Por: Erick Simpson Aguilera
1- ¿Qué nos pasó a los panameños?
2- ¿Cuál es el proyecto de la nación panameña a corto, mediano y largo plazo?
3- ¿De hecho, existe algún proyecto de Estado, o será que los panameños sufrimos de miopía severa y vivimos el día a día improvisando y coqueteando con un naufragio nacional cual barco a la deriva sin capitán, puerto de destino, ni rumbo fijo?
4- ¿Cuál será el legado de la presente generación a las futuras generaciones? ¿Heredarán de nosotros una mejor nación, un país desarrollado, viable y sostenible, o por el contrario les dejaremos un país deficitario en todos los sentidos, léase, en ruina política, social, moral, y económica?
Las anteriores y muchas preguntas más de igual talante, son interrogantes que asaltan mi mente a menudo y me impiden pecar de iluso cual optimista sin fundamento sólido que vive auto-engañándose y de espalda a la realidad creyendo que el país marcha bien y por derroteros de desarrollo, cuando la verdad es que la situación actual de Panamá en todos los órdenes, a saber, política, social, moral y económicamente, no invita a lanzar fuegos artificiales, y muy por el contrario, es preocupante.
Lo triste es que la gran mayoría de los panameños están conscientes de lo que hablo y sin embargo se sienten desconectados de cualquier responsabilidad y apuntan el dedo acusador exclusivamente hacia la clase política.
Sí, es cierto que la mencionada clase política es la gran responsable del caos que vive el país, el cual llegó a su cenit durante el gobierno pasado cuyos escándalos de corrupción rebasaron todos los estándares de la politiquería criolla dada a los mismos menesteres de saquear a la patria pero nunca a tales niveles sin parangón que ruborizan aún a conocidos personajes politiqueros nada santos y cuyos historiales poco kosher son del dominio público.
También es cierto que el actual gobierno lejos de romper con los vicios y malas artes de la politiquería panameña que dieron al traste con la institucionalidad democrática el pasado quinquenio, sigue utilizando el mismo libreto -a menor intensidad pero igual de dañina- al practicar el nepotismo, amiguismo, favoritismo hacia sus copartidarios, poca transparencia y nula rendición de cuentas, asociándose con empresas de la talla de Odebrecht, y una serie de etcéteras por el estilo.
Sin embargo, la situación actual de la nación panameña rebasa el ámbito político y trasciende a todas las esferas comoquiera que, Panamá sufre una crisis de valores integral que pareciera afectar a todos los sectores y fuerzas vivas que constituyen el país, a saber, los tres poderes del Estado, empresarios, trabajadores, banqueros, profesores, maestros, estudiantes, doctores, enfermeras, sociedad civil, ciudadanos de a pie, gremios profesionales, asociaciones, juventud, grupos indígenas, iglesia, etcétera.
Así las cosas, me pregunto muchas veces si en verdad el resto de los panameños que no nos agitamos en la política partidista, estamos libres de pecados y hemos dado nuestro mejor esfuerzo por el bienestar de la patria, como para lanzar la primera piedra.
Dicho esto aclaro que, en lo que a mí concierne dificulto que haya aportado mi mejor esfuerzo en pro de mi patria en lo que atañe a mi propio ámbito individual, es decir, mejorando aquello que está a mi alcance cambiar, y cultivándome cada día más como persona y ciudadano para así estar en capacidad de canalizar mi potencial individual hacia el bienestar del colectivo cual granito de arena aportado para construir un mejor país para todos. Explicado de manera más sencilla, considero que puedo aportar mucho más a Panamá, que lo que he tenido a bien aportar hasta ahora.
También considero que, criticar es lo más cómodo y sencillo del mundo, pero ejecutar es una tarea muy distinta que desnuda nuestras carencias y nos retrata de cuerpo entero dejando en evidencia si somos perezosos, indolentes, mezquinos, lentos e ineficaces. Razón por la cual trato de aplicar en la presente reflexión, algo de empatía hacia los que administran o administraron la cosa pública, en el sentido de que si lo hubiera hecho yo, cabe la posibilidad que mi desempeño fuera mucho peor que el desempeño de los que se han atrevido a hacerlo, y quién sabe si me hubiera mantenido firme y de pie contra las tentaciones que el cargo conlleva; líbreme mi Dios.
No, no estoy justificando de ninguna manera los exabruptos, yerros y atropellos contra el Estado, cometidos en pasadas administraciones y en la actual, como demuestran los más de 400 artículos que he escrito combatiendo esas malas prácticas. A lo que me refiero es que, la caótica situación social, moral, política, institucional, económica, educativa, etcétera, que sufre Panamá es tan pronunciada que abarca a todos los sectores de la patria sin excluir a panameño alguno, por lo tengo sin lugar a dudas, mi cuota de culpa.
