Por: Alfredo Motta.
Queridos amigos,
Tengo amigos hondureños, salvadoreños, venezolanos y mi cuñado es nicaragüense; he aprendido de ellos que el descalabro socio económico de un país empieza cuando los decentes son indiferentes y los facinerosos se aprovechan para pescar en río revuelto.
Los maleantes de la política empiezan financiando y realizando ataques mediáticos y psicológicos, difamando y vociferando en contra de los grupos empresariales más exitosos, luego seguirán contra los demás empresarios.
Mientras tanto, los mafiosos también financian manifestaciones en las cuales se violan las libertades y los derechos humanos, cerrando vías y coartando la libre circulación, especialmente en sitios estratégicos del país como vía interamericana, puentes, acceso a hospitales y a aeropuertos.
Simultáneamente, políticamente promueven ilusiones, espejitos de colores populistas, sueños de opio surrealistas que tristemente los menos afortunados se creen concediéndoles su voto en elecciones populares democráticas. Es así que estos rufianes llegan al poder utilizando el sistema democrático actual y una vez están en el gobierno realizan cambios descarados para enquistarse y no dejar de mandar; es allí donde empieza la debacle hasta que no tengan más opción que algunos, los que pueden y por lo general las mentes más brillantes, salir a vivir fuera del país.
El gobierno pasado fue una mafia, denigró el buen nombre del empresario, nutrió el resentimiento social y hoy hay algunos promoviendo la lucha de clases.
El gobierno actual continúa con el populismo, aumentando subsidios innecesarios y faltando a las promesas de campaña que muchos sabíamos que serían imposibles de cumplir.
Además, las organizaciones empresariales se quedan calladas, indiferentes, cuál sedadas o dormitando; quizás por estar muchas infiltradas por miembros corruptores en complicidad con los funcionarnos corruptos. Para colmo de males, existen hoy muchos lobos vestidos de ovejas, piratas mercenarios del comercio, que continúan ensuciando el nombre de los empresarios y tratando de realizar hoy las prácticas de corrupción del pasado.
Mientras tanto, en su mayoría la clase media, que son los que pagan impuestos, sufre las carencias de servicios básicos y recibe una educación paupérrima, que limita sus oportunidades, incrementando la abismal inequidad.
La sociedad en general o no ve o cree que al no involucrarse los problemas se irán por arte de magia; como el avestruz que mete la cabeza en un hueco.
Si atacan a los emprendedores, trabajadores honestos, a los que ayudan a los demás y a los que son gente de familia, entonces vivimos en una sociedad verdaderamente podrida.
Un fuerte abrazo,
Alfredo Motta.