Por: Erick Simpson Aguilera
De acuerdo a la Biblia, la generación de israelitas libertados de la esclavitud en Egipto, pereció en el desierto (salvo algunas excepciones) sin ingresar a la tierra prometida, por su falta de fe en Dios, después de vagar por aquel yermo por un espacio de 40 años.
Sin embargo, los hijos de esa generación pérdida, quienes nacieron en el páramo bajo las inclementes condiciones del desierto, lograron dirigidos por Josué, conquistar la tierra prometida, al derrotar a los gigantes que la dominaban.
Moraleja: Aunque liberes de sus cadenas físicas a una generación de mentalidad esclava, esta seguirá cautiva e inmóvil, a merced de sus opresores. Y, no obstante las duras condiciones bajo las cuales se forja el carácter de una generación nacida en el desierto, pero dispuesta a conquistar grandes metas, a derrotar gigantes, y a dominar una tierra llena de recursos para establecer una nueva nación, no habrá murallas que impidan a dicha generación del desierto, lograr su cometido.
Dicho lo cual, entramos en materia.
Panamá es una tierra bendita, llena de recursos y potencial para ser una importante nación donde impere la prosperidad, equidad, y justicia social. Sin embargo, esta tierra prometida que nos vio nacer, está secuestrada por gigantes que cada día la destruyen y saquean más.
Gigantes estos que, no será nada fácil conquistar, a saber: la desigualdad, el sistema educativo decadente, juega vivo, pobreza, corrupción, clientelismo político, populismo, transfuguismo, demagogia, mediocridad, chabacanería, inseguridad, crímenes ambientales, abandono del agro, enriquecimiento ilícito, intereses creados, falta de transparencia, carencia de rendición de cuentas, donantes que invierten en campañas para ganar concesiones y licitaciones, nepotismo, la ley del esfuerzo mínimo, el poco importa, y el conformismo de un pueblo clientelista y de mentalidad esclava que, está acostumbrado cual borregos destinados al matadero, a todas estas lacras promovidas por una clase política corrupta que monopoliza el poder.
Mientras dichos gigantes controlen el país, Panamá nunca logrará su pleno desarrollo socioeconómico; pero si logrará abrir aún más la brecha entre ricos y pobres provocando una explosión social más temprano que tarde; toda vez que, algún día terminarán los años de vacas gordas, y tendremos que hacerle frente al endeudamiento perverso, limitándose así, los recursos necesarios para atender temas sociales.
Sí, ya sé que, muchos me tildarán de pesimista porque consideran ingenuamente que de las diferentes fórmulas electorales que apoyan, surgirán los Josué y Caleb que lograrán derribar a todos los mencionados gigantes, logrando una era dorada para Panamá, en la cual mediante un nuevo pacto social vía constituyente, nos desviemos del despeñadero político, social, e institucional al que nos dirigimos hoy en día, encaminando a la nación por derroteros de justicia, paz, y prosperidad.
Empero, dado a que estoy vacunado contra los cantos de sirenas y promesas fantasiosas que surgen en todos los periodos electorales, prefiero pecar de pesimista ante la pobre oferta electoral, que de ingenuo; toda vez que, los discursos poco enérgicos, no muy convincentes que digamos, y sin contenido creíble, de la oposición, reflejan una falta de compromiso verdadero con el giro urgente en materia institucional, política, y fiscal, que requiere la nación.
Así las cosas, me resulta difícil creer en candidatos vinculados a sectores empresariales que invierten en sus campañas a cambio de concesiones y contrataciones directas, lo que constituye tierra fértil para la corrupción; en candidatos ambiguos que son gobierno y oposición a la vez; y más aún en candidatos oficialistas que son los grandes responsables del último descalabro político, social, económico (endeudamiento de terror) e institucional, que sufrimos actualmente.
En pocas palabras, no confundo a los gigantes opresores, a la generación esclava, y a la generación del desierto. Los tengo bien identificados a cada grupo en su lugar, hasta que demuestren lo contrario.
