Por: Erick Simpson Aguilera
1- ¿Son las encuestas electorales un reflejo de las preferencias de los votantes, o son una herramienta mediática para crear una tendencia política a favor de un candidato equis?
2- ¿Ha sido usted encuestado alguna vez en su vida con el formato de voto simulado?
3- ¿Conoce usted a algún panameño/a que hayan sido encuestados con el formato de voto simulado alguna vez en sus vidas?
4- ¿Se ha tomado usted la molestia de estudiar a fondo la metodología utilizada por las encuestadoras?
5- ¿Tiene usted conocimiento de cómo contactan a los participantes del voto simulado y dónde realizan este ejercicio de simulación?
6- ¿Gozan de credibilidad intachable todas las encuestadoras que operan en Panamá, o algunas muestran conflictos de interés por tener contrataciones con el gobierno, o responder o ciertos medios de comunicación que promueven equis candidatura?
7- ¿Se ha preguntado el porqué de las diferencias abismales entre los resultados de las diferentes encuestadoras?
8- ¿Usted considera que votar en base a las encuestas sin analizar a la persona del candidato, su desempeño profesional, y su propuesta electoral, es una señal de democracia madura, o una receta para el desastre político?
Si usted amable lector, no ha sido encuestado bajo el formato de voto simulado jamás en su vida, ni conoce a panameño/a alguno que lo haya sido tampoco (si es así no está solo; casi nadie lo ha sido ni conoce a otros que hayan sido encuestados), si desconoce las metodologías utilizadas por las encuestadoras, y si no está seguro de la credibilidad de estas empresas, por qué basaría algo tan importante como es su voto presidencial, en lo que digan las encuestas.
Sin ánimo de ofender a quienes creen a pie juntillas en las encuestas por haberlas estudiado a profundidad de manera científica, y recurren a las mismas para tomar sus decisiones electorales, lo cual es su derecho y se les respeta, considero que, las encuestas están sobrevaloradas y no siempre se ajustan a la realidad, más bien son en mi opinión, una estrategia de marketing para posicionar a los candidatos como si de un producto se tratara.
Sí, ya sé que, mi opinión sobre el particular que nos ocupa incomoda a mucha gente que considera a las encuestadoras unas vacas sagradas, y que suena más bonito, intelectual y políticamente correcto asegurar que se cree en las encuestas, que estas son una fotografía del momento, que son un instrumento científico, bla, bla, bla, y demás mitos que elevan a las encuestas a la categoría de infalibles.
Sin embargo, en lo que a mi concierne, no son infalibles como quedó evidenciado en las últimas elecciones celebradas en Costa Rica en las cuales el candidato que marcaba de cuarto lugar en los sondeos previos a la elección sacó más votos que todos quedando en primer lugar. De modo que, no me interesa ser políticamente correcto e hipócritamente darle un valor a las encuestas que no creo se merecen.
Sí, estoy consciente de que me tildarán de iconoclasta e irreverente por no caminar en fila con las masas y por no adherirme a las creencias populares. Sin embargo, prefiero estar equivocado en mis conceptos, que ser parte del rebaño de borregos que permiten que otros piensen por ellos y les indiquen en qué deben creer, y cuál es la preferencia política de las mayorías por la que deben votar.
Aclaro que, no estoy sugiriendo que quien no crea como yo es un borrego; no, a los que me refiero cuando hablo de rebaño es a quienes basan sus votos en lo que dicen las encuestadoras que es la tendencia de las mayorías, y ni siquiera entienden cómo se elaboran dichos sondeos, no han sido encuestados ni conocen a nadie que lo haya sido, dudan de la credibilidad de las empresas consultoras, pero como hay que votar a ganador y seguir al rebaño pues entonces votan como indiquen las encuestas que deben de hacerlo.
Entiendo la preocupación de aquellos que piensan que la oposición no ganará si divide los votos, y la comparto; también estoy muy preocupado por una posible reelección de un gobierno que ha desmantelado la institucionalidad democrática del país, que nos ha endeudado grandemente, que practica el clientelismo político y populismo, que no cree en la rendición de cuentas ni en la transparencia, que no admite el disenso, descalifica y persigue a quien no aplauda sus exabruptos, que no resuelve los principales problemas que aquejan a los panameños, a saber: el alto costo de la canasta básica, la educación, la inseguridad, la falta de agua potable, la recolección de la basura, etcétera, y por esa preocupación siempre impulsé con mis escritos una alianza opositora, pero no se dio la coalición y no queda de otra que votar por una de las opciones opositoras.
De manera que, votaré a conciencia por la que considero es la mejor opción, por quien muestra mayor compromiso con la constituyente y el adecentamiento institucional, por quien no tiene compromisos con donantes privados que invierten en campañas a cambio de futuros favores, concesiones, y contrataciones directas e imponen su propia agenda económica en detrimento de la agenda social –lo cual es una forma de clientelismo mercantilista que secuestra y corroe el sistema político– y por quien está dispuesto a realizar las auditorias forenses necesarias para recuperar el patrimonio desviado, de llegarse a confirmar alguna lesión, y si gana el oficialista José Domingo Arias, que gane; que las mayorías decidan aunque se condenen a sí mismas; quizás eso es lo que nos merecemos; esas son las reglas del juego, y estamos pagando las consecuencias de haber debilitado y hecho añicos a nuestro sistema político, y ahora nos toca competir en desventaja contra un candidato abierta e ilegalmente apoyado por el gobierno, contra la saturación de cuñas, contra la campaña sucia, contra los ataques al Tribunal Electoral, y contra el clientelismo político.
En fin estimados lectores, voten libremente por la que consideren la mejor opción, por el candidato más capacitado para rescatar a la democracia panameña y para desarrollar el país, independientemente de lo que digan las encuestas, y quién sabe si de repente se repite acá el caso costarricense; de hecho, según las encuestas -a las que considero, reitero, poco creíbles- las distancias entre los tres candidatos con opciones de ganar, no son insalvables, ergo, no soy yo quien lo dice, las mismas encuestadoras a las que no les doy mucho crédito, están reconociendo a medida que nos acercamos al 4 de mayo -porque no les queda de otra y temen quemarse- que cualquiera de los tres puede ganar. De manera que, oren a Dios, reflexionen y analicen a los candidatos, sus vidas, y propuestas, y salgan a votar sin miedo, no por quienes digan las encuestas y los donantes que voten, más sí por aquel candidato que le dicten sus conciencias previo análisis concienzudo.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
2 pensamientos en “La tiranía de las encuestas”
Paulina Moreno
Excelente análisis Sr. Erick. Ojalá todos lo pudieran y quisieran leer.
erick507
Gracias Paulina. Saludos.