Por: Erick Simpson Aguilera
Que el presidente de un país se reúna con líderes de oposición, no tiene nada de pecaminoso; de hecho, es usual en las democracias desarrolladas que se den este tipo de reuniones para consensuar temas de Estado.
No obstante, en lo concerniente a la reunión “casual” que sostuvieron el mandatario de la nación, con uno de los principales líderes de un partido opositor, y a la sazón, candidato presidencial, lo que despierta suspicacias en más de cuatro panameños, son el fondo y aún las formas; como quiera que, Panamá no es un país con una democracia fuerte, ni con una institucionalidad robusta –más bien nuestra institucionalidad democrática es raquítica y anémica– en el cual los lideres oficialistas y opositores consensen temas de Estado (y menos en una coyuntura electoral), y además, este tipo de consensos se realizan de cara a la opinión pública, y no de espaldas al pueblo amparados en el más hermético secretismo.
Dicho esto, vale la pena preguntar –ya que la agenda de dicha reunión “casual” escapa del dominio público– de qué se habló, qué se acordó, y qué de cierto hay en que, se pactó un acuerdo de no agresión entre las campañas oficialista y opositora (del partido en cuestión).
En vista de que desconocemos los pormenores de dicha reunión secreta, no nos queda más que especular, y si de especular se trata, pues supongamos que la versión del pacto de no agresión, es fidedigna. Siendo así, enhorabuena si se pactó no recurrir a la campaña sucia, realizar una campaña de altura basada en propuestas, etcétera.
Sin embargo, como no somos tan ingenuos, nos preguntamos, si esa era la noble intención de la reunión “casual”, por qué no se recurrió a la firma del Pacto Ético Electoral que persigue este mismo propósito de sanear la campaña política, pero ahora de manera secreta, y de espaldas a la opinión pública, se pacta la no agresión entre el oficialismo y equís partido de oposición.
Además, un Pacto de no Agresión, es tan abarcador que, es preciso delimitar las fronteras del mismo en el caso que nos ocupa. En dicho sentido nos preguntamos si, no agredir al oficialismo significa no señalar el descalabro institucional que sufre Panamá gracias al gobierno de turno (transfuguismo, concentración de poderes, etcétera); ignorar los múltiples escándalos por supuestos actos de corrupción; convertir los supuestos sobrecostos en obras de infraestructuras en tema tabú; no pronunciarse por la falta de rendición de cuentas y transparencia de que hace gala el gobierno; vetar el tema del endeudamiento extremo que ha hipotecado al país mediante la modalidad llave en mano y la exclusión de empresas del SPNF; y no mencionar el abuso en el uso de contrataciones directas.
En esa misma línea de pensamiento, es preciso conocer el alcance de dicho Pacto de no Agresión, toda vez que, el mismo pudiera ser temporal (hasta que termine la campaña electoral), o permanente, léase, no agredir al gobierno saliente por medio de auditorías forenses, investigaciones por supuestos enriquecimientos ilícitos, exigiendo rendición de cuentas, etcétera. Si se pacta no agredir durante y después de las elecciones al gobierno de turno, entonces, debemos entender que nada cambiará, nadie rendirá cuentas, no habrá auditorias, y se mantendrán la impunidad, endeudamiento extremo, clientelismo político, y la supuesta corrupción gubernamental; entiéndase, se perpetuará el mismo agotado, colapsado, y perverso sistema político presidencialista que tiene a la institucionalidad democrática panameña en cuidados intensivos.
Sí, ya sé que, no nos consta nada de lo que sugiero como posibles puntos pactados en la reunión “casual” que nos ocupa, pero, precisamente por eso es necesario realizar este tipo de reuniones, de cara al pueblo y con la mayor transparencia posible (no en secreto y misteriosamente), para no dar cabida a la especulación, y teorías conspirativas. Además, quienes pueden dar jaque mate a la especulación y suspicacias, son quienes se resisten a pactar una gran alianza de oposición, pero pactan alegremente con el oficialismo no agredirse mutuamente. Si nada de lo que imaginamos gracias al secretismo de la reunión “casual” es cierto, entonces, que lo desmientan los opositores que participaron de la misma, explicando todos los pormenores con lujo de destalles de la mencionada reunión.
En fin, los políticos oficialistas y opositores, tienen todo el derecho de reunirse privada o públicamente, y los ciudadanos tenemos derecho a pensar que, ellos velan por sus intereses comunes y se protegen mutuamente como casta política que son. El tema es que, nuestros intereses parecen no coincidir con los suyos; toda vez que, mientras ellos buscan no agredirse mutuamente y perpetuar el perverso sistema político que constituye su hábitat natural, nosotros los ciudadanos, buscamos estadistas dispuestos a transformar este país por medio de una reingeniería total y quirúrgica de su obsoleto sistema político (a través de una constituyente), con la finalidad de contar con una democracia verdadera y una institucionalidad fuerte que, nos sirvan de base para que el crecimiento económico se mantenga y distribuya equitativamente a todos los panameños.
Objetivo que no se logrará jamás, mientras persistan el perverso sistema político presidencialista, el clientelismo político, los pactos secretos de recamara, y la forma anacrónica de entender y hacer política (decidiendo el destino de la patria y de millones de panameños, entre algunos políticos y empresarios, al margen las grandes mayorías).
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
Salmos 118:9: Mejor es confiar en Jehová, que confiar en príncipes.
Salmos 146:3: No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
2 pensamientos en “De pactos secretos y demás suspicacias”
rica1lasso
Cada día que pasa me sorprende mas ver como se comportan la mayoría de los actores políticos de gobierno o de oposición?
erick507
Saludos Rica.