Por: Erick Simpson Aguilera

Proyecto del Metro de Panamá en contraste con una de las tantas casas condenadas en la Ciudad de Colón.
En las cuñas políticas de los pre candidatos oficialistas, se sugiere a los panameños, escoger entre el “progreso” y continuidad del “cambio”, léase, reelegir al gobierno de turno, o el retroceso, entiéndase, votar por cualquiera de las opciones opositoras.
Pues bien, respeto la opinión de aquellos panameños que consideran que, con la actual administración hemos progresado; sin embargo, no comparto dicha opinión; porque en lo que a mi concierne, considero que, hemos retrocedido y nos hemos estancado, los últimos cuatro años de gobierno CD.
Ahora bien, como su servidor no posee el patrimonio de la verdad, revisemos mejor los logros y desatinos del gobierno, para determinar de forma objetiva, si es cierto que, Panamá ha avanzado durante la actual administración, o si por el contrario, vamos en franco retroceso.
Durante la administración Martinelli, Panamá ha retrocedido en materia de:
1- Institucionalidad democrática: Recuerden el fenómeno del transfuguismo y la concentración de poderes que no son una novedad en la desprestigiada clase política nacional, pero, han rotó record durante la actual administración, escandalizando aun a conocidos politiqueros de la fauna política criolla.
2- Derechos humanos: Recuerden las represiones en Bocas, Comarca Ngäbe, Chiriquí, Veraguas, y Colón, que se saldaron con la pérdida de vidas inocentes, y lesionados de por vida de la vista y otros órganos.
3- Libertad de expresión: Recuerden el insulto presidencial al periodista Hugo Famania por cumplir con su labor informativa; por mencionar uno de muchos casos de ataques a la libertad de expresión, acaecidos los últimos cuatro años.
4- Transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción: Este gobierno se ha caracterizado por ser alérgico a la rendición de cuentas, y cuando se le pide transparencia en el manejo de los fondos públicos, e investigar los supuestos casos de corrupción –que no son pocos– se sataniza y descalifica a quienes pidan cuentas, tildándolos de bochinchosos, fariseos, enemigos de la Patria, malos panameños que no quieren que Panamá avance, empresaurios, defraudadores fiscales, opositores con una agenda política oculta para desestabilizar, etcétera; es decir, se ataca al mensajero para esconder el mensaje.
Durante la administración Martinelli Panamá se ha estancado en materia de:
1- Educación: Tenemos un sistema educativo arcaico con 40 años de rezago que nos resta competitividad, y nos obliga a contratar mano de obra calificada foránea, por no contar con suficientes profesionales y técnicos de alto perfil como requiere la boyante economía nacional. En la última prueba PISA en la que Panamá se atrevió a participar, obtuvimos el penúltimo lugar a nivel de LATAM en lectura y ciencias, y el último lugar en matemáticas.
2- Desigualdad: Según el coeficiente de GINI que mide la inequidad, Panamá es uno de los países más desiguales del planeta, ocupando el lugar 17 a nivel mundial. Solo 16 países del mundo, la mayoría de ellos africanos, son más desiguales que Panamá, a saber:
3- Erradicación de la pobreza: Según la CEPAL, 926,073 panameños –25.3% de la población– viven en la pobreza, y 453,886 panameños –12.4% de la población– sobreviven en la extrema pobreza, léase, en la indigencia. Para un país como Panamá que tiene prácticamente una década de crecimiento económico sostenido; de bonanza económica sin parangón; que lidera toda la región latinoamericana en este rubro; que tal cantidad porcentual de su población se acueste sin comer, o comiendo a duras penas, constituye un crimen, una vergüenza nacional, y es un síntoma de que algo no funciona bien en el sistema socioeconómico panameño del que tanto se jactan algunos.
Sí, ya sé que, algunos argumentarán que estos indicadores sociales en los que cojeamos como país, son ciertos, pero que, también hay indicadores económicos que nos favorecen como son la variación anual del PIB o crecimiento económico.
Precisamente en dicha realidad consiste la dicotomía socioeconómica panameña; en que unos pocos acaparan los frutos del gran crecimiento económico nacional, en detrimento de las mayorías que miran de lejos la danza de los millones y la bonanza económica, mientras la vida se les estrecha y los gastos se les disparan, cada día más.
Así las cosas, cuando el gobierno habla de progreso, desarrollo, y logros económicos, se refiere a las obras de infraestructuras que están ejecutando, a saber, metro, carreteras, hospitales, etcétera.
Sin embargo, cuando el panameño habla de bienestar y calidad de vida, se pregunta por qué en medio de la tan promocionada prosperidad y danza de los millones, sigue sufriendo el alto costo de la vida; el ascenso inmisericorde de la canasta básica; la falta de agua potable en amplios sectores del país (incluida la Capital), y el desmejoramiento del servicio por el mal sabor, olor, y calidad del agua; el martirio del transporte público (invito a quienes piden paciencia con los metrobuses a que pasen por las penurias de los usuarios para que tengan moral para pedir comprensión); la inseguridad que campea en el país; el pésimo sistema educativo; los salarios de hambre que no permiten una calidad de vida acorde con la gran riqueza nacional (el 85% de la población laboral, ganan menos de B/. 600 mensuales); etcétera.