De manera que, es preciso que la juventud entienda que una campaña política basada en propagandas y cuñas fantasiosas de un candidato sin autonomía que le preguntan en los foros: cómo bajará el costo de la canasta básica, como combatirá la corrupción, cómo igualará en calidad educativa a las escuelas públicas con las privadas, etcétera, y el candidato en mención responde a todas las diferentes preguntas, sin reflexionar, meditar, argumentar, ni sustentar, cual loro o disco rayado: “el hub de universidades, el hub de universidades, el hub de universidades”, es una campaña engañosa, y una gran trampa en la que no podemos darnos el lujo de caer, suicidando de ser así (si somos engañados), a la patria.
Es menester que, la juventud carente de cadenas mentales, entienda que los candidatos no deben estar con Dios y con el diablo a la vez. Ergo, el candidato que prometa el giro radical que requiere Panamá, no debe comprometer su mandato recibiendo dinero de empresarios acostumbrados a comprar concesiones, invirtiendo en campañas políticas para recuperar con creces dichas inversiones en detrimento del erario público, perpetuándose así, el sistema corrupto de intereses creados y negociados que, nos mantiene estancados como país. Basta de reuniones secretas, círculos ceros, y demás reparticiones del poder que hipotecan el futuro accionar a cambio de donaciones de campaña.
Es necesario que, la juventud carente de mentalidad esclava entienda que aquel candidato que se venda como un líder opositor, debe proceder como tal, desvinculándose completamente del gobierno, y denunciando todos los casos de corrupción y malos manejos de que fue testigo, si este hubiere sido el caso. Resulta muy cómodo ser opositor cuando no hay otra opción porque fuiste empujado a serlo, capitalizar los logros del gobierno como propios, y renegar de los yerros del mismo demagógicamente. Sin embargo, una vez en ese nuevo rol de opositor, el liderazgo hay que ganárselo con acciones contundentes y enérgicas que den fe de que somos una opción superior al gobierno, y no una versión ambigua del mismo.
Es preciso exigirles a todos los candidatos que suban el nivel del debate, que mejoren su oferta electoral, y que demuestren la estatura política necesaria para superar las campañas sucias, fantasiosas, carnavalescas (rumba, guaro y campana), clientelistas, demagogas y populistas. El país requiere para aprovechar todo su potencial de, candidatos estadistas, comprometidos, y capaces de ofrecer algo más que alcohol, materiales de construcción, promesas de nombramientos, y demás embustes.
No obstante este panorama sombrío, debemos jóvenes de carácter, que no comen del cuento, de mentalidad libre, y con visión de país, estar claros en una cosa: el primero de los gigantes a los que debemos derrotar es: a la continuidad del actual gobierno en el poder; lo cual de no acontecer (si no impedimos la reelección del CD), nos sumiría en una carrera hacia el desastre social, político, económico, e institucional. De modo que, exijámosles a los líderes políticos que se hacen llamar opositores que dejen de coquetear con los gigantes que nos oprimen, y que más bien se unan a nosotros para combatirlos entre todos, y de esa manera cumplir con el gran destino de Panamá, a saber: ser una tierra bendita y prospera, donde reine la equidad, y la justicia social.
En esta coyuntura difícil que vivimos como nación, sabremos quiénes son los gigantes que pretenden perpetuar el estatus quo de la corrupción, quienes son la generación conformista de mentalidad esclava que, aunque saben que vamos rumbo al despeñadero, prefieren mantenerse en su zona de confort (clases vulnerables que viven del clientelismo, dadivas y migajas que reciben del gobierno; clase media que guarda un silencio cómplice, y empresarios que sufren los desmanes del gobierno, pero callan por temor), y quienes son la generación de carácter recio forjada en el desierto de la crisis política, social, institucional, y económica (endeudamiento, falta de transparencia en el manejo de los fondos públicos, y carencia de rendición de cuentas), que está dispuesta por difícil e imposible que parezca, a derrotar a los gigantes que impiden el desarrollo de nuestra patria.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.