Por: Erick Simpson Aguilera
El gobierno del Ingeniero Juan Carlos Varela tiene todo el derecho de defenderse si sienten que están siendo acusados injustamente, y los ciudadanos tenemos todo el derecho a pedirles cuentas a todos los gobiernos que administran nuestro patrimonio estatal sin temor a ser descalificados ni tildados de conspiradores, enemigos de la patria, y demás hierbas aromáticas por el estilo a las que recurren alegremente todos los gobiernos sin excepción cuando los ciudadanos exigen transparencia y critican la gestión gubernamental.
En lo que a mí concierne, me causa muy mala impresión y me provoca una suerte de déjà vu que me transporta al gobierno pasado, escuchar a algunos voceros del gobierno descalificar a los ciudadanos tildándonos de conspiradores («tratar de hacerle daño a Varela y a Dulcidio» alegan) por exigirle al gobierno que explique por qué se le pagó 7 millones de dólares a la empresa Cobranzas del Istmo no obstante habérsele anulado el contrato con el Estado por violatorio a la Constitución, a pesar de estar dicha empresa morosa con el fisco, y pese a las denuncias en su contra por malos manejos en el caso de los impuestos indebidamente cobrados al Aeropuerto de Tocumen.
En lo particular reconozco y no me da pena decirlo públicamente que yo voté por el Presidente Juan Carlos Varela, lo que no implica la concesión de un cheque en blanco para el gobierno, ni que deba aplaudir todo lo que haga el mismo, ni que asumí un voto de silencio que me convierte en mudo ante las injusticias que pueda cometer el gobierno, ni mucho menos que renuncié a mi independencia de criterio. Ergo si algo no me parece, como ciudadano independiente y pensante que soy, tengo derecho a ejercer mi ciudadanía y a ejecutar mi libertad de expresión exigiéndole al gobierno rendición de cuentas y transparencia, sin que ello me convierta en un «enemigo de la patria» ni en conspirador.
Dicho esto destaco que, es cierto que el gobierno en turno recibió un país sumido en una profunda crisis de valores, golpeado en sus finanzas por la deuda irresponsable que heredó de su antecesor, y con un margen de maniobra limitado por las drenadas arcas del Estado que fueron saqueadas como demuestran los múltiples casos de corrupción que se destapan un día sí y otro también.
También es cierto que éste gobierno a diferencia de todos los anteriores, ha tenido la voluntad de investigar y someter a las autoridades competentes muchos casos de corrupción de alto perfil, lo cual constituye una buena señal de «compromiso» con la justicia y la rendición de cuentas, no obstante existir una percepción más que justificada en la ciudadanía de justicia selectiva.
De manera que, aunque el panorama se muestra sombrío e imperfecto, sigo creyendo que voté por la mejor opción -dada la oferta electoral que no era una maravilla tampoco-, que de ganar cualquiera de las otras opciones no se hubiera investigado absolutamente nada, y que la oportunidad que aún tiene el gobierno en turno para pasar a la historia como uno de los mejores es una oportunidad de oro, pero se requiere de un compromiso verdadero, completo, y no a medias, para lograrlo.
Para tales efectos es preciso que el gobierno se enfoque en un derrotero de compromiso total con la democracia, las buenas prácticas, la institucionalidad, la transparencia, y la rendición de cuentas. Compromiso que hoy por hoy no ha asumido a cabalidad como demuestran los dobles discursos y mensajes confusos de que hacen gala. Me explico:
Si el gobierno nos dice que está «comprometido» en darle un vuelco a las malas prácticas de la politiquería panameña, pero se resiste a cambiar la ley de contrataciones públicas que facilitó el saqueo de las finanzas del Estado, se niega a cerrar el nefasto PAN y nos viene con el viejo truco del cambio de nombre insultando nuestra inteligencia, no exige que se rindan cuentas por los 400 millones de dólares en partidas circuitales que manejaron los diputados, procede a pagar 7 millones de dólares a Cobranzas del Istmo en circunstancias de las más sospechosas, practica y justifica el nepotismo, no cumple con su promesa de consultar antes de realizar nombramientos claves, reniega como todos los gobiernos anteriores de la constituyente que antes prometió impulsar, no muestra interés alguno en auditar en serio la línea 1 del metro sobre la cual se dice que hubo un gran sobrecosto, pero le otorga en un acto público al mismo consorcio la construcción de la línea 2 no obstante el mal antecedente de la empresa FCC con el fiasco de la Ciudad Hospitalaria, y se da el lujo de descalificar a los ciudadanos que exigimos rendición de cuentas tildándonos de conspiradores, entonces resulta muy difícil creer que el compromiso del gobierno actual con las buenas prácticas sea verdadero.
En fin, de la administración actual depende pasar a la historia como el mejor gobierno o ser uno más del montón de los que prometen y no cumplen, predican y no practican, y no se atreven a acabar con el statu quo de la corrupción que nos sumió en el desastre y la crisis que vivimos la cual amenaza con llevarnos al despeñadero institucional, económico, social, y moral. Qué más quisiera yo que este gobierno triunfara y que el Ingeniero Juan Carlos Varela logre el éxito en el desempeño de sus funciones, porque de ser así ganaría todo Panamá y esa es mi verdadera agenda, a saber: el bienestar de mi patria y de todos sus ciudadanos, la prosperidad económica, la justicia social, la equidad, y el desarrollo humano.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.