Señores del gobierno que aspiran a reelegirse para seguir con el supuesto progreso y cambio que tiene más de retroceso y estancamiento que de otra cosa de acuerdo con los indicadores socioeconómicos que hemos presentado, consideran ustedes prioritario para los panameños, la construcción de hospitales cuando los que existen carecen de personal médico, insumos, equipos y medicamentos, y la construcción de carreteras, o será más importante como creemos la mayoría, el abastecimiento de comida barata (se ha abandonado al agro y por ende a la soberanía y seguridad alimentaria, por apostar a la importación de alimentos), agua de calidad para todos, educación de primer mundo, y seguridad verdadera. Resulta obvio que, sin cinta costera podemos vivir, pero no sin comida, ni agua.
Si la mitad de la gran deuda pública que ha crecido en esta administración en B/. 3,544.6 millones, más la mitad de los B/. 3,420 millones correspondientes a los proyectos llave en mano, es decir, B/. 3,482.3 millones, hubieran sido invertidos con un enfoque humano y no empresarial, hubiéramos logrado pasos firmes para abastecer de agua potable, comida barata, y educación de altura, a los panameños, de frontera a frontera.
Esa es la diferencia entre bienestar humano, y el crecimiento económico cuyos frutos acaparan una élite privilegiada, mientras pretenden que las grandes mayorías se conformen con las migajas de la gran riqueza nacional; léase, con subsidios paliativos que alivian pero no erradican la pobreza (becas universales, 100 a los 70, etc.), dádivas clientelistas (jamones, pavos, zinc, bloques, estufas, lavadoras, etc.); perpetuándose así, el desigual y perverso sistema vigente que beneficia a pocos, en detrimento de la mayoría que mira de lejos la danza de los millones y la prosperidad de las que tanto se hablan.
Sé que a algunos les incomoda que ponga de relieve la realidad socioeconómica panameña, y preferirían que hable del crecimiento del PIB, de la construcción del Metro, de la ampliación del canal, de los puertos, zona libre, y centro bancario, de las grandes autopistas y los rascacielos, y que escondamos a la gran cantidad de pobres de las comarcas indígenas, Bocas, Colón, Darién, Veraguas, Chiriquí, las provincias centrales, y de la propia Capital, con el fin que el mundo crea que, en Panamá todos somos pudientes y gozamos del gran crecimiento económico. Sin embargo, no caeremos en esta publicidad engañosa; nos resistiremos al auto engaño; y seguiremos hablando verdades por dolorosas que estas sean, para que logremos salir del hueco de la desigualdad y la pobreza que sufre el país.
Los panameños merecen mucho más que migajas; merecen ser partícipes de la bonanza económica; merecen educación, agua, comida, buenos salarios, seguridad; en fin, merecen ser integrados a la economía y desarrollo nacional de frontera a frontera; no solo en la Capital.
La actual administración, dificulto que entienda estos conceptos sociales y humanos, y si alguna vez los consideraron, pues, hace rato que perdieron el rumbo y la visión; toda vez que, los mismos problemas que han aquejado a los panameños desde siempre, siguen vigentes e incrementándose cada día; ergo, no considero que este gobierno merezca continuar cinco años más en el poder.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
Nota: A continuación algunas fotos de la Ciudad de Colón tomadas del reportaje de The New York Times publicado esta semana:
4 pensamientos en “De progreso, retroceso, y estancamiento”
Maria S Calef
los dos polos opuestos mientras que unos cuantos viven en la opulencia, la mayoria vive hacinados en las mas infrahumana condicion. Esta no es la residencial Albrook, or Punta del Sol, Punta Paitilla, ectcetera. Mientras que la concentracion de las riquezas del pais siga concetrada in unas pocas manos, y la desigualdad de la distribucion de los salarios es cada dia mas abismante y antagonica.
erick507
Lastimosamente así es.
Daniel González (@DanielG0576)
Dice la biblia: «maldito el hombre que cree en hombre». La solución a nuestra desigualdad no la tiene un gobierno. Cuando pongamos el destino de nuestra nación en manos de Dios, entonces se levantarán gobernantes enfocados en trabajar para elevar la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Gaetano Romero
Sería de utilidad moral conocer la estructura de los grupos beneficiados por los grandes proyectos realizados. Entre quienes se reparten esos 3.5 miles de millones de deuda pública. Saber el costo real de los proyectos. Porque los escandalosos sobre-costos tienen destinos ajenos al bienestar público. El mismo cuyas generaciones posteriores tendrán que pagar dicha deuda.