional y de opinar en las redes sociales acerca del acontecer consuetudinario en la fauna política panameña la cual se torna cada día más circense y surrealista, para tratar de desintoxicarme de tantos escándalos y despropósitos que rebasan la capacidad de aguante de cualquiera y desgastan mental y espiritualmente a quienes nos vemos inmersos en ese mar de corrupción, politiquería, y escándalos de los más variopintos que amenazan con anegarnos por desempeñarnos como comentaristas, blogueros, twiteros, etcétera.
Sin embargo, me acontece lo del profeta Jeremías cuando dijo lo siguiente:
Jeremías 20:9
9 Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.
Dicho eso, lejos de tirar la toalla, aquí estamos otra vez para aportar mi granito de arena a favor de mi patria y compatriotas.
Así las cosas, les hago saber estimados lectores que, llevo semanas preguntándome: ¿qué nos pasa a los panameños? ¿qué nos dieron a beber que somos tan dóciles y no reaccionamos ante el descalabro de las instituciones políticas del país que colapsan ante nuestros ojos sin darnos por aludidos? ¿qué tan severo es el daño que nos ha causado el pésimo sistema educativo, la cultura del juega vivo, el paternalismo, la dictadura militar, la invasión estadounidense y los corruptos gobiernos post-invasión, que hemos perdido el espíritu de lucha del que hacían gala los mártires de 1964?
Con relación a lo que sucede en la Corte Suprema de Justicia, a saber, acusaciones, intromisiones, reelecciones extrañas, etcétera, reconozco que no hallo una palabra precisa que pueda describir ese cuadro tan patético y desalentador comoquiera que el grado de corrupción y manipulación de la justicia denunciado no por mí, pero sí por un propio magistrado de la corte, rebasa los límites de lo permitido aún para sociedades habituadas a la corrupción gubernamental como es la panameña, y sin embargo no salimos a protestar y tomarnos las calles para que éste relajo se termine de una vez por todas. En otros lares por menos, los magistrados hubiesen sido obligados a dimitir.
Sí, yo sé que el hecho de que el magistrado Harry Díaz haga fuertes acusaciones en contra de sus colegas de la corte, no significa que demos a los acusados por culpables sin demostrarse sus supuestos yerros, pero, el hecho de que la Asamblea Nacional no le dé curso a las investigaciones respectivas, y que por otro lado la corte se resista a investigar las partidas circuitales administradas por los diputados en el pasado quinquenio que son del orden de $ 416,678,206.00 millones de dólares, nos obliga a los panameños a darle credibilidad a las acusaciones en mención, en lugar de darle un voto de confianza a la desprestigiada corte que tiene mucho que explicar pero se libra de rendir cuentas por el contubernio que tiene con la asamblea de diputados que cual pacto de no agresión se hace de la vista gorda demostrando la severa crisis institucional que azota a los Órganos del Estado que coquetean con el desastre y colapso.
Siendo ello así, todavía no acabo de entender cómo 4 millones de panameños permitimos que 9 magistrados desestabilicen todo el sistema de justicia con las implicaciones negativas que eso significa para el desempeño económico y social de la patria entera toda vez que, un país sin un sistema de justicia funcional cuyos administradores de justicia pierden la confianza de la ciudadanía por tamaño escándalo, no ofrece garantías a los ciudadanos ni a las empresas comoquiera que la justicia se torna susceptible de ser manipulada a favor del infractor o en contra del inocente, sembrando esa fragilidad judicial la sensación de un país sin ley donde los ciudadanos tienen que defenderse a su manera, lo cual espanta la inversión como bien señala el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial que califica a Panamá como uno de los peores países en el mundo en materia de independencia judicial.
Así las cosas, soy de la opinión que los 9 magistrados de la corte deben renunciar, y ser reemplazados no por quienes nombre el presidente de la republica con la asamblea, sino mediante un mecanismo nuevo que garantice mejores resultados que los vistos hasta ahora que son muy pobres; y si hay que modificar la Constitución para ello, pues que se haga porque nos estamos jugando la estabilidad y paz social del país con éste relajo de los politiqueros que tienen secuestrada a nuestra patria.
En cuanto al Órgano Ejecutivo se refiere, es menester señalar que, los panameños seguimos sufriendo la politiquería, el populismo, corrupción, demagogia y demás hierbas aromáticas de pasadas administraciones que no han sido erradicadas de la vida política nacional y por el contrario, el gobierno en turno ahora justifica lo que antes criticaba del gobierno CD, y no solo eso, pero también imita al CD cuando descalifica a quienes piden cuentas tildándolos de esbirros, pecadores, demonios, ridículos y demás epítetos por el estilo.