Por ejemplo, si eres un abogado que te da lo mismo la inocencia o culpabilidad de tus clientes y en tu hambre de ganancias eres capaz de defender al mismo diablo y torcer el derecho para perjudicar a tu patria; si eres un comunicador social que te vendes al mejor postor cual mercenario de los medios que tuerce la verdad y desinforma a la población; si eres un medico que labora en el sector público cobrando a tiempo completo, pero cortas tus jornadas para lucrar en el sector privado en horas que cubre el Estado como si estuvieras laborando a tiempo completo; si eres un banquero que lava el dinero de los saqueos cometidos contra el erario público; si eres un empresario corrupto cómplice del saqueo a la patria; si eres un profesor negligente que perpetúas la ignorancia de los pobres cuando trabajas en escuelas públicas, pero en las privadas tu desempeño es de alto estándar y calidad; si eres un miembro de la sociedad civil que como cualquier politiquero partidista usas un doble discurso y estándar al predicar desde la oposición la transparencia y la rendición de cuentas para impulsar tu imagen y así acceder a un cargo público desde el cual haces todo lo contrario a lo que predicabas, y la transparencia y rendición de cuentas de las que tanto hablabas ahora son temas que te incomodan y desprecias; si eres un líder religioso de la iglesia que guardas silencio cómplice cuando la patria es saqueada por el sesgo político que nubla tu mente y roba tu objetividad; si eres uno de aquellos ciudadanos clientelistas y mediocres que reciben con agrado las dadivas de los politiqueros y crees a pie juntillas que saquear el Estado está bien siempre y cuando te toquen algunas migajas del robo a las arcas públicas; etcétera; entonces quizás eres parte del problema más no de la solución; ergo, no estás libre de pecado como para lanzar la primera piedra en contra de nadie.
En fin; no es mi intención agotarlos con las reflexiones que estoy filosofando; aunque pensar con profundidad, ejercitar la mente, la introspección y el autoanálisis, son necesarios y nos ayudan a pisar tierra y así dimensionar en dónde estamos parados para entonces mejorar y avanzar.
De manera que, culmino exhortándolos apreciados lectores, a que reflexionen acerca de nuestro país desde una perspectiva individual y colectiva, toda vez que, si Panamá desde hace mucho tiempo ya, es incapaz de aportar al mundo líderes de la talla de Urracá, Felipillo, Victoriano Lorenzo, “Manuel Amador Guerrero” (era colombiano), Omar Torrijos, Arnulfo Arias; deportistas de la talla de Roberto Durán; poetas de la estatura de Rubén Blades; etcétera, los cuales con todos sus defectos han brillado a nivel nacional y mundial, pero nos destacamos hoy en día por políticos sin escrúpulos y cínicos que en lugar de dar la cara a la justicia que los requiere por múltiples casos de supuesta corrupción, se dan a la tarea de despotricar contra Panamá y atacar al país hablando pestes del mismo en medios internacionales en plena fiestas patrias; si nuestros diputados nos avergüenzan con sus leyes blindaje, festival de almojábano con queso, día del sancocho y la cutarra, y culto a la personalidad para bautizar obras y monumentos con nombres de personas vivas; si los magistrados de la Corte Suprema en lugar de velar por la justicia y el derecho, se constituyen en un obstáculo al hambre y sed de justicia de la ciudadanía que clama y pide cuentas; y si el Órgano Ejecutivo sigue con las mismas malas prácticas de antaño que tanto daño nos han causado; entonces es posible que todo esto sea un síntoma de que algo estamos haciendo muy mal los panameños, de la crisis de valores que sufrimos, de la descomposición del sistema, y de que quizás quienes administran la cosa pública son el vivo reflejo de nosotros mismos (los ciudadanos), demostrando dicho pobre reflejo lo poco que tiene para ofrecer la sociedad panameña actual, léase: nada prometedor, cero liderazgo, y a nadie con la visión de estadista y la estatura moral necesarias para impulsar los cambios que se requieren.
Si usted estimado lector, difiere de mi punto de vista -lo cual es factible toda vez que no soy dueño de la verdad- y considera que el país va bien y que usted sí ha cumplido con el mismo a cabalidad lo que le faculta para lanzar la primera piedra, respeto su parecer, le felicito e insto a seguir aportando su mejor esfuerzo por la patria. Hay que seguir vigilando a los políticos y funcionarios públicos que administran el Estado que es de todos, aunque seamos imperfectos, y con más razón los que se consideran perfectos.
En cuanto a mí, solo digo que Dios nos ayude a enmendar el camino a tiempo, comoquiera que el despeñadero cada día está más cerca.
Saludos cordiales y feliz mes de la patria,
Erick Simpson Aguilera.
3 pensamientos en “Reflexiones en el mes de la patria”
ariana picard-ami
Brillante tu exposición. Admiro tu franqueza, tu profundidad y comparto plenamente tu reflexión.
erick507
Gracias Ariana.
Saludos.
juan
Es una crítica bastante fuerte y dura, que los Panameños, deben tomar en cuenta a la hora de respaldar y elegir autoridades y que la institución del Jurado Electoral, debe exigir ciertos requisitos como certificados de buena conducta en general, para así garantizar en cierto modo un buen gobierno y mejorar la imagen de Panamá…..