Por: Erick Simpson Aguilera
El presidente de la República, Ricardo Martinelli, catalogó el escandalo italiano-panameño relacionado al supuesto pago de sobornos efectuado por Valter Lavitola a funcionarios panameños, a cambio de conseguir un contrato para la construcción de cárceles móviles en Panamá durante el gobierno de Silvio Berlusconi, como “una telenovela que pronto llegará a su fin; ganando el bueno como sucede en todas las telenovelas”.
Respeto la manera trivial e irresponsable para mí gusto, en que el Presidente Ricardo Martinelli cataloga tamaño escándalo de ribetes internacionales que está haciendo añicos la imagen de Panamá, echando por tierra todos los esfuerzos hechos para promocionarnos como un país serio y propicio para las inversiones. Sin embargo, no comparto su manera superficial y alegórica de definir un escándalo que ha puesto a Panamá en la palestra pública de los principales medios televisivos y escritos del mundo, los cuales se han hecho eco del caso Lavitola-Martinelli; ocasionándonos dicha exposición mediática un daño severo, como quiera que, ahora más que nunca, Panamá es visto como un país de dudosa reputación en el cual para conseguir un contrato es preciso pagar coimas, y donde no hay seguridad jurídica, sino mas bien, seguridad coimera, toda vez que, no se contratan a las mejores empresas en buena lid y con transparencia de acuerdo a las mejores practicas y estándares anticorrupción internacionales, sino a aquellas empresas corruptas que serán contratadas directamente si pagan su respectiva coima, la cual les abrirá las puertas para cometer toda clase se delitos y abusos en Panamá, los cuales no pueden realizar en sus países de origen en donde sí existe la ley.
Esa es la imagen que se está vendiendo de Panamá en el mundo hoy por hoy, gracias al escándalo que el Presidente de la República califica como una telenovela sin mayor relevancia. Sobre dicho particular es preciso destacar que, independientemente de cuál sea el fallo de las autoridades judiciales de Italia, es decir, de si se descarta o comprueba el supuesto pago de sobornos a las autoridades panameñas (ambas posibilidades están vigentes, pero reconocemos la presunción de inocencia), el daño a la imagen del país, ya está hecho, toda vez que, la exposición mediática a nivel mundial, ha sido considerable y nos pasara factura.
De pronto algunos argumentarán que, si se descarta eventualmente el supuesto pago de sobornos a las autoridades panameñas, todo quedaría como una anécdota y se entendería porqué el presidente catalogó este escándalo como una simple telenovela. No obstante, el daño a la imagen del país, reitero, está hecho, y esta telenovela no nos saldrá gratuita, sino mas bien, demasiado de cara. Es oportuno señalar que, cualquier gobierno serio del mundo, hubiera sorteado ser protagonista de semejante telenovela, toda vez que, las andanzas y descredito del gobierno de Silvio Berlusconi eran del dominio público, ergo, negociar en las condiciones nada transparentes en que se dieron las contrataciones directas a Finemecanicca por tamañas sumas millonarias de dinero, y en un formato nada convencional, como quiera que, Valter Lavitola no ocupaba cargo oficial alguