Por: Erick Simpson Aguilera
Panamá es en teoría una república democrática. Sin embargo, me veo en la necesidad de darles a quienes viven en la ilusión creyendo que somos una república democrática, una buena dosis de realidad, toda vez que, en la práctica tenemos más en común con los feudos o señoríos de la Edad Media que con una república democrática como esta es definida; a saber:
«República: es un sistema organizativo del Estado donde el ejercicio del gobierno recae sobre una o varias personas, elegidas mediante voto popular o parlamentario, por periodos de tiempo limitados, para representar los intereses de los ciudadanos (el pueblo tiene la soberanía y facultad para el ejercicio del poder, aunque sea delegado por el pueblo soberano en gobernantes que elige de un modo u otro). La palabra proviene del latín res publica, que significa ‘la cosa pública’, ‘lo que es común’.
Son elementos comunes que participan del contenido de la definición tradicional que la cultura occidental ha elaborado del concepto “República”:
- La periodicidad en los cargos.
- La publicidad de los actos de gobierno: no es posible el secreto de Estado.
- La responsabilidad de políticos y funcionarios públicos.
- La separación y control entre los poderes.
- La soberanía de la ley.
- El ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone.
- La práctica del respeto, y no la intolerancia con las ideas opuestas.
- La igualdad ante la ley.
- La idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos.
Democracia: Es una forma de gobierno del Estado donde el poder es ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación (directa e indirectamente) en la toma de decisiones políticas. El origen etimológico de la palabra democracia se encuentra en el griego δημοκρατία (democratía), y se compone de los términos δῆμος (démos), que puede traducirse como pueblo, y κράτος (krátos), que significa poder».
Resulta obvio por las definiciones citadas que, Panamá lo único que tiene de república democrática es «el derecho al voto» (desnaturalizado por el clientelismo político, donantes privados secretos, partidocracia, oferta electoral pobre, publicidad excesiva y desigual, etc.), toda vez que, en Panamá el pueblo no es el soberano que pone y depone a sus empleados (si quienes supuestamente nos representan en los cargos públicos cometen abusos de autoridad, son corruptos, o no responden a las expectativas e intereses del pueblo al que se deben, no hay manera de deponerlos mediante un referendo revocatorio), la separación de poderes es un mito y reina el presidencialismo extremo, la igualdad ante la ley es un chiste de mal gusto como quiera que, la «justicia» es benévola, cariñosa, y cómplice con los acaudalado$ y conectados políticamente los cuales gozan de impunidad, mientras es abusiva, implacable, y de lo más arbitraria con los que menos tienen que son las grandes mayorías, etcétera.
Así las cosas, calificamos más como una república bananera, un feudo, un señorío, o una finca privada, que como una república democrática donde impera la ley, la igualdad y la búsqueda del bien común. Dicho sea de paso, sería bueno auditar el Registro Público para conocer quiénes son los dueños (señores feudales) del territorio nacional, y cómo se hicieron con esas propiedades (fincas). Por razones de espacio, no definiré feudo ni señorío, pero invito a los estimados lectores a investigar dichos conceptos para que vean los muchos paralelismos que tienen con nuestra anacrónica organización política panameña heredada -aunque lo neguemos- de la colonia española.
En consecuencia de ello, los vicios propios de este sistema de «gobierno» -por no decir de desgobierno- caótico, saltan a la vista, a saber: corrupción, negociados, enriquecimiento ilícito, clientelismo político, uso ilegitimo de los bienes del Estado, nepotismo, amiguismo, favoritismo, partidocracia, populismo, mediocridad, ley del esfuerzo mínimo en detrimento del merito, lo cual se refleja en el nombramiento de mediocres y corruptos en muchos de los cargos públicos, carencia de visión de Estado, politiquería, improvisación, ausencia de identidad nacional, cero proyecto país, y demás hierbas aromáticas de las que proliferan en Panamá y nos mantienen estancados.
Dicho esto, resulta claro que, semejante sistema de gobierno propio del oscurantismo del Medioevo, caducó, colapsó, y se agotó, como quedó demostrado en el último quinquenio del gobierno CD, el cual potenció todas las malas artes de la política panameña, sumiendo al país en una crisis de valores morales, económica (deuda pública exorbitante, lesiones patrimoniales que asustan, etc.), política, e institucional, de la cual aun no nos recuperamos aunque a algunos les gusta vivir en la ilusión y el autoengaño y alegan que podemos seguir con el mismo sistema político corrupto y feudal, si le ponemos curitas a la herida de muerte mediante unas reformas cosméticas a la Constitución de la dictadura militar que sigue vigente.
En fin, Panamá no se puede dar el lujo en pleno siglo 21 de ser el feudo de ningún grupo político, económico, ni social. Si queremos alcanzar un desarrollo humano, económico, tecnológico, etcétera (integral), es preciso que construyamos una república verdaderamente democrática y justa, donde imperen la igualdad y el bien común.
Basta de esa visión anacrónica de la cosa pública cual si esta fuera un botín político a repartirse entre un grupo minúsculo de privilegiados en detrimento de las grandes mayorías que siguen al margen del bienestar; basta de mantener a nuestra juventud en la ignorancia por un sistema educativo mediocre y por una Universidad Nacional que se ha constituido en el feudo de un rector sempiterno, mientras muchos de los egresados ni siquiera saben expresarse correctamente en su lengua materna (castellano), ni están en capacidad de competir en el mercado laboral con egresados de universidades de otros países, toda vez que, no son bilingües, no dominan la tecnología de punta, no investigan, ni les enseñan a pensar; basta de permitir que nuestros derechos ciudadanos sean secuestrados, pisoteados y vulnerados por un grupo de politiqueros corruptos y mediocres que monopolizan el poder. Llegó la hora de que los ciudadanos panameños despertemos, nos empoderemos y logremos una nueva Constitución que refunde la patria.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
«Constituyente soberana ya».
2 pensamientos en “Panamá: La República Feudal”
Rocío Muñoz
Señor Erick, usted que es una persona tan independiente en sus comentarios, por que no ha hecho alusión al caso de los extranjeros que los están deteniendo sin que pese ningún cargo contra ellos y los están obligando a pagar MIL DÓLARES para poder dejarlos salir? Por favor investigue esto en migración y entérese porque hay gente detenida sin ningún cargo desde el mes de diciembre y Panamá tiene firmados tratados internacionales sobre Derechos Humanos
erick507
Hola Rocío.
Desconozco del caso, pero le agradecería cualquier información o caso concreto sobre el tema.
Saludos cordiales.