Llámenlos bonos de asistencia social, ayuda para las familias más necesitadas, aseguren que a diferencia de otros instrumentos de corte clientelista otorgados por anteriores gobiernos, el bono del gobierno en turno, será trasparente y equitativo, pero al final del día, por más piruetas, eufemismos, y frases demagógicas a las que recurran para defender lo indefendible quienes promueven esta mala práctica de la política populista criolla, el bono de $ 25, 000 dólares seguirá siendo una medida fallida que no resuelve el problema de la pobreza, pero si alienta la ley del esfuerzo mínimo, y profundiza los vicios del sistema político panameño.
Como si los panameños no estuviéramos saturados e intoxicados por la politiquería criolla que en el pasado quinquenio alcanzó su cenit gracias a una administración populista que en una danza de millones sin parangón en la historia patria, no se midió a la hora de abusar de las finanzas públicas repartiendo subsidios por doquier, comprando tránsfugas, otorgando B/. 416,678,206.00 millones de dólares en partidas circuitales administradas por 71 diputados que no han justificado el uso dado a dichos fondos, repartiendo jamones, línea blanca, materiales de construcción, etcétera, ahora nos encontramos con la desagradable sorpresa de que el gobierno actual por el que muchos panameños apostamos otorgándole nuestro voto de confianza, recurrirá a las mismas prácticas clientelistas que en otrora criticaban.
Estimados diputados y demás autoridades de gobierno, con todo el respeto que se merecen les pido que, recapaciten y desechen este tipo de iniciativas populistas que no resisten argumentación alguna, comoquiera que, no se trata de que se repartan bonos equitativamente a los diputados para que realicen “ayuda social” en sus circuitos (más bien para auto-promoverse y reelegirse), se trata de que, las funciones de los diputados no incluyen las de ser benefactores, Santa Claus, Robín Hood, ni filántropos a costa del Estado, y sus funciones se circunscriben exclusivamente a legislar y fiscalizar.
Entiendo que, no resulta nada fácil renunciar a malas prácticas y vicios de la política panameña arraigados en el ADN de los políticos desde 1903, sin embargo, tendrán que hacerse a la idea de que los tiempos han cambiado y deben adecuarse a los mismos. Entiéndase que, la paciencia de la ciudadanía ha llegado a su colmo, y hoy lo que exigimos es justicia, y una forma correcta de administrar los fondos públicos que nos pertenecen a todos los panameños.
También entiendo que, debido a la distorsión y desnaturalización del sistema electoral panameño, muchos políticos ven al servicio público como una inversión que deben recuperar con creces, es decir que, sienten que legítimamente tienen derecho a recuperar las millonarias inversiones de campaña utilizando las posiciones logradas como plataforma para hacerse de un jugoso botín. Sin embargo, tal parece que, esta vez sufrirán un déficit y se verán frustrados los sueños de aquellos que invirtieron en campañas millonarias, en virtud de que una ciudadanía ávida de justicia, despierta, e indignada, estará vigilante para que las finanzas públicas no sean nuevamente asaltadas inmisericordemente como sucedió en la pasada administración, ni en baja intensidad.
Es hora de adecentar el país; es hora de darle un nuevo enfoque al servicio público; es hora de cuidar las finanzas del Estado; es hora de mesura y austeridad; es hora de superar el clientelismo, populismo, politiquería y demás malas prácticas de la política panameña; es hora de ejercer de estadistas renunciando a la demagogia; es hora de entender que Panamá lo tiene todo para ser un país del primer mundo, y que solo nos falta la voluntad de enrumbar al país por derroteros de desarrollo humano y equidad; es hora de estar a la altura de las circunstancias y actuar de manera diferente a todas las otras administraciones anteriores superando esquemas rancios cuyos resultados han sido nefastos; es hora de demostrar con hechos que de verdad amamos a Panamá; es hora de llevar las promesas predicadas en campaña a la práctica.
En fin, no estoy de acuerdo con los bonos de $25,000 dólares, ni con ninguna otra medida de corte clientelista similar que perpetúe la pobreza, profundice la desigualdad, y promueva la ley del esfuerzo mínimo al recurrir a paliativos asistenciales, en lugar de erradicar las causas de los flagelos sociales que azotan a la población. Ojalá que el gobierno en turno que recién comienza, no copie modelos fracasados, recapacite y no malogre la oportunidad de oro que tiene para ser el mejor gobierno de la historia patria, para lo cual contará con todo nuestro apoyo y aplauso cuando procedan correctamente, y sufrirán nuestra vigilancia y desaprobación cuando actúen de espaldas al clamor ciudadano como es el caso que nos ocupa.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.