Por: Erick Simpson Aguilera
Después de una semana en la que el tema del nepotismo en el gobierno en turno acaparó el protagonismo en los medios de comunicación, y casi monopolizó el debate en la redes sociales, Jaime Alemán Arosemena, sobrino del Ministro de la Presidencia Álvaro Alemán Healy, renunció al cargo de asistente ejecutivo del ministro en mención, a la sazón, reitero, su tío.
Dicha renuncia ha sido considerada como un triunfo para los ciudadanos que expresaron su malestar sobre el particular en las redes sociales, los cuales después de 5 años de tortura gubernamental, de cero institucionalidad, y de sufrir toda clase de ninguneos de las autoridades por exigir transparencia, rendición de cuentas, y respeto a las leyes y la Constitución, no están por la labor de aguantar más exabruptos y pisoteo a las leyes, razón por la cual, han demostrado la madurez adquirida para defender sus derechos ciudadanos de quienes ostentan el poder y aseguraban en campaña que serían empleados y los ciudadanos los jefes. Dicho de manera más sencilla, el pueblo está alerta y no permitirá más abusos contra las leyes.
No obstante la mencionada renuncia, es menester analizar los hechos acaecidos para sacar una enseñanza positiva de los mismos. Así las cosas, lo expresado por el Ministro de la Presidencia Álvaro Alemán Healy, cuando justificaba el nombramiento de su sobrino en virtud de sus credenciales académicas y vocación de servicio, dejó un sinsabor en muchos ciudadanos -por no decir, decepción- comoquiera que, argumentar que su sobrino era la persona más idónea para ocupar el cargo, carece de objetividad por el vínculo familiar, y descalificar a quienes no aplaudíamos dicho nombramiento calificándonos de gente que se dedica a criticar a todos los gobiernos, resultó una suerte de déjà vu de muy mal gusto, es decir, parecía que estuviéramos escuchando a algunos de los ministros del gobierno anterior que utilizaban la misma táctica de descalificar a los ciudadanos que exigían respeto a las leyes y la Constitución.
Es menester rescatar el proceder de la Primera Dama Lorena Castillo, quien en medio del debate se pronunció enérgicamente contra el nombramiento en cuestión, lo cual en mi opinión, contribuyó al desenlace final del caso que nos ocupa. También se agradece que finalmente el Presidente Juan Carlos Varela, haya instado públicamente a sus ministros a cumplir con el Código de Ética que rige a los funcionarios públicos, el cual prohíbe el conflicto de interés, aunque hubiéramos preferido que dicho pronunciamiento surgiera con mayor prontitud para evitar el debate desgastante, y para no invocar a los fantasmas del gobierno pasado (defensa de lo indefendible, descalificación de los ciudadanos, etc.) que caldearon una vez más los ánimos ciudadanos, despertando muchas dudas acerca de si este gobierno en verdad será diferente, o si será más de lo mismo, léase, más de las mismas malas prácticas de la política añeja que deseamos superar.
En fin, Panamá no es un negocio familiar de nadie, ni es la finca de grupo político alguno; el nepotismo está prohibido por ley, no es un tema de interpretación, ni de semántica; y es preciso que otros casos similares al que nos ocupa, sigan el ejemplo del joven Alemán que dio un paso al lado para evitar una polémica desgastante, y se le agradece. El gobierno de turno apenas comienza, y no tiene la necesidad de perpetuar los vicios del ayer, lo cual causaría una gran decepción en gran cantidad de ciudadanos panameños que le dieron un voto de confianza creyendo en sus compromisos de transparencia, respeto a las leyes y la Constitución, rendición de cuentas, y respeto al derecho de los ciudadanos a cuestionar y expresarse libremente sin ser descalificados ni tildados con epíteto alguno por manifestar sus criterios.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.