Que el cambio de nombre del PAN a DAS no soluciona nada, ni borra el manchado historial de dicha institución, es obvio; que por las compras fraccionadas están detenidos varios exfuncionarios pero ahora se justifican dichas compras abreviadas si son realizadas por funcionarios del actual gobierno, manda un mensaje nefasto y constituye un atentado contra la transparencia y las buenas prácticas, es notorio; que el nepotismo de éste gobierno es un insulto y desafío al pueblo panameño por implicar el mismo que el país sigue siendo una finca privada del partido que se hace con el poder, es innegable; que los dos principales ejecutivos de las empresas Odebrecht, y FCC las cuales ganan la mayoría de las licitaciones multi-millonarias con el pasado y el actual gobierno, estén presos en sus países por escándalos de corrupción mayúsculos, pero nuestro gobierno alegue que en Panamá sí son pulcros e impolutos sus negocios, raya en el más burdo cinismo y es una burla a nuestra inteligencia.
En fin, ese es el país que tenemos; una nación en franca descomposición moral por la severa crisis de valores que sufre; un país en donde no obstante el peligro de la infestación a las masas aglomeradas por el carnaval con gripe H1N1, virus zika, dengue, chikungunya y demás pandemias, el gobierno no toma las medidas para suspender el mencionado carnaval que además impactará negativamente a las zonas de Azuero afectadas por la severa sequía, porque para el gobierno populista, sin liderazgo, ni responsabilidad, es mejor exponer a la población a una pandemia y agravar la crisis del agua, que pagar el costo político o hasta económico -si se quiere- de suspender los carnavales.
Si usted apreciado lector piensa que estoy siendo muy duro con el gobierno y exagero, explíqueme cómo es posible que el gobierno se haya dado a la tarea de detectar fuentes de aguas para autorizar la extracción en 22 puntos a nivel nacional para uso recreativo durante los carnavales, pero no es capaz de detectar puntos de extracción de agua para hacerle frente a la gran sequia que sufren esas mismas regiones afectadas del país.
Solo en republicas bananeras y circenses como la nuestra se ven éstas clases de incoherencias que rayan en lo más absurdo y surrealista y rozan el esperpento.
Finalizo recomendándole al gobierno que así como es tan diestro y hábil para detectar fuentes de aguas para carnavalear en plena época de sequía, que proceda a detectar fuentes de aguas para canalizarlas a las regiones vulnerables y garantizar el consumo 24/7 a todo el país sin necesidad de concesionar (privatizar) nuestros recursos hídricos a terceros para que lucren privadamente con lo que nos pertenece a todos los panameños.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
Puntos de extracción de agua cruda autorizados por MIAMBIENTE:
Gaceta oficial: «Que establece medidas para el uso de agua cruda para uso recreativo durante el carnaval y otras festividades, durantre la estación seca»: https://www.gacetaoficial.gob.pa/pdfTemp/27956_B/54492.pdf
4 pensamientos en “¿Qué nos pasa a los panameños?”
Rogelio Tribaldos
Estimado Señor Aguilera,
Traté de enviar un comentario a su artículo ¿Qué nos pasa a los panameños?, sin éxito.
Me tomo la libertad de hacérselo llegar aquí:
……….
Estimado Señor Aguilera,
Acabo de pasar por la experiencia de dialogar, si me permite este eufemismo, con otros comentaristas en periódicos nacionales. El nivel cultural del intercambio de argumentos es extremamente bajo, lo cual no permite a gente seria participar en esos debates que, de otro modo, podrían contribuir con la educación pública, por el temor de que no saquen otro resultado que el ser insultados. Se trabaja con ataques personalistas y ofensivos y hasta utilizando un vocabulario obsceno.
A pesar de esta realidad, es importante que personas como Usted no tiren la toalla pues algo va quedando si se mantiene uno al frente de esta importante lucha por la salud mental de nuestra sociedad. Leo y participo igualmente en periódicos europeos españoles, alemanes y suizos, y me di a la tarea de comparar el nivel lingüístico, el grado de conocimiento del tema, el trato que se da virtualmente a un extraño y la cultura del debate que se acostumbra en esos medios y veo que en Panamá tenemos todavía mucho camino por recorrer.
