Por: Erick Simpson Aguilera
Después de escuchar las declaraciones de la canciller colombiana María Ángela Holguín, en las cuales afirma que, no obstante la reunión que se llevará a cabo el próximo viernes en la Ciudad de Panamá, con su homóloga panameña, Isabel de Saint Malo de Alvarado, “No puede ser que algo en lo que nosotros (Colombia) hemos venido trabajando para alcanzar estándares internacionales, que es la transparencia financiera, resolvamos echarlo para atrás porque nos amenazan (los panameños), eso es muy difícil no nos vamos a dejar amenazar por los días cuando los que están incumpliendo son ellos (los panameños)”, me resulta obvio que los funcionarios colombianos no vienen a resolver el impasse, sino más bien a imponernos su agenda.
Dicho lo cual, entiendo que la posición colombiana es la siguiente: Panamá no es nadie para amenazarnos con la ley de retorsión; nosotros si somos capaces de amenazarlos y de hecho cumplimos la amenaza incluyéndolos en nuestra lista de paraísos fiscales; no son los panameños los que nos obligarán a cambiar nuestra agenda de alcanzar “estándares internacionales” en “transparencia financiera”; son ellos los que deben cambiar sus leyes fiscales para ajustarlas a los intereses colombianos convirtiéndose en recaudadores fiscales nuestros; nosotros somos los impolutos que andamos en la legalidad; Panamá es un país ilegal que no cumple con los estándares de transparencia internacional; etcétera.
Si las autoridades panameñas pecan de crédulas e ingenuas pensando que Colombia viene a ceder en el sentido de sacarnos de su lista de paraísos fiscales para comenzar una ronda de negociaciones en igualdad de condiciones, pues que sigan creyendo y ojalá tengan razón. Sin embargo, en lo que a mi concierne, opino que ellos vienen a presionar, como demuestran las declaraciones de la canciller Holguín que son bien claras en las intenciones del gobierno colombiano, intenciones estas que, riñen con los intereses y soberanía de Panamá.
De manera que, me da la impresión que Colombia no se jugará su “prestigio internacional” cediendo a la petición de Panamá, país al cual erróneamente ven como un rival de poca monta, y como una suerte de departamento colombiano. De modo que, no es solo un tema financiero, fiscal, y diplomático, pero también, una lucha de egos y prestigio internacional, de un país desprestigiado a más no poder (Colombia), el cual se siente cerca de superar el conflicto con la guerrilla, y cree que Panamá puede servirle de plataforma internacional y carta de presentación con la OCDE, al someternos, descalificarnos, atacar nuestro centro financiero, y ningunearnos, mientras ellos se muestran y venden mundialmente como los nuevos paladines de la transparencia financiera a costillas nuestras.
Para muestra un botón. Veamos otras declaraciones de la canciller colombiana:
“La evasión de impuestos en Panamá es grande. A Panamá no le conviene que ningún organismo multilateral entre a mediar, porque van a estar de lado en que tiene que cooperar y dar información financiera”
Es decir que, según Colombia, ellos tienen la razón y los panameños somos una especie de parias fiscales que promovemos la evasión, es decir, los malos de la película, y ellos las víctimas.
Con semejantes argumentos tan prepotentes e irrespetuosos por parte de Colombia, lo que veo es un callejón sin salida y no creo que las reuniones del viernes logren nuestro cometido de salir de la lista colombiana de paraísos fiscales para entonces negociar en igualdad de condiciones.
Razón por la cual, agotado el último espacio para el dialogo el próximo viernes, de mantenerse ambas partes en sus posiciones, dando al traste este intento final de entendimiento, procederá como ha manifestado nuestro gobierno, aplicarle a Colombia en un plazo de 6 días, la ley de retorsión.
Escenario en el cual, no podemos darnos el lujo de mostrar debilidad, de trastabillar, ceder, ni de ser pusilánimes con un país que está apostando fuertemente en nuestra contra, que está jugando rudo y sucio contra Panamá, y que está dispuesto a sacrificarnos a nosotros para congraciarse con la OCDE a costillas nuestras.
Así las cosas, Panamá debe ser contundente en su respuesta a Colombia, para ver quién pega más duro, porque diplomacia e hipocresías aparte, esta es como dijo Adolfo Linares, una declaración de guerra financiera contra Panamá, no un desliz colombiano ni daño colateral. Donde apliquemos las medidas de retorsión tímidamente o en un grado de afectación menor del que ellos nos han ocasionado, seguiremos en desventaja de cara a una negociación futura.
Ergo, precisamos subir los aranceles a sus exportaciones al mismo porcentaje que ellos se los incrementaron a la Zona libre de Colón, ni un punto porcentual menos que eso.
En cuanto a sus remesas y giros, deben pagar un 33% de impuestos; ni un punto porcentual menos que eso. Con relación al tratado de Montería, debemos hacer los trámites pertinentes para cancelarlo para que todas sus naves paguen peajes en el Canal de Panamá.
En fin, debemos cancelar el proyecto de interconexión eléctrica, exigirle visas a sus nacionales que deseen viajar al istmo, deportar en masa a privados de libertad e inmigrantes ilegales de nacionalidad colombiana, verificar minuciosamente sus naves que atraviesen el canal, así como cualquier otra clase de tráfico proveniente de Colombia, para ver si son tan transparentes como dicen ser, comoquiera que, alegan que Panamá es un país poco transparente, y que ellos son los más pulcros del vecindario.
Al final del día, Panamá es un país próspero, y competitivo, que tiene una trayectoria internacional ganada a pulso; nadie nos ha regalado nada; competimos con los grandes centros financieros mundiales; y en virtud de nuestro buen desempeño, somos la envidia de muchos países, incluido Colombia como es obvio, y también somos el objetivo de potencias de la OCDE que ven al centro financiero panameño como una competencia en la captación de capitales y por eso nos satanizan con sus listas negras, mientras ellos mismos, son las mayores lavanderías del dinero sucio del mundo, a saber, del producto del narcotráfico, de la trata de personas, tráfico de armas, de los desfalcos de políticos del tercer mundo que saquean sus naciones y esconden sus fortunas en Londres, USA, y otros conocidos paraísos fiscales que están fuera de la ley que no aplica para ellos, toda vez que, son los dueños del mundo y tienen licencia para lavar, y delinquir.
De manera que, no podemos espantarnos con Colombia que es nuevo en estas lides, mientras nosotros los panameños, llevamos años peleando con los verdaderos monstruos. En fin, a ver si ubicamos a Colombia en el sitio que se merece, y que pague el precio de habernos declarado la guerra financiera para congraciarse con los países lavadores de la OCDE, y financiar de paso su posconflicto.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
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