Por: Erick Simpson Aguilera
El saldo de la deuda pública panameña al 31 de diciembre de 2012 fue del orden de B/. 14,265.2 millones; reflejando dicho saldo un crecimiento durante la administración Martinelli de, B/. 3,544.6 millones (33% de crecimiento); toda vez que, el saldo de la deuda pública al 1 de julio de 2009 –fecha en que tomó posesión el presidente Martinelli– era del orden de B/. 10,720.6 millones.
Si tomamos en consideración el gran crecimiento económico que experimenta Panamá desde hace varios años, sin confrontar el mismo con otras variables macroeconómicas como son por ejemplo, la inflación y el endeudamiento, nos llevamos la falsa impresión de que, nuestra economía goza de una robusta salud. Razón por la cual, me dispongo en el presente artículo a abordar el importante tema de la deuda pública panameña, con el fin de que abramos los ojos y exijamos un manejo sabio y moderado de las finanzas públicas, toda vez que, nos tocará a todos los panameños, hacerle frente a tamaño endeudamiento.
Dicho esto, entremos en materia.
Es importante destacar que, en el 2012 la economía panameña volvió a liderar el crecimiento regional con una tasa de variación del PIB de 10.7%. Sin embargo, no pasemos por alto que, la deuda pública creció 11.3% (nominalmente) en el mismo periodo.
A continuación algunas gráficas que muestran el comportamiento del PIB y la Deuda Pública:
Como muestran las gráficas previas, la deuda pública panameña, mantiene la misma tendencia alcista del PIB; lo que da la impresión que, nuestro crecimiento económico se basa en gran parte en endeudamiento, y no precisamente en actividades de valor agregado sostenibles a futuro.
Dicho en lenguaje sencillo, la inversión pública en proyectos de infraestructura financiados mediante el endeudamiento, es un motor (no es el único factor, pero es uno importante) que está impulsando nuestro crecimiento económico. Lo ideal sería, diversificar y desarrollar nuestra economía apostando al conocimiento, a la transformación de materia prima en productos con valor agregado, que nos permitan independizarnos de ser una economía que está creciendo en parte, gracias a burbujas estacionarias (endeudamiento para proyectos de infraestructuras con fecha de caducidad) y a exportación de materia prima (minería).
Veamos la opinión de la CEPAL sobre la economía panameña:
Entre los sectores más dinámicos en el primer semestre están la minería que creció un 28,1% frente al mismo lapso del 2011 y la construcción (27,7%), seguidos de electricidad gas y agua (12,4%), transporte y telecomunicaciones (12,2%), hoteles y restaurantes (11,6%) e intermediación financiera (11,0%). El auge del sector minero y de la construcción reflejan la ejecución de numerosos y mayúsculos proyectos de infraestructura pública y privada. Entre ellos destacan la ampliación del Canal de Panamá, la construcción del metro en Panamá, diversos proyectos de energía eléctrica, hoteleros y de desarrollo logístico. Por su parte, el sector transporte y telecomunicaciones siguió expandiéndose a un ritmo acelerado, liderado por las subscripciones de telefonía móvil (37,1%), y el transporte aéreo (23,2%),reflejo del incremento en el tránsito de pasajeros por el aeropuerto internacional.
Sí, es cierto que, somos una economía de servicios, y no debemos pretender cambiar nuestro exitoso modelo para convertirnos en un país súper industrializado; no obstante, tampoco debemos aferrarnos a un sector y modelo exclusivo. En la economía del conocimiento que distingue a los países ganadores de los segundones, podemos apostar por la tecnología de la información, formando a profesionales que desarrollen herramientas tecnológicas que podamos exportar; copiando el modelo de la India, por ejemplo. Pero, para lograrlo se precisa revolucionar nuestro pésimo sistema educativo; modernizarlo; formar en cantidades industriales ingenieros informáticos, científicos, etcétera; ese tema lo trataremos en otro artículo. El asunto es que, cuando terminen todos los proyectos de infraestructuras; cuando no quede nada más por construir; cuando el boom inmobiliario terminé; se apagarán estos motores de la economía nacional; tendremos una pesada deuda que afrontar; nos veremos en el espejo de España; y entenderemos la diferencia entre ser una economía robusta y sostenible basada en el conocimiento y valor agregado, y ser una economía especulativa basada en burbujas.
Sí, ya sé que, algunos pensarán que exagero; que la economía panameña marcha viento en popa; que las calificadoras avalan nuestra robustez económica (España también tiene grado de inversión y miren cómo está); que la relación Deuda / PIB del 39%, demuestra que no tenemos nada que temer, etcétera.
Empero, dadas las piruetas, acrobacias, malabarismo, maquillaje, y magia conque el gobierno martilla la contabilidad gubernamental, yo no me fío del 39% de Relación Deuda / PIB como variable para medir la salud de nuestra economía. Razón por cual, cálculo mi propio porcentaje de Relación Deuda / PIB, incluyendo la deuda diferida mediante la modalidad llave en mano, la deuda excluida del SPNF (ETESA, Tocumen y ENA), y la ampliación del Canal de Panamá, con el fin de tener una panorámica más real de la economía panameña; reflejando dicho análisis un porcentaje de Relación Deuda /PIB del 56%; el cual da vértigo y demuestra lo endeudados que estamos como país.
Así las cosas, el próximo gobierno deberá hacer frente a una pesada deuda que pudiera comprometer su capacidad de emprender nuevas inversiones y proyectos sociales. Sin duda alguna que, más temprano que tarde, tendremos que pagar la perversa factura de la danza de los millones que estamos experimentado en la actual administración que dista mucho de ser responsable en su manejo de las finanzas públicas.
Finalizo aclarando que, con el presente análisis no pretendo pecar de alarmista, ni sembrar miedo respecto a nuestra economía, como quiera que, es cierto que con el canal ampliado, los mejores puertos de LATAM, la segunda zona libre del mundo, nuestro centro bancario, en fin, con nuestra privilegiada posición geográfica y las actividades económicas que de ella se derivan, nuestro futuro se pinta prometedor. Sin embargo, no debemos dormirnos en los laureles en materia de educación; tenemos que innovar y apostar por la economía del conocimiento y valor agregado; debemos evitar complementar nuestra economía de servicios exclusivamente, con burbujas económicas fugaces, y con la perversa minería; y por último, debemos administrar bien la bonanza económica actual, de modo que, cuando vengan los años de vacas flacas; cuando terminen los proyectos de infraestructuras y por ende la época de zafra del sector construcción; podamos enfrentar las nuevas realidades con las reservas que hasta ahora no estamos ahorrando, pero sí despilfarrando a manos llenas para construir obras -muy cuestionadas por supuestos sobrecostos- cuyo financiamiento mediante deuda, asusta, sigue in crescendo, y tendremos que pagar con altos intereses, más temprano que tarde.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
Nota: A continuación gráficas e información importante obtenidas del MEF y la Contraloria.