Por: Erick Simpson Aguilera
Es cierto que La Policía Nacional en su gran mayoría está compuesta por panameños y panameñas honestos que arriesgan sus vidas para cuidar de las nuestras. Razón por la cual, no cabe la demagogia, el oportunismo político, ni la satanización de toda una Institución, por el mal proceder de algunas de sus unidades.
También es cierto que, los casos de abusos policiales, no son exclusivos de nuestro país, y los mismos se dan por todo el orbe, como quiera que, seres humanos con bajos instintos, existen por todos los lares.
Sin embargo, el último hecho acaecido en San Carlos que provocó la muerte de dos menores de edad, producto de disparos realizados supuestamente por agentes de La Policía Nacional desde un retén, ha tocado profundamente las fibras de la sociedad panameña, y sembrado un sentimiento de pánico ciudadano hacia La Fuerza Pública.
Si a este lamentable y trágico suceso, le sumamos una serie de eventos que a todas luces constituyen abuso policial y violación de derechos humanos, a saber, golpizas gratuitas a ciudadanos, personas asesinadas durante protestas sociales, y demás, se entiende el temor que siente la ciudadanía hoy por hoy, a quienes se supone que deben despertarnos respeto, admiración, confianza, y seguridad.
Esta escalada de abusos de la Fuerza Pública, debemos detenerla antes de que el síntoma se transforme en una epidemia que haga añicos la seguridad ciudadana. En ese sentido, considero que el mejor antídoto para cortar de raíz esta problemática consiste en un castigo ejemplar a quienes por su mal proceder y violación de todos los protocolos, corten vidas humanas amparados por la impunidad y blindaje que les brinda ser agentes de La Policía Nacional. La impunidad cual cáncer, debe ser extirpada, de lo contrario, el país quedará sumido en un ambiente hostil, peligroso, catico, y sangriento, en el cual la vida humana perderá su valor, y cada quién tomará la justicia por sus propias manos.
No puede ser que, en Panamá los agentes policiales se permitan ejecutar la pena capital, y que la única explicación que reciban los dolientes por la ejecución de sus seres queridos, sea que fue un error provocado por un “confuso” incidente. Ni aunque en los en los autos en los cuales viajaban la familia indostana y la del precandidato presidencial Genaro López, viajaran verdaderos delincuentes, La Policía está facultada para abrir fuego y ejecutar a los presuntos delincuentes –al menos que sus vidas corrieran peligro de muerte-, mucho menos si son ciudadanos comunes y corrientes quienes circulan libremente por las calles de nuestros país.
Si vamos a combatir el crimen aplicando la pena capital extrajudicialmente (ni siquiera judicialmente es legal) en las calles de Panamá, asesinando a los “delincuentes” cuando se transportan por las vías, significa que, hemos retrocedido muchos siglos en materia de derechos humanos. Ni a los delincuentes que deben ser detenidos con mecanismos más profesionales y humanos –no ejecutándolos– ni a los ciudadanos que se supone que deben sentirse libres para circular por las calles del país sin temor a ser abatidos por un retén policial, se les deben despojar de sus derechos humanos.
Dicho esto señalo que, es preciso revisar la ley que blinda a La Policía Nacional, y deslindar responsabilidades en todos los casos de abuso policial que se han venido denunciado, con la finalidad de sanear a la Institución, y de devolverle la paz y tranquilidad a los ciudadanos que deben sentirse seguros en nuestras calles, y mirar a la Fuerza Pública con confianza y admiración, no con temor y recelo.
Además, debe regularse por ley –y sancionar duramente a quién la incumpla– la proliferación de retenes en cualquier esquina oscura de la Capital, en las cuales te encuentras con 2 unidades policiales que montan retenes chimbos que ponen los pelos de punta. Sobre este particular, he escuchado a altos comisionados de La Policía Nacional señalar que, los retenes deben ser de más de 2 unidades y que debe haber una patrulla en los mismos. Pero, ¿qué hacemos los ciudadanos si a altas horas de la noche 2 unidades nos montan un retén que no se ajusta al protocolo policial? ¿Hacer caso omiso a la orden de alto y seguir de largo para caer víctimas de las balas de La Policía?
En una ocasión (en el presente año) me sucedió eso a las 11 de la noche cuando venía de jugar futbol en una cancha sintética y de repente dos policías me alumbraron con un fright light en un retén medio brujo e improvisado en una calle oscura de Juan Díaz, pero recordé las palabras del comisionado y seguí de largo sin detenerme. Si me volviera a ocurrir un hecho similar, me detengo por más miedo que les tenga a esos retenes ilegales, no vaya a ser que me llenen de balas gratuitamente.
En fin, este tema asusta y debemos atenderlo inmediatamente y en su justa dimensión, antes de que sea demasiado tarde, y nadie se sienta seguro en un Panamá en donde tienes que cuidarte de la delincuencia común y de la Fuerza Pública también. Reitero que, en su gran mayoría los policías son panameños honrados que nos protegen y merecen nuestro respeto; pero el daño que algunas unidades le hacen a la Institución no podemos ignorarlo, ni encubrirlo con un manto de impunidad; ergo, debemos cortar de raíz con estos síntomas de una enfermedad que puede corroer a la Institución entera e impactar a toda la sociedad panameña que teme por su seguridad.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.