Usted pregunta que ¿qué nos pasa a los panameños? Un dicho alemán dice que “el diablo reside en los detalles”. Ese detalle de la cultura del debate podrá parecer insignificante para muchos, pero creo sinceramente que ella refleja hasta cierto grado el nivel de desarrollo de nuestra gente como colectivo. De allí se desprende otra pregunta: ¿Qué hacer para contrarrestar esta realidad? ¿No debería ser parte de las obligaciones de un periódico velar por un mínimo de decencia en los hoy inevitables foros? No sé.
Otro ejemplo es el comportamiento del conductor en las atoradas calles de nuestra capital. A veces pienso que la licencia de conducir debe ser muy fácil de obtener. Quizá lo peor no sea la falta de respeto al reglamento de tránsito (desconocimiento de las luces direccionales, rebasar en la autopista por la derecha, conducir a baja velocidad por la izquierda en ese tipo de carretera, uso innecesario e irresponsable de las luces altas, abuso de la bocina, etc.), sino más bien la forma tan natural con la que la gran mayoría de los participantes en el tráfico se comportan según la cultura del “juega-vivo”. También esa mentalidad – difundida en casi todos los niveles del quehacer social – dificulta el avance de la sociedad en su conjunto. Vale también aquí la interrogante de ¿qué hacer?
La forma tan agresiva en discusiones entre personas que se ven físicamente es otro ejemplo de detalles en los que el “diablo reside”. Es difícil terminar una frase sin que uno sea interrumpido, muchas veces desviando el tema a otros campos más personalizados. La persona interrumpida se resiste a ceder la palabra alzando la voz lo cual crea el mismo efecto en la persona interruptora; el resultado es que no hay diálogo ni debate, sino un ruido entre ciegos y sordos. El provecho del intercambio de ideas es casi nulo.
Menciono estos pocos ejemplos para preguntarme que si los grandes cambios en la sociedad se dan al nivel más alto o más bien en las guaridas del diablo, quien, según los alemanes, no se lo encuentra tan fácilmente en las grandes salones, aun cuando, como diría Hegel, la verdad se manifiesta más en el todo que en sus partes.
¿Por qué somos “dóciles”?, pregunta Usted. Si cada uno de nosotros basa su comportamiento en la ‘filosofía’ del juega-vivo, entonces el consenso es cero. Para la rebelión se necesita un terreno más o menos común. La historia demuestra que esa primitiva cultura de velar únicamente por el propio beneficio lleva directamente a la corrupción y a la decadencia; basta con leer un poco sobre la caída del Imperio Romano. Parece ser cierta la tesis de que, si permitimos que el juega-vivo sea considerado poco más que una forma jocosa de comportarse («así somos los panameños»), sin darnos cuenta que con ello abrimos el portón a la corrupción y esta tenderá a inundar la vida social y, por ende, política y jurídica de la nación. Vuelvo al detalle (en el que, como dicen los alemanes, vive Mefistófeles) para osar la frase de que podemos disminuir la corrupción combatiendo y estigmatizando el juega-vivo en sus miles manifestaciones en lo cotidiano. Otra vez: ¡no sé…!
Saludos cordiales,
Rogelio Tribaldos-Alba
Löwenstrasse 40
8021 Zurich / Switzerland
erick507
Gracias por el gran aporte Rogelio.
Saludos cordiales.
Franklin Jose Guinard Jurado
Les felicito porque ambos estan en lo cierto, no solo los panameños tienen este virus que destruye, enferma y trastoca todo. Cuando el ser humano pierde su norte se auto destruye. Recordemos somos animales con inteligencia y voluntad, poca diferencia de las otras especies. Como motivo de informacion las especies que emigran por todos los continentes tienen un gran sentido de orientacion, saben donde esta el norte, el sur aprovechan los vientos y nos quedamos perplejos por el orden y la organizacion que tienen. Nuestra actual civilizacion con tantos adelantos tecnologicos cada dia se enfrenta a muchos problemas de la conducta, de la esencia de la vida, de los valores, del respeto de uno para los otros. Que nos damos cuenta sin tantos rodeos. Tenemos una sociedad en decadencia. La FAMILIA PAMAMEÑA ESTA EN CRISIS, ESTA ENFERMA, MINADA POR TANTAS INFLUENCIAS NEGATIVAS, EN TODOS LOS NIVELES SOCIALES, POLITICOS Y ECONOMICOS. QUE DEBEMOS HACER UN CAMBIO DE ACTITUD TOTAL PARA LOGRAR UN MEJOR FUTURO PARA LAS FUTURAS GENERACIONES. Y AUNQUE MUCHOS NO LO CREAN BUSQUEN A DIOS. Y PUNTO.
Saludos y Felicitaciones Erick
erick507
Gracias Franklin.
Saludos.