Por: Erick Simpson Aguilera
La actualidad política panameña está en horas bajas, y de cara al futuro no se vislumbra un horizonte muy halagador que digamos, dada la pobre oferta electoral para las elecciones de 2014.
Dicho esto, quiero recalcar que, respeto a cada uno de los candidatos presidenciales, léase, a los opositores de partidos tradicionales, a los independientes, y al oficialista, toda vez que, el hecho de atreverse a presidir un país requiere de mucha valentía, carácter, y entereza, como quiera que, si a título personal a veces nos sentimos agobiados por los problemas familiares, personales, y laborales, imagínense tener que atender a 3.5 millones de personas demandando a “Papá Gobierno” soluciones a todos sus problemas. De manera que, reconozco que no es lo mismo ver los toros detrás de la barrera, que tirarse al ruedo político y afrontar de salir electo presidente, tamaña responsabilidad.
Hecha esta aclaración, entramos en materia:
I- Condición:
Transfuguismo descarado y sin parangón en la historia patria; institucionalidad democrática agonizando; desprecio a la rendición de cuentas y a la transparencia; concentración de poderes; los Órganos Legislativo y Judicial, la Contraloría, Fiscalía Electoral, Defensoría del Pueblo, Ministerio Público, etcétera, postrados ante el Ejecutivo; sectarismo y fanatismo político; chabacanería y circo; cinismo y prepotencia; proliferación en los partidos de una raza oportunista, corrupta, y mercader, experta en defender lo indefendible; falta de ideología política y abundancia de juega vivo; persecución, descalificación y satanización a quién se atreva a pensar diferente y a cuestionar los exabruptos del gobierno; ausencia de debate; demagogia y populismo; clientelismo político; nepotismo; politiquería extrema; culto a la personalidad; la Constitución y las leyes pisoteadas un día sí y otro también; falta de espacios para consensuar con la sociedad civil temas que afectan a toda la sociedad; una oposición carente de credibilidad, con un discurso hueco, dividida y maltrecha; amiguismo y demás yerbas aromáticas por el estilo, son la triste realidad de la política panameña.
Así las cosas, el presente se ve bastante aterrador, y el futuro se vislumbra nada prometedor, en materia política.
II- Causas:
El hecho de que el sistema político panameño se encuentre en cuidados intensivos sobreviviendo a duras penas con transfusiones de sangre y respiración artificial, obedece a diversos factores que se remontan desde el nacimiento de la patria en 1903 (en realidad desde antes) con un enclave colonial en el centro del territorio nacional (soberanía hipotecada), y con el establecimiento en el poder de una casta de estirpe politiquera y clasista que “hacía” –quizás aún hace– las veces de sátrapas del imperio yankee en el istmo, hasta la debacle política actual con el Partido Cambio Democrático en el poder haciendo de las suyas, sin pasar por alto las distintas convulsiones políticas y sociales de antes y después de 1968, ni el período post invasión en el cual se malogró una bonita oportunidad para sanear el Estado por la resistencia de una clase política desprestigiada que prefirió mantener el estatus quo de su politiquera zona de confort clientelista, en lugar de dar pasos serios para erradicar los vicios y malas prácticas de la política añeja.
En buen castellano, el gobierno de turno no inventó las malas artes de la política panameña; simplemente las potenció y superó a sus maestros. La suma de todos esos períodos políticos funestos estableció la plataforma que permitió el ascenso al poder del Partido Cambio Democrático, al cual los partidos políticos tradicionales ahora satanizan, cuando en realidad son ellos los padres de esa criatura.
III- Criterio:
Es cierto que no existen sistemas políticos perfectos como quiera que, son sistemas humanos, y los humanos por definición somos seres imperfectos que aprendemos a tropezones. No obstante, también es cierto que, lo ideal es ir avanzando hacia la perfección erradicando vicios y malas prácticas que corroen a las democracias.
Así las cosas, entendemos que hay democracias maduras y robustas, y que hay democracias infantiles, raquíticas, y anémicas como la panameña que cada día se asemeja más a una caricatura y se aleja del modelo democrático participativo.
