Por: Erick Simpson Aguilera
Feliz año 2014, apreciados lectores. Quiera Dios que el presente año este repleto de bendiciones, favores, y prosperidad, para cada uno de vosotros; ese es mi más caro anhelo.
Dicho lo cual, entramos en materia.
El año 2014 será crucial para el devenir patrio de los panameños, como quiera que, nos aprestamos a elegir a nuevas autoridades, o a reelegir a las actuales, para el próximo quinquenio, en una coyuntura política distinta a las contiendas previas de la era pos invasión.
Sí, ya sé que, suena muy rotundo y apocalíptico catalogar a una contienda electoral “habitual”, como un punto de inflexión decisivo que puede cambiar drásticamente el curso del país. Sin embargo, en esta elección en particular, se han dado algunos factores que hacen de la misma una elección inusual y nada habitual. Así las cosas, nos encontramos ante una disyuntiva, una encrucijada, en un callejón sin salida que, nos presenta dos opciones solamente, a saber: democracia o dictadura.
Es preciso destacar que, respeto la opinión de aquellos que consideran al gobierno actual una democracia, no una dictadura. No obstante, en mi opinión particular –que puede estar errada por no poseer su servidor el patrimonio de la verdad-, el gobierno de turno no califica como una democracia, toda vez que, para serlo, es menester contar con instituciones fuertes, separación de poderes, y un Estado de derecho; requisitos de los que carece hoy por hoy, el gobierno panameño debido a lo siguiente:
Una asamblea de diputados plagada de tránsfugas que le han servido al ejecutivo como una mayoría artificial, ilegal y espuria que, cual aplanadora aprueba a ciegas todo lo que se le ordene desde el ejecutivo sin debate alguno y haciendo gala del más vil servilismo; una corte que hasta en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, es calificada como carente de independencia judicial; una Fiscalía Electoral que da vergüenza; una Contraloria que no controla nada, y es parte de los excesos al dilapidar en rumbas y parrandas el patrimonio que debe cuidar; y un Ministerio Público que deja mucho que desear; son la triste realidad del sistema político panameño que se cae a pedazos ante nuestros ojos, y solo nos queda levantarlo de las ruinas, o verlo colapsar y sucumbir definitivamente hasta constituirse es una dictadura con todas las de la ley.
Si a usted apreciado lector, todavía no le asustan las acciones de un gobierno extremadamente populista, clientelista, demagogo, y autocrático que, pisotea la constitución y las leyes un día sí y otro también, ya se asustará cuando reaccione y sea demasiado tarde, al quedar cautivo en un régimen totalitario que lo despojará de todos sus derechos ciudadanos.
De hecho, el actual gobierno se ha atrevido a meterse con sus amagos contra la institucionalidad, en temas muy sensibles que eran una suerte de frontera sagrada que no cruzaban los políticos en ejercicio del poder, a saber: en el Canal de Panamá, Tribunal Electoral, y el sistema económico nacional (aprobando a hurtadillas en vísperas de año nuevo, una ley tributaria que atenta contra la marina mercante panameña, y el sistema de sociedades anónimas que constituyen dos importantes pilares de la economía nacional).
A esto súmele las iniciativas clientelistas y demagogas que ponen en riesgo el comportamiento de la economía nacional, al distorsionar los equilibrios de mercado necesarios, provocando inflación, especulación, encarecimiento del costo de la vida, despidos masivos, y la quiebra y extinción de las PYMES, gracias a un aumento irresponsable del salario mínimo ($ 624 mensuales) en pleno periodo electoral, sin medir las consecuencias de dicha politiquera medida. Y, a los pensionados, jubilados, trabajadores informales, agricultores –también son semi informales-, y la clase media, que no se beneficiarán con el aumento de salario mínimo, pero sí tendrán que hacerle frente a la inflación, especulación, y encarecimiento de la vida, ¿qué les espera?
Tal parece que, al gobierno de turno le tiene sin cuidado los efectos nocivos de sus exabruptos; lo importante para ellos es, congraciarse con un sector de la sociedad en pleno periodo electoral, aunque el resto del país pague las consecuencias y efectos nefastos de estos experimentos clientelistas, demagogos, populistas, e irresponsables.
En fin, esta forma peligrosa de gobernar demoliendo las instituciones, haciendo añicos la democracia; irrespetando la constitución y las leyes; concentrando los poderes del estado en uno solo; promoviendo la ley del esfuerzo mínimo en un sector de la sociedad que optará por vivir de las dadivas clientelistas del gobierno, en lugar de educarse y capacitarse mejor para producir más y así aumentar sus ingresos; aprobando a escondidas y sin consulta alguna, leyes nefastas que atentan contra la economía nacional; es lo que nos espera si se reelige este proyecto de dictadura que tenemos por gobierno. De darse la continuidad del CD en el ejercicio del poder, tomará más de 20 años, librarnos de su yugo; toda vez que, consolidarán su poder, y le darán el jaque mate a la democracia panameña, mediante una nueva constitución a la imagen y semejanza de la dictadura de marras, que le servirá de base y plataforma a la misma para perpetuarse en el poder por varias décadas.
Y por los vientos que soplan, la tarea de impedir el descalabro total de la democracia y economía panameñas, no será nada fácil, toda vez que, hay políticos líderes de la “oposición” que, parecen enemigos de la patria y amigos “casuales” de quienes pretenden secuestrarla. Produce mucha tristeza, decepción, y desaliento que, un candidato prometa hacer todo lo que este a su alcance (inclusive declinar a sus aspiraciones presidenciales) para lograr una alianza opositora que rescate a la nación del abismo dictatorial al que se dirige, y a la hora de la hora no respalde sus palabras con hechos, demostrando que sus intereses personales y el de sus allegados “casuales”, pesan más que el amor a la patria.
Dios mío, te ruego que libres a Panamá de la hora oscura que la amenaza.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.