Por: Erick Simpson Aguilera
Buen día, mis muy apreciados lectores.
A propósito de la próxima contienda política de mayo de 2014, en cuya campaña electoral ya se encuentra inmerso el país, me dispongo a abordar el tema del clientelismo político que ha acaparado la escena política panameña.
En primera instancia, hay que reconocer que, el clientelismo político no es un invento del gobierno de turno, no obstante ser el mismo, el más descarado y máximo exponente de los tiempos modernos, en cuanto a clientelismo político se refiere. Desde la época colonial, pasando por la Gran Colombia, Nueva Granada, la Republica de Colombia, y la República de Panamá, el clientelismo ha sido parte del quehacer político del istmo de Panamá.
Dicho esto, entramos en materia.
Debido a la avalancha de dadivas, prebendas, regalos, y demás canonjías repartidas por doquier por el oficialismo, sumado a la saturación de propaganda estatal de corte electorera, se ha distorsionado la democracia electoral panameña al punto que puedo afirmar sin temor a equivocarme, ni a pecar de exagerado que, más que los votantes, quienes en realidad elegirán a los próximos gobernantes y autoridades, serán los miembros del grupo económico que disponga de mayores recursos financieros para invertir en la compra y lavado de conciencias, léase, en la compra de votos. El famoso circulo cero.
Así las cosas, un grueso sector de la sociedad panameña que sufre carencias de todo tipo, limitación financiera, y necesidades múltiples, entiéndase, los sectores más vulnerables de la sociedad, calificados como clase media baja, pobres, y pobres extremos, precisamente por su situación vulnerable de carencia, son presas fáciles de los mercaderes del clientelismo político.
Ese sector de la sociedad panameña, representa un número importante de votos para inclinar la balanza a favor de quien mejor los enamore. Escenario que ha explotado el gobierno de turno con maestría, estratégica y maquiavélicamente. A ese grupo vulnerable está dirigida la campaña del Partido Cambio Democrático; es decir, apuestan al voto duro de su membresía, más los votos de las clases desposeídas.
Los panameños más educados, catalogados como clase media-media, y media-alta hacia arriba, son los que demuestran mayor aversión y resistencia a la continuidad de un gobierno que ha desmontado la institucionalidad democrática panameña, concentrado todos los poderes del Estado en uno solo, endeudado al país a extremos que asustan, pisoteado la constitución y las leyes, ignorado los muchos escándalos por supuestos actos de corrupción que no han sido deslindados con la debida transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo, al grupo más vulnerable, pareciera importarle poco los mencionados temas, ni de dónde surge el dinero con el cual el oficialismo los llena de jamones, pavos, línea blanca, becas, y demás dadivas.
Ahora bien, la pregunta clave sería, ¿cuál de los dos grupos pesa más a la hora de inclinar la balanza electoral? Según todas las encuestas, la mayoría de panameños aprueban la gestión del gobierno, y se decantarían a votar por la continuidad del mismo si las elecciones fueran hoy.
A manera de ilustración para los opositores que hacen una lectura diferente del panorama político, y se fían que el panameño siempre vota oposición, pasando por alto que, estamos en una elección atípica y distorsionada por una Operación El Bebedero a escala nacional, y por un tsunami de propaganda electoral, les comparto una anécdota que me aconteció hoy con un vendedor de guandú.
Después de comprarle varias libras de guandú, me quedé conversando un rato, de todo un poco, con el humilde vendedor, y le pregunté por quién votaría en las elecciones, a lo cual me respondió textualmente que votaría por el CD porque según él, es el gobierno que más ha hecho, y que más resuelve. Mencionó el pago del décimo tercer mes adeudado a los funcionarios públicos, el aumento del décimo tercer mes, la indemnización a los afectados por el dietilenglicol, la beca universal, 120 a los 70, y cómo no, también los jamones, bolsas de comida, línea blanca, y demás dadivas repartidas por el oficialismo.
Sí, ya sé que, la opinión de una sola persona no constituye una muestra de tendencia alguna, pero, da la casualidad que no es la única persona que me ha respondido igual, es decir, no es el único panameño que cree a pie juntillas que este gobierno ha hecho más en 4 años que los otros en 40 (y todas las encuestas lo confirman), ni es el único que le importa un comino la institucionalidad democrática, el endeudamiento y demás temas que les resultan abstractos y no entienden, pero, si entienden que las dadivas clientelistas del populista y demagogo gobierno de turno, les alivian en parte, la pesada carga que llevan sobre sus hombros, cosa que aseguran, no pueden decir de los otros dos partidos tradicionales a los cuales acusan de no atender los temas más sensibles e importantes para este sector vulnerable de nuestro país.
No obstante este escenario dantesco, los principales partidos opositores apuestan por ir separados cada uno por su lado, y aseguran que se alzarán con la victoria electoral, como quiera que, los panameños votaran como siempre, voto castigo al oficialismo. Sin embargo, pienso que el voto castigo según las encuestas, y el sentir de muchos panameños, en está ocasión se lo darán a los principales partidos opositores que nunca atendieron las necesidades de estos grupos, y carecen de un discurso enérgico y atractivo que cale en la ciudadanía.
En buen castellano, el pueblo se ha habituado al clientelismo político, y sabe que ningún gobierno erradicará las asimetrías sociales, que todos los partidos tradicionales (incluido el CD) son electoreros y persiguen sus intereses –no los de la colectividad–, ergo, votaran por quién más dadivas clientelistas ofrezca, y hasta ahora pareciera ser el CD quien más les está aliviando (que no es lo mismo que erradicando), ciertos temas cruciales para ellos.
Estas son las consecuencias de mantener cautiva por la ignorancia y pobreza a gran parte de la población, convirtiéndolos en clientes permanentes de las dadivas y migajas de mercaderes politiqueros. Ahora hay un nuevo jugador que apuesta más rudo, y dispone de más recursos para comprar votos y lavar cerebros, por lo que ha superado en las lides clientelistas, a sus predecesores que ahora se rasgan las vestiduras, pero nunca hicieron nada para modernizar el Estado, convocar a una asamblea constituyente, ni para sanear el tema electoral dotándolo de transparencia en materia de donaciones, propaganda electoral, etcétera.
Dicho esto, el único salvavidas que observo en este mar turbulento es, la conformación de una gran coalición que aglutine a todas las fuerzas opositoras que saben y entienden lo que está en juego en las próximas elecciones, a saber: democracia, o dictadura.
Amanecerá y veremos, pero mucho me temo que si no se da la alianza opositora, nos dirigimos a un desastre electoral, léase, a una continuidad del gobierno actual, y la democracia panameña pasará en consecuencia, a mejor vida. Ojalá me equivoque.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
2 pensamientos en “Clientelismo político en su máxima expresión”
rica1lasso
Tristemente es así y el tiempo te dará la razón amigo!
erick507
Ojalá que no. Saludos Rica.