Dicho esto, debemos reconocer que el agotado y colapsado sistema político presidencialista panameño no solo no avanza, sino que va en franco retroceso hacia una dictadura civil.
IV- Efectos:
Como resultado de la falta de institucionalidad democrática, de la ausencia de pesos y contrapesos, tenemos que, no existen frenos a los abusos gubernamentales en el manejo de la cosa pública, lo que amenaza con ser el detonante de una explosión social como está sucediendo en Brasil y otros países.
Así las cosas, tenemos un endeudamiento público a septiembre del presente año del orden del B/. 15,880.6 millones , más los saldos de la deuda diferida mediante la modalidad llave en mano, de las empresas excluidas del SPNF, y de la ampliación del canal, todo lo cual totaliza más de 20 mil millones de dólares, representando una deuda per cápita aproximada de B/. 6,175.35.
Aunado a los cuestionamientos por supuestos sobrecostos en todas las obras que ejecuta el gobierno con nuestros impuestos y mediante la pesada deuda que heredaremos.
En fin, escándalos por supuestos actos de corrupción, sensación de impunidad y encubrimiento, falta de agua potable, alto costo de la vida, canasta básica por las nubes, el país inundado de basura, abandono del sector agropecuario por privilegiar el gobierno de turno a las importaciones, un sistema educativo que no forma una mano de obra sofisticada y altamente calificada como requiere el mercado laboral, un panameño muriendo de hambre cada 4 días según La Contraloría, el 37% de la fuerza laboral “trabajando” en el sector informal, desigualdad y pobreza (Panamá es el país 16 más desigual del planeta según el coeficiente de inequidad de GINI; el 25.3% de la población, léase, 926,073 panameños son pobres y el 12.4% de la población, léase, 453,886 panameños, son pobres extremos, entiéndase indigentes que no tienen qué comer), etcétera, son las consecuencias del descalabro institucional que ha convertido al Estado Panameño en un botín político, y en oportunidades de negocios y enriquecimiento para un grupo minúsculo de mercaderes, en detrimento de las grandes mayorías que tarde o temprano despertarán de su sueño sacudiéndose el yugo y rompiendo las cadenas conque permanecen atadas.
Este sistema político anacrónico cuasi feudal que impera en Panamá no da para más. Si los políticos no entienden que, o modernizan al Estado adecuándolo a la realidad de un país que crece económicamente y se ha transformado grandemente, serán reemplazados por nuevos movimientos políticos-sociales que los desplazarán del quehacer nacional por no dar la talla, por obsoletos, y por no estar a la altura de las circunstancias actuales, cual dinosaurios que no se adaptaron a los tiempos y se extinguieron.
En buen castellano, más les vale a los politiqueros de siempre sino quieren pasar a la historia del escenario nacional, cambiar de chip y modernizarse a la par de la economía y de la empresa privada que avanzan a pasos agigantados, mientras los politiqueros que tienen secuestrado el país, no solo están estancados, pero van en franco retroceso. Entiendan de una vez por todas que, Panamá es un país importante destinado a grandes cosas allende nuestras fronteras, ergo, no puede seguir siendo manejado como una aldea, ni como la finca de nadie.
V- Recomendaciones:
Es obvio que las soluciones a este estado caótico no precisan de un genio, ni de un iluminado que nos alumbre el camino con una fórmula mágica, toda vez que las mismas saltan a la vista, a saber:
Convocar después de las elecciones a una constituyente que reemplace a la constitución heredada de los militares, con la finalidad de modernizar al Estado promoviendo la transparencia, rendición de cuentas, separación de poderes y certeza del castigo a quién delinca sin distingo de clase social, posición política o económica; revolución educativa; revolución agropecuaria; revolución energética (fuentes alternativas de energías limpias); descentralización; dotación de agua potable a todo el país; erradicación de la pobreza general y extrema; cierre de la brecha de desigualdad existente entre ricos y pobres; modernización del Código Electoral para erradicar el clientelismo político, las donaciones secretas, el monopolio del poder, la partidocracia, para establecer topes de campaña y viabilizar las candidaturas independientes, son el camino hacia un nuevo amanecer de igualdad, desarrollo humano, económico y político.
