Por: Erick Simpson Aguilera
Estoy de acuerdo con el Sr. Olimpo Sáenz cuando señala que, todos los políticos (de todos los partidos) con aspiraciones electorales dependen y buscan el aporte monetario de patrocinadores privados para sufragar sus campañas y tener opciones de salir electos, desde siempre y hasta la fecha, en la historia patria.
Dicho lo cual, aclaro que, entiendo en parte la necesidad de los candidatos de jugar con las reglas del juego establecidas por muy adulteradas que estas sean, toda vez que, si prescinden del apoyo financiero de patrocinadores privados, sus posibilidades de salir electos se reducen drásticamente, como quiera que, no podrán anunciarse en cuñas en los medios, ni ofrecer obsequios, dadivas, y demás prebendas clientelistas, a un pueblo que exige estas canonjías, ergo es cómplice del corrupto sistema político panameño.
Así las cosas, debemos reconocer que el sistema político electoral panameño está secuestrado por grupos financieros que son quienes en realidad deciden quién gobernará el país, patrocinando a sus delfines, mientras asfixian económicamente a otros. De modo que, el ejercicio electoral ciudadano, léase, el sufragio, es una mera ilusión, toda vez que, fuimos condicionados a votar por equis candidato que nos taladró el cerebro con cuñas omnipresentes en todos los medios, y nos obsequió mayores dadivas clientelistas, todo esto sufragado por los titiriteros de los denominados círculos ceros.
Acto seguido, vienen las facturas, porque nada en esta vida es gratis, de manera que, los patrocinadores de campaña –por no decir los inversores-, una vez sus delfines llegan al poder, reclaman con creces sus dividendos en forma de concesiones de tierras, islas, costas, negocios, consulados, ministerios, nombramientos, contrataciones directas con el estado, etcétera, perpetuándose así, el circulo vicioso de la corrupción, intereses creados, negociados, sobrecostos, y demás lacras que impiden el desarrollo humano de nuestro país.
Ahora bien, el hecho de que siempre ha sido así, de que la patria nació secuestrada por elites que monopolizan el poder político-económico, no implica que tengamos que conformarnos con semejante destino de vivir para siempre cual peones de una finca propiedad de un grupo elitista.
Es hora de que los ciudadanos nos levantemos e impongamos una constituyente originaria que sanee y refunde la patria de una vez por todas. Es menester que, mediante una nueva carta magna modernicemos –entre otros temas– a nuestro vulnerable sistema electoral que precisa adecuación en lo concerniente a la financiación de las campañas electorales, con la finalidad de que las mismas sean sufragadas exclusivamente por el Estado, con la misma cuantía para todos los candidatos, lográndose así, la necesaria equidad, y la erradicación del quehacer político nacional de los minúsculos círculos ceros que ejercen demasiada influencia política por los grandes recursos financieros de que disponen, y mediante los cuales distorsionan los resultados electorales inclinando la balanza hacia el lado que más les conviene, desnaturalizándose así, lo que debería ser una contienda democrática en igualdad de condiciones para todos los candidatos, en la cual triunfe el mejor capacitado y más apto para el puesto, y no el que disponga de más dinero proveniente de fuentes dudosas, como sucede actualmente.
Finalizo exhortándoles estimados votantes a que, no regalen sus votos, no boten sus votos, ni los transen a cambio de dádiva alguna, a saber, a cambio de materiales de construcción, bolsas de comida, línea blanca, guaro, etcétera. Inmunícense contra el bombardeo constante de cuñas politiqueras, para que sus cerebros no sean lavados cual si fueran unos borregos. Exíjanles a todos los candidatos que pretendan sus votos que, se comprometan con sanear el sistema político electoral panameño, mediante una futura constituyente, y el que titubee en ese sentido por temor a la reacción de sus donantes, táchelo como opción electoral por estar maniatado y haber vendido su futuro mandato.
Es hora de que le demos valor y peso a nuestros votos, y de tomar nuestro destino en nuestras propias manos; como quiera que, los grupos minúsculos, las elites político-económicas que monopolizan el poder, no renunciaran a dicho monopolio porque se lo pidamos tímidamente, debemos arrebatarles el instrumento de control de sus manos, impulsando y exigiéndoles que se comprometan a convocar a una constituyente tan pronto asuman el poder. Y si cuando ejerzan el mandato evaden el asunto de la constituyente con las mismas excusas baratas de siempre, procedamos entonces a movilizarnos todas las fuerzas vivas del país, para que mediante la presión cumplan sí o sí, con el compromiso adquirido con la patria y sus ciudadanos. Este tema no admite más postergación; la política como botín a ser repartido, y el erario público como festín a ser dilapidado, deben terminar; o damos un giro radical en el próximo quinquenio para sanear a la patria, o Panamá colapsa y se va definitivamente al despeñadero social, político, económico, e institucional.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.