Por: Erick Simpson Aguilera
Como una telenovela que manipula la información, un pase de factura de “defraudadores” fiscales, bochinches de pasillos, rumores malintencionados, etcétera, han catalogado los voceros gubernamentales, al caso de Financial Pacific.
Sin embargo, cuando confrontamos los hechos, a saber: un desfalco del orden de 14 millones de dólares; acusaciones por concepto de estafa, falsedad de documentos y blanqueos de capitales; un señalamiento al Presidente Ricardo Martinelli, por una supuesta manipulación de información privilegiada; la intromisión del Órgano Ejecutivo instruyendo al Ministerio Publico sobre cómo proceder con una información relacionada al caso en cuestión; el entorpecimiento de la Corte Suprema que en lugar de facilitar la investigación para que se sanee el caso mediante la transparencia, lo ha trancado sembrando dudas sobre semejante proceder; etcétera, realizamos que, no se trata de una telenovela, sino más bien de un caso muy serio que atenta contra el buen nombre de nuestro Sector Financiero, como quiera que, cadenas noticiosas internacionales como El Mundo, El País, y CNN, entre otras, se han hecho eco del escándalo que nos ocupa, dándole cobertura mundial al mismo.
A todo esto súmele la misteriosa desaparición del auditor de la Superintendencia del Mercado de Valores Vernon Ramos, quien precisamente se encontraba investigando el caso en cuestión, y tendremos un cuadro mucho más preocupante. Es cierto que, no se ha comprobado vínculo alguno entre la mencionada desaparición, y el escándalo financiero que nos ocupa, no obstante, también es cierto que, no se ha comprobado tampoco, la falta de vinculación entre ambos casos, de manera que, el sentido común nos impide pasar por alto hechos de tamaña importancia.
Somos conscientes de que, este es un tema muy espinoso y nublado al que hay que tratar con sumo cuidado, con la finalidad de separar el trigo de la cizaña, para salvaguardar nuestro Centro Financiero que es uno de los principales pilares de nuestra economía de servicios, y para respetar la presunción de inocencia de los implicados en el proceso.
Así las cosas destacamos que, no se ha comprobado el señalamiento hecho en contra del Presidente Ricardo Martinelli, en cuanto a la manipulación de información privilegiada (de hecho la Señora Mayte Pellegrini se retractó de sus acusaciones). Razón por la cual, los voceros del gobierno deben abstenerse de viciar el proceso con sus comentarios que pretenden trivializar el mismo, rebajando el tema a la categoría de bochinche y telenovela. Si no hay necesidad de defenderse de acusaciones que consideran falsas y se caerán por ende por su propio peso, que además fueron hechas por una persona acusada por desfalco, pues no lo hagan; no se desgasten defendiéndose en los medios, y menos con semejantes argumentos tan baladíes y poco serios que, lo único que logran es llenarnos de desconfianza a los ciudadanos. “El que no la debe, no la teme”.
En mi opinión, lo mejor que puede hacer el gobierno es, manejar este tema tan sensible institucionalmente, es decir, facilitando las investigaciones en la medida de lo posible y en el marco constitucional, y pronunciándose de manera seria respecto al caso en cuestión. Léase, pronunciándose de una manera transparente, institucional, constitucional, y seria que coadyuve en el proceso; que no es lo mismo que, descalificar a los medios que cumplen con su deber de informar catalogándolos de defraudadores fiscales para desviar el tema hacia un particular que no tiene nada que ver con el mismo; ni tildar de bochinchosos y noveleros a quienes muestran preocupación por las implicaciones que pueda sufrir nuestro Centro Financiero; ni minimizar el impacto que la falta de credibilidad, seguridad jurídica (entorpecimiento del accionar regulador de la SMV), y transparencia, pueden acarrear al sector en cuestión; ni mucho menos cruzar cartas desde el Ejecutivo al Ministerio Público, con instrucciones respecto al manejo que deben darle a la información relacionada con el caso.
En cuanto a la Corte, ya es hora que la misma falle el amparo de garantías, y le permita a la SMV cumplir con su función reguladora que provee confianza y garantías a los inversionistas, toda vez que, mantener vivo por tanto tiempo un caso de tamaño perfil que pone en riesgo la confianza y credibilidad de nuestro Sector Financiero, no le hace ningún bien a Panamá, ni nadie lo entiende. Ergo, todos deberíamos velar para que este caso se resuelva lo antes posible.
Al menos en un país normal, con instituciones fuertes y serias, ese sería el caso, pero en Panamá donde no existe la separación de poderes, y la justicia cojea a más no poder, todo funciona al revés, y por intereses sabrá Dios de qué índole, afectamos aún a los principales pilares de nuestra economía. No sé en qué clase de país vivimos, o mejor dicho, qué clase de gente nos desgobierna.
Como señaló Xavier Serbia en CNN con relación al caso Financial Pacific, “la credibilidad es fundamental cuando se habla de finanzas”, y eso es lo que está en juego en este caso, la credibilidad del Centro Financiero Panameño, que no es poca cosa y está por encima de cualquier político, partido, o magistrado de turno. De modo que, no se trata de una telenovela, ni de bochinches de pasillo, sino más bien de, un caso escandaloso de ribetes internacionales que no lo necesitamos, y que ha sido muy mal manejado por las autoridades, arriesgándose así, la credibilidad de nuestro Centro Financiero, y el buen nombre de Panamá.
Finalizo señalando que, el Caso Financial Pacific ha desnudado y puesto en evidencia a nuestro pésimo Sistema de Justicia. Credibilidad, Seguridad Jurídica, e Independencia Judicial, son tres conceptos que han sido sometidos a prueba por el caso Financial Pacific, y el mundo espera para saber si estaremos a la altura de las circunstancias, o si por el contrario, somos un país no digno de confianza por la falta de institucionalidad política y financiera que sufrimos.
Amanecerá y veremos cómo termina esta supuesta “telenovela” que en mi opinión parece más película de terror basada en hechos de la vida real, que novela.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.