Por: Alfredo Motta, presidente de Fudespa
Para que tengamos una idea de cómo nos afecta la corrupción y la impunidad.
Si se calcula que los dineros perdidos por corrupción representan aproximadamente el 5% del total del presupuesto del Estado, esta cifra es de 800 millones de dólares anuales o 4,000 millones de dólares en los últimos 5 años y más de 11,000 millones de dólares en los últimos 20 años.
En otras palabras, se calcula que con los dineros perdidos por corrupción durante las dos últimas décadas se hubieran podido realizar dos expansiones al Canal de Panamá, seis metros, once puentes sobre el Canal de Panamá, más de 5,000 escuelas, 2,000 centros de salud equipados, más de 200,000 dignas viviendas de tres recamaras, o una buena combinación de todas las obras anteriormente mencionadas.
La corrupción es robar y asesinar, es robar los dineros de todos, es robar las oportunidades de salud, educación, cultura, deporte y bienestar a los menos afortunados; es asesinar a quiénes murieron por no tener las facilidades médicas disponibles cuando las necesitaban.
La impunidad es un insulto a los ciudadanos, un sistema judicial en el que no existe certeza de castigo es igual a un hijo que le escupe la cara a su madre. La impunidad es la raíz de la soberbia y la soberbia, a su vez, es motivo de la indignación y repugnancia que se convierten en odio que desemboca en violencia. Al mismo tiempo, la impunidad se convierte en ejemplo a seguir porque se demuestra que el crimen paga.
La corrupción e impunidad sin certeza de castigo son la fórmula perfecta para desestabilizar la sociedad.
Sin justicia nunca habrá paz social.
Alfredo Motta.