La pregunta de rigor es si alguno de los candidatos presidenciales tiene está visión, y si posee la estatura de estadista necesaria para enrumbar a Panamá por nuevos derroteros de desarrollo, democracia, y modernidad.
Puede que sí, pero en mi opinión personal, por los discursos famélicos vistos hasta ahora, tal parece que no.
Quizás peco de pesimista, pero, prefiero ser pesimista ante la oferta política electoral que no llena mis expectativas, que pecar de un ingenuo e iluso que es estafado cada cinco años por candidatos que prometen el cielo, la luna, y las estrellas, pero no convencen con sus propuestas electorales fantasiosas y vacías.
De lo único que estoy convencido es que, la continuidad del presente gobierno, constituye una suerte de suicidio político para Panamá, y desencadenaría una explosión social que no necesitamos. Por tanto, es un peligro en mi opinión, 5 años más de lo visto en este periodo de gobierno. Además considero que, el perfil del candidato Arias no es el adecuado por su proclividad a ausentarse de los grandes temas nacionales, como demostró el hecho de que habla en cuñas con libretos prefabricados y productores agropecuarios falsos, de apoyo al productor y seguridad alimentaria, pero se ausenta de los foros agropecuarios por no tener la capacidad de debatir en buena lid y con propiedad acerca de propuestas serias (no de propuestas risibles como crear una jumbo tienda cada 2 días), ni de explicar el abandono de su gobierno al sector agropecuario; de modo que sus cuñas son pura demagogia nada más.
No obstante la necesidad urgente de vencer al oficialismo por las razones previamente expuestas y muchas más, me desalienta ver al Vicepresidente Varela enarbolando como punta de lanza de su campaña, los logros del gobierno de turno del cual formó parte, pero, sacando el cuerpo cuando le preguntan acerca de los yerros del gobierno en dicho periodo de alianza, a saber, los incidentes de Bocas del Toro, la ley que permitió el transfuguismo, y la ley 74 que blindó a la Policía Nacional. Suena muy conveniente por no decir demagógico, capitalizar los logros del gobierno, pero abstraerse de los yerros del mismo. Es decir, no se puede asegurar que todo lo bueno de este gobierno lo hizo el panameñismo y todo lo malo lo hizo el CD; por favor.
Sin embargo, reconozco del candidato Varela que se ha comprometido a convocar una constituyente (no a maquillar la constitución con más reformas como otro candidato que no se define es este tema), a recuperar el patrimonio que se comprobare desviado a bolsillos particulares, y que no tiene compromisos con los empresarios que todos conocemos, quienes suelen financiar campañas para ganar una importante cuota de poder y negociados, maniatando a los gobernantes que financian. Tres compromisos del candidato Varela que resultan muy refrescantes y positivos en medio de tanto despropósito.
En cuanto al candidato Navarro, su propuesta “Paila Llena”, ni siquiera me he tomado el tiempo de considerarla, por ese nombrecito tan “pintoresco”, folclórico, y surrealista que no me parece muy serio ni técnico que digamos. Aunado al grupo empresarial que apoya al gobierno de turno, y tal parece por las misteriosas reuniones “casuales” que al mencionado candidato también, lo cual causa muy mal sabor de boca, y me hace dudar de que se quiera de veras acabar con este círculo vicioso de patrocinadores de campañas que más bien invierten en las mismas con ánimo de lucro.
Sin embargo, reconozco que el PRD parece –a pesar de sus divisiones internas– el partido más organizado y robusto para derrotar al gobierno de turno (pero no solo).
Tal parece que, toca pasar por alto todos estos factores dudosos para evitar el más dañino y peligroso de todos los escenarios, a saber, la continuidad del gobierno de turno. De modo que, es menester cohesionar mediante una alianza el disperso voto opositor repartido hoy por hoy entre el PRD, Panameñismo, FAD, y candidatos independientes, con la finalidad de evitar llevarnos una desagradable sorpresa en las próximas elecciones. Ojalá antes de la fecha límite, el candidato que vaya de último en las encuestas, desista de dividir el voto opositor y se sume en alianza a la campaña de quien lidere la intención de voto para esas fechas.
Amanecerá y veremos.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.