Por: Erick Simpson Aguilera
La palabra responsabilidad no es tan popular que digamos, como quiera que, la misma implica obligación, esfuerzo, sacrificio, madurez, consecuencias, y compromiso; y los seres humanos por naturaleza preferimos el camino fácil de la autocomplacencia, el infantilismo perenne, la fiesta, el eterno relajo, y la evasión de las responsabilidades.
Razón por la cual, el camino de la responsabilidad que está lleno de espinas, es solo para valientes, por los múltiples obstáculos de que está repleto; pero, los frutos que se recogen a través del mismo, son muy dulces y valiosos. No obstante, como humanos que somos, reitero, no estamos dispuestos a pagar el precio y optamos en una inmensa mayoría –por aquello de la sicología de las masas o del rebaño– por la ruta corta y engañosa cual espejismo, de la irresponsabilidad, la cual no conduce a nada bueno.
Dicho esto, vale la pena preguntarnos si, Panamá es un país maduro y responsable o si por el contrario, somos un país adolescente e irresponsable.
En el presente artículo, exploraremos dicha interrogante a manera de auto examen, con la finalidad de que, podamos observarnos objetivamente y realizar los ajustes necesarios, evitando así, dormirnos en los laureles creyendo las leyendas chovinistas que pretenden hacernos creer que somos el País de las Maravillas, el Dubái de las Américas y demás fabulas por el estilo. Si continuamos aferrados a mitos, fabulas y leyendas vertidas por el establishment, por la elite criolla, seguiremos siendo víctimas de un sistema perverso que mantiene al país secuestrado y sin fuerza de voluntad para reaccionar y romper las cadenas.
Bien, entremos en materia:
1- Responsabilidad fiscal:
Considerando que, el gobierno es quien representa la autoridad y poder del Estado, resulta de suma importancia el manejo fiscal que los gobiernos le dan a las finanzas públicas, toda vez que, el impacto positivo o negativo de dicho manejo, alcanzará a todos los ciudadanos.
Así las cosas, hay que destacar que, durante la administración Martinelli, la deuda pública se ha incrementado en B/. 4,606.6 millones, como quiera que, el saldo de la deuda al 31 de mayo de 2013, asciende a B/. 15,327.2 millones. A dicho saldo, debemos sumarle B/. 1,500.0 millones correspondientes a las empresas excluidas del SPNF (recuerden que el gobierno utiliza una contabilidad sexy basada en maquillajes de cifras y demás tretas); más B/.2,300.0 millones correspondientes a la deuda diferida mediante la modalidad llave en mano, léase, lleve ahora y pague después; más alrededor de B/.2,300.0 correspondientes a los saldos de la ampliación del canal; lo que totaliza B/. 21,427.2 millones de deuda, a un año de que termine la actual administración que se ha caracterizado por estirar irresponsablemente los límites de endeudamiento establecidos por la ley de responsabilidad fiscal, como demuestra el siguiente gráfico tomado del Diario La Prensa:
Dicho lo cual, y en vista de que tamaña deuda compromete a futuras vigencias fiscales constituyéndose en una suerte de cadenas que mantendrán maniatados a los próximos gobiernos que se verán limitados en recursos para satisfacer las necesidades de los ciudadanos por tener que destinar fuertes sumas de ingresos al pago de semejante deuda, considero que en este país carecemos (hasta la fecha) de funcionaros responsables en el manejo fiscal.
2- Responsabilidad institucional:
Tomando en cuenta que, Panamá apenas lleva 13 años de vida independiente, toda vez que, hasta el 31/12/99, “éramos” una suerte de protectorado yankee, debido al odioso enclave colonial en la antigua zona del canal, no podemos aspirar a ser el país más fuerte institucionalmente hablando, del área.
No obstante la adolescencia de Panamá como país “soberano” en todo su territorio nacional, habíamos logrado superar el gateo y dar nuestros primeros pasos para consolidar nuestra democracia. Sin embargo, hoy en día, estamos dando pasos agigantados en retroceso que nos están llevando de la adolescencia, al infantilismo institucional.
