Por: Erick Simpson Aguilera
Se escucha en los medios de comunicación que el total de partidas circuitales manejadas por los diputados durante 5 años vía las juntas comunales, ronda los 450 millones de dólares (que barbaridad). A esto debemos sumarle lo manejado vía el Programa de Ayuda Nacional (PAN), y por otras fuentes.
A ciencia cierta desconocemos el monto real manejado por diputados oficialistas y de oposición, como quiera que, la transparencia y la rendición de cuentas, no son virtudes de las que pueda hacer gala el gobierno saliente. Razón por la cual, la ciudadanía pide a gritos que se realicen auditorias forenses para determinar el monto real del dinero manejado, y el uso dado al mismo.
En virtud del compromiso adquirido por el presidente electo, el Ingeniero Juan Carlos Varela, de poner la casa en orden, sanear las instituciones, recuperar la democracia, convocar a una constituyente, y auditar todo lo actuado durante los 5 años de administración del gobierno saliente, muchos panameños lo favorecimos con nuestro voto de confianza.
Dicho lo cual, esperamos que se cumplan los compromisos adquiridos, léase, que se auditen todos los programas, proyectos, partidas, y hasta el último centavo gestionado por el gobierno saliente, y que los resultados sean sometidos a las autoridades competentes, para darles el trámite correspondiente, independientemente del perfil de los funcionarios a los que se les demuestre malos manejos de los fondos públicos, peculado, enriquecimiento ilícito, etcétera.
En buen castellano, no podemos darnos el lujo de discriminar selectivamente a quiénes someter a la justicia, y a quiénes no, dependiendo del perfil socioeconómico del implicado, de su estirpe familiar, o del partido en el cual milita. Chicos y grandes, ricos y pobres, los potentados y el hijo de la cocinera, absolutamente todos a los que se les compruebe haber lesionado el patrimonio patrio, debe sometérseles a una justicia independiente, para que paguen sus delitos contra la nación, de acuerdo a lo establecido por las leyes.
Un linchamiento mediático de unos dos o tres chivos expiatorios de poca monta para “satisfacer” el hambre de justicia ciudadana, es la usanza de todos los gobiernos politiqueros previos cuyo accionar le ha hecho un daño severo a la gobernabilidad, sumiéndonos en el caos que vivimos actualmente, en el cual la independencia judicial no existe, la justicia selectiva campea fallando a favor de los potentados y en detrimento de los desposeídos, y acabando con la separación de poderes al punto de que la institucionalidad democrática panameña estuvo al borde de mutar a una dictadura civil y sigue agonizando en cuidados intensivos.
Llegó el momento de la verdad, la hora de poner la casa en orden, de remover a las autoridades judiciales que constituyan un obstáculo al imperio de la ley por torcer el derecho, apelando para ello a los mecanismos legales que permitan destituirlos, de exigirles cuentas a los infractores que atracan el erario público sin importar su estatus socioeconómico y afiliación política, de convocar a una constituyente, de crear fiscalías especiales e investigar absolutamente todo caiga quién caiga, etcétera, lo que sea necesario y legal, menos seguir alimentando a los monstruos de la impunidad y la justicia selectiva, toda vez que, así comenzaron países como México en los cuales el sistema de justicia fue permeado por los carteles de la droga y carcomido por la corrupción, y hoy por hoy, puede decirse que son Estados Fallidos en los cuales los ciudadanos se han levantado en armas para imponer su propia ley ante la inoperancia del Estado que devaluó la justicia al hacerla selectiva, y no queremos eso para Panamá.
De modo que, no hay más opciones, hemos tocado fondo, el sistema se agotó, y solo podemos levantarnos saneando todas las instituciones, castigando a los infractores, y resucitando el sistema de justicia, o de lo contrario nos vamos todos al despeñadero como país, con las terribles secuelas que solo Dios sabe, implicarían seguir con el sistema del saqueo y la impunidad como formas de gobierno.
Amanecerá y veremos cómo termina esta perversa danza de millones en un país donde numerosa población sufre de pobreza muriendo dos panameños de hambre cada semana, donde reina la desigualdad y la comida está cada día más cara, y en el cual hay carencias de agua, viviendas, salud, etcétera, mientras se despilfarran millones de millones de dólares de los fondos públicos sin que nadie rinda cuentas y pague por ello.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
Job 8:3 ¿Acaso torcerá Dios el derecho, o pervertirá el Todopoderoso la justicia?
Salmos 140:12 Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, y el derecho de los necesitados.
Mateo 5:6: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.