Por: Erick Simpson Aguilera
“A mí me preocupa mucho la satanización de la actividad política porque creo que es importante que los ciudadanos se sientan orgullosos de esa actividad. Si no hay motivos para estar orgullosos todos tenemos la culpa, los que se activan, los que militan, pero sobre todo los que se mantienen al margen de esa situación. Porque lo que debemos hacer es participar para que podamos tener influencia en las decisiones que se toman. Si nosotros nos abstenemos de participar en cierta forma estamos siendo parte de las cosas malas que nosotros mismos estamos criticando. Yo no les encuentro ninguna gracia a aquellas personas que dicen con cierto tono de orgullo “Es que yo no soy político y a mí no me gusta la política”. Todos somos en cierta medida, políticos y todos debemos de participar. No necesariamente hay que inscribirse en partidos, pero uno puede activarse en organizaciones, en asociaciones, en grupos, en movimientos, que sin llegar a ser partidos políticos puedan ejercer cierta influencia en la vida nacional; pero el que se dedica simplemente a su trabajo de 8 a 5 todos los días y después a disfrutar viendo televisión en su casa, con qué autoridad moral critica lo que hacen los políticos”. Eloy Alfaro, exembajador de Panamá en Estados Unidos.
Las palabras citadas en el párrafo anterior, expresadas por el Señor Eloy Alfaro en entrevista realizada por la periodista Dorcas De La Rosa en el programa Cara a Cara, invitan a un debate profundo sobre el tema de la política nacional.
Dicho lo cual, entramos en materia.
Estoy de acuerdo en parte con el Señor Alfaro en el sentido de que hace falta mayor conciencia ciudadana y en que gran parte de la ciudadanía peca de complicidad con los abusos cometidos por la clase política panameña, como quiera que, favorecen con sus votos a individuos con historiales manchados que los benefician con dadivas clientelistas, prebendas, promesas de nombramientos, etcétera. Reconozco por ejemplo que, quien vote por un tránsfuga se convierte en cómplice y participe del resquebrajamiento del sistema político panameño.
Sin embargo, discrepo con el Señor Alfaro en lo concerniente al grado de responsabilidad que le atañe a la ciudadanía, y en el tema de la autoridad moral para criticar los exabruptos cometidos por los políticos en funciones, toda vez que, los mayores responsables de la debacle política que sufre Panamá en mi opinión, son los propios partidos políticos que predican grandes cosas, y hacen votos por un adecentamiento del sistema político nacional cuando están en oposición, pero una vez en el poder extreman los vicios de la politiquería criolla, practican el clientelismo, y promueven el populismo.
Así las cosas, no tienen igual grado de responsabilidad un político tránsfuga que traiciona a sus electores a cambio de partidas millonarias y demás prebendas; que aprueba leyes que atentan contra el país y la ciudadanía pero benefician a un grupo minúsculo conectado al poder; que lesiona el patrimonio del Estado; que se burla de la rendición de cuentas y la transparencia; que aplica sobrecostos a las obras que ejecuta; etcétera; que un ciudadano de a pie que es víctima del pobre sistema educativo nacional, ergo, carece de cultura política, y desconoce sus derechos y deberes ciudadanos, y en consecuencia no le da mayor relevancia a transar su voto a cambio de favores políticos que alivien en parte la pesada carga que lleva sobre sus hombros; por supuesto que la responsabilidad de ambos para nada es la misma.
En cuanto a la participación ciudadana, aunque suena bonito en teoría, en la práctica no resulta tan fácil para un sinnúmero de panameños que luchan para sobrevivir en un país donde reina la desigualdad y las asimetrías sociales. Por ejemplo, cómo hace para activarse en algún partido político, grupo, asociación, u organización, aquel panameño que tiene que levantarse todos los días a las 3:30 de la madrugada porque el servicio de transporte Metrobus no es tan happy como dice el gobierno, pero sí es una pesadilla, y que retorna a altas horas de la noche a su casa, restándole casi nada de tiempo para dedicarle a su familia, ¿cómo hace reitero, tal persona que no tiene ni vida propia, para activarse ciudadanamente con el fin de influenciar en las tomas de decisiones que requiere el país?
De manera que, el contexto no es el mismo para todas las personas, ergo, no podemos generalizar, ni despojar de su derecho ciudadano de protestar o criticar las iniciativas gubernamentales que les afectan, a aquellos panameños que por mil razones no se activan, pero pagan sus impuestos y sufren los desmanes y abusos de los politiqueros, alegando que no tienen autoridad moral para criticar a los políticos por no estar activados en alguna organización.
Por otra parte, ¿cómo pueden competir electoralmente en igualdad de condiciones aquellos ciudadanos independientes en un país secuestrado por la partidocracia, donde el sistema electoral carece de transparencia, y millones de dólares de dudosa procedencia alimentan las campañas de los políticos partidistas?
Con un sistema electoral poco transparente como el nuestro, el cual está secuestrado por el secretismo en cuanto a la identidad de los donantes –por no decir inversores– tras la sombra, donde el requisito de firmas para los independientes no es razonable y en lugar de facilitar la participación, obstaculiza la misma, donde además de la financiación estatal, también se admite la financiación privada de campañas, etcétera, suena a demagogia exigirles a los ciudadanos que se activen políticamente para que tengan autoridad moral de criticar.
En fin, los partidos políticos se han ganado su mala fama y satanización a pulso, como quiera que, son los principales responsables del desprestigio de la noble conceptualmente hablando, pero prostituida en la práctica, actividad política, la cual lastimosamente hoy por hoy es sinónimo de corrupción, toda vez que, muchos de los que hoy están en oposición y se rasgan las vestiduras por los atentados a la democracia cometidos por el Partido CD, también han gobernado y desperdiciado la oportunidad de hacer los correctivos necesarios para sanear y modernizar nuestro sistema político convocando a una constituyente para democratizar Panamá, y adecuando el tema electoral en lo tocante al financiamiento y la transparencia de las campañas políticas. De modo que, si hoy existe un CD que nos tiene estresados, agotados, con los nervios de punta, y en extrema preocupación por sus continuos ataques a la institucionalidad democrática panameña que se encuentra gracias a los abusos del gobierno de turno agonizando en cuidados intensivos y al borde de constituirse en una dictadura por la falta de separación de poderes, es porque también existe un PRD, y un Partido Panameñista que no cumplieron con su tarea cuando debieron hacerlo como gobierno.
No obstante dicha triste realidad, nada ganamos con llorar y lo que procede en lo inmediato es evitar la reelección del gobierno CD para garantizar el adecentamiento de la actividad política nacional que precisa de un rescate, y una vez logre la oposición –Dios primero– el triunfo en las urnas, entonces nos tocará hacer un mea culpa, hacer un ejercicio introspectivo, autocritico, y maduro que, nos impulse a aceptar nuestra responsabilidad en la debacle de la actividad política, a reconocer nuestros yerros, a enderezar lo torcido, y a enrumbar a nuestro país por derroteros de desarrollo humano, estabilidad económica, y justicia social.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.