Concentración de poderes; transfuguismo; una Asamblea de Diputados donde no existe el debate, pero abunda el servilismo; una Corte Suprema que no puede resolver un recurso necesario para sanear el escabroso caso Financial Pacific (casa de valores investigada por supuestos delitos de estafa, falsedad de documentos y lavado de activos), inoperancia esta que afecta en extremo a nuestro Sector Financiero; una Contraloría, Fiscalía Electoral, Procuradoría, y Defensoría, que tienen fama de responder al poder ejecutivo; etcétera, son la triste realidad de la resquebrajada institucionalidad democrática panameña.
Mientras sigamos atados por una Constitución nacida en los cuarteles de la dictadura militar que cumplió su vida útil y promueve el presidencialismo extremo rozando la monarquía en la peor de sus formas, la institucionalidad panameña no pasará de ser un mal chiste y una simple caricatura.
Para ser responsables institucionalmente, es menester que modernicemos las estructuras democráticas del Estado; léase, convocar a una constituyente (después de la toma de posesión del próximo gobierno), y modernizar el tema electoral para dotar al mismo de un código que establezca topes a los gastos de campaña, transparencia y divulgación de los donantes, castigo ejemplar para quienes promuevan el clientelismo político, adecuación y equidad para que los independientes compitan en igualdad de condiciones con los partidos políticos que hoy en día son beneficiados -por no decir mimados-, y regulación de la propaganda estatal para evitar que la misma sea utilizada para fines electoreros como sucede actualmente (hay que prohibir por ley que la persona de los funcionarios, su voz, o nombre, aparezcan en la propaganda institucional).
3- Responsabilidad ambiental:
¿Se puede llamar responsable ambientalmente a un país donde los gobiernos en contubernio con la empresa privada, se dan a la tarea de acabar con nuestros humedales, manglares, ríos, playas y montañas?
Panamá es nuestra casa, es de todos, y es nuestra responsabilidad cuidarla y conservarla. Dios nos ha provisto de un verdadero paraíso repleto de flora y fauna, rodeado por ambos océanos, lleno de hermosas playas, montañas, valles y ríos, y es injusto que por la codicia de gente inescrupulosa que no conoce de límites a la hora de lucrar, y por ende realizan “desarrollos” en zonas frágiles, talando nuestros árboles, acabando con nuestros manglares rellenándolos, envenenando nuestros ríos, e invadiendo humedales, acabemos con el patrimonio que es de todos y no de unos cuantos mercaderes de fortuna que en su gula de dinero, están devastando nuestro ecosistema.
No entiendo cómo un área protegida (humedal de importancia internacional y sitio Ramsar Damani-Guariviara) que además es parte de la Comarca Ngäbe Bugle, y por ende, entiendo, debe tener un régimen de tierras colectivas, puede ser sujeto de una prescripción adquisitiva y terminar en manos de terceros, con el aval del Registro Público. Lo que sí entiendo es que, este tema no terminará nada bien.
En fin, debemos ser responsables ambientalmente hablando y cuidar el paraíso de tierra que tenemos por país, y cuando digo debemos, incluyo a los ciudadanos en general, a saber: funcionarios públicos, empresarios, y ciudadanos del común que tampoco es que sean unos santos y tienen unos hábitos bastante destructivos como demuestra el gran número de basura incluidas las más inverosímiles (estufas, muebles, lavadoras, etc.) que contamina los ríos, gracias a ciudadanos inconscientes e irresponsables.
4- Responsabilidad social:
¿Es responsable socialmente un país que no obstante ser rico en recursos financieros, destaca como el país 17 más desigual del planeta; en el cual el 25.3% de su población, léase, 926,073 panameños, sufren de pobreza, y el 12.4% de su población, entiéndase, 453,886 panameños, padecen de pobreza extrema o indigencia, y en consecuencia, una persona muere de hambre cada 4 días?
Sí, ya sé que, algunos dirán que la FAO premió a Panamá por alcanzar el Objetivo #1 del Milenio. Sin embargo, independientemente de lo que diga la FAO, que dicho sea de paso, no está premiando un logro exclusivo del gobierno de turno, sino la reducción a la mitad de la población en pobreza extrema desde el año 1990 al 2012, es decir, lo logrado desde Endara hasta Martinelli, la realidad es que, falta mucho trabajo por hacer, toda vez que, una persona muriendo de hambre cada 4 días en un país tan rico como es Panamá, es una gran vergüenza nacional, y no es motivo para andar lanzando fuego artificiales siguiéndole la corriente a la FAO.
