Por: Erick Simpson Aguilera
Justo en el medio entre las frías estadísticas y la percepción ciudadana yace la realidad objetiva que ninguna de las dos partes que alegan tener la razón reconocen.
Así las cosas, el ministro de seguridad Rodolfo Aguilera señala que las estadísticas de inseguridad muestran un declive de los crímenes y demás delitos que se cometen en el país. Mientras la ciudadanía siente que el crimen y el hampa campean cada día más en Panamá.
Ahora bien, sin tratar de desmeritar las estadísticas oficiales, debemos reconocer que las mismas no son omnipresentes ni infalibles, comoquiera que quienes llevan estos registros no pueden estar en cada rincón del país registrando, y quienes sufren los delitos no siempre los reportan por miedo a las represalias de las pandillas y demás razones.
De manera que, el margen entre lo que dicen las estadísticas de crímenes y delitos y la realidad es muy amplio como para darle una contundencia a las estadísticas para medir con exactitud el tema de la inseguridad que científicamente no la tiene cuando sacamos de la ecuación la variable de los delitos no reportados.
Razón por la cual, la percepción ciudadana no puede minimizarse tildándose de espuria, apócrifa, poco científica, alarmista y fantasiosa, toda vez que, son los ciudadanos quienes sufren los embates de la delincuencia un día sí y otro también y saben de la fuerza que están tomando las pandillas que se apoderan de los barrios del país con AK-47 (mientras el gobierno sigue hablándonos de estadísticas frías), de los robos, asaltos, violaciones, de las nuevas modalidades de crímenes importados gracias a la irresponsable y permisiva política migratoria, de los secuestros, asesinatos de sus vecinos, familiares, conocidos, etcétera, que suceden cada día con mayor frecuencia (vivo en Juan Díaz y sé de lo que hablo).
Ahora bien, debemos tener cuidado para no caer en el pánico ciudadano provocado por gente malintencionada que por interés político de dejar mal al gobierno y sacar ventaja inundan las redes sociales con toda suerte de testimonios anónimos de presuntas víctimas de delitos con el propósito de espantar a la ciudadanía y vender una imagen falsa de un país que no obstante la innegable inseguridad que sufre -con todo respeto- no es Venezuela, México, Centroamérica, ni Colombia como algunos alarmistas politiqueros quieren hacernos creer por demagogia y oportunismo.
Dicho esto, es preciso que pesemos los audios de supuestos testimonios que nos envían por whatsapp, y las historias de Facebook, Twitter, etcétera, para no caer en el engaño y el pánico provocado sin fundamento creíble. Lo que no implica que todos los casos publicados por estos medios sean falsos, comoquiera que algunos si están documentados y las victimas se identifican plenamente.
Finalizo señalando que, es menester que el gobierno tome el control del país como corresponde, entiéndase, desarticulando desde los cabecillas hasta sus bases a las pandillas, organizaciones criminales y demás, -que solo las autoridades «no conocen» dónde y quiénes las operan- y haciéndose presentes 24/7 en los sitios más poblados del país cual si hubiera una Cumbre de las Américas, eventos en los cuales sí se ponen las pilas los estamentos de seguridad nacional custodiando y controlando toda la nación -de frontera a frontera- hasta reducir el delito a su mínima expresión, para acto seguido dormirse en los laureles nuevamente y cederle terreno al crimen tan pronto se van los invitados.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.