¿Es responsable socialmente, un país en el cual, no obstante disponer el gobierno de mayores ingresos que las administraciones previas, gracias a los aportes del canal, a la gran recaudación fiscal, y al endeudamiento sin parangón, la educación sigue por el suelo, la canasta básica familiar por las nubes, el costo de la vida in crescendo, la falta de agua vigente, los usuarios del transporte sufriendo y mojándose por la falta de paradas, y la basura regada en cantidades industriales por las calles de todo del país?
Ser responsables socialmente abarca más que construir un metro y calles; mucho más.
Por ejemplo, el tema del INSAM, que según entiendo, una comisión de expertos integrada por siete psiquiatras del Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social (CSS), recomendó el cierre de sus instalaciones ubicadas en Villa Lorena que es un área céntrica y de fácil acceso para los pacientes, familiares, y trabajadores, para disponer de esas valiosa$ tierras para otros fine$, demuestra que, en este país hay gente cuyo accionar no solo es irresponsable socialmente, pero también, roza en lo malévolo.
5- Responsabilidad empresarial:
Empresarios que explotan a sus trabajadores; que no reportan el seguro social que les retienen; que no les reconocen las horas extras trabajadas; que los mantienen en el limbo contractual no otorgándoles la permanencia para no ser responsables de las debidas prestaciones; que pagan salarios de hambre y pretenden que un solo empleado realice la función de 3 al precio de medio uno; son las malas prácticas explotadoras y esclavizantes que se dan en este país del “pleno empleo” en el cual 37.2% de la fuerza laboral (sin incluir a los trabajadores agropecuarios), léase, 561,348 personas, están ocupadas informalmente, el 45.6% de un millón 64 mil 257 hogares panameños perciben ingresos mensuales del orden de B/.400 o menos, y el 85% de la población devenga menos de B/.600 mensuales.
Sin embargo, muchos de estos empresarios irresponsables se rasgan las vestiduras en los medios de comunicación y hablan de moral, de cómo alcanzar un Panamá más justo para todos, y demás yerbas aromáticas por el estilo.
6- Responsabilidad ciudadana:
Los ciudadanos tenemos la tendencia de quejarnos de nuestros gobernantes y partidos políticos como si estos fueron conformados por extraterrestres, ignorando voluntariamente que, estos funcionarios son un reflejo de nosotros mismos; que nuestros votos los han enquistado en el poder; que somos sus cómplices; que algunos hasta sus votos han vendido en el mercado del clientelismo político, a cambio, de estufas, lavadoras, sacos de cemento, hojas zinc, bloques, bolsas de comida, jamones, pavos, bicicletas, nombramientos, etcétera.
Sí, es cierto que, el exigir transparencia a las autoridades y rendición de cuentas a los funcionarios públicos, es un derecho y un deber ciudadano, pero, también es un deber ciudadano, velar por nuestras familias (muchos son irresponsables con sus hijos y cónyuges), respetar las leyes de tránsito, no agredir a nuestros prójimos dispensándoles un trato grosero, mantener la sana convivencia, no hacer ruido al punto de convertir zonas residenciales en discotecas, respetar el espacio ajeno y no obstaculizar las calles y casas por estacionar nuestros autos en donde nos da la gana, trabajar con esmero; etcétera.
Es verdad que, nuestros gobernantes, autoridades y funcionarios públicos, dejan mucho que desear, pero, he escuchado una forma de expresarse de algunos ciudadanos que me hace pensar que, pobre Panamá si estos se activaran en la política, como quiera que, dicen cosas como, “Está bien que los funcionarios públicos roben siempre y cuando repartan y hagan obras”. Con ciudadanos así de corruptos y básicos, no me sorprende la clase de políticos que nos gobiernan.
De manera que, no solo las instituciones públicas, y muchos empresarios (no todos) están corroídos, pero, la sociedad panameña en pleno, estamos enfermos moralmente y no querernos hacernos responsables del destino de la Patria.
En fin, termino acotando que, ser un país serio, desarrollado, justo, y del primer mundo, no es un objetivo que se logre gratuitamente, sin esfuerzo, y siendo irresponsables.
Los países que decidieron ponerse los pantalones largos, dejaron a un lado el infantilismo político, la falta de visión, la politiquería barata, la corrupción, el clientelismo, y entonces recorrieron el nada fácil, pero productivo, camino de la seriedad y la responsabilidad.
La responsabilidad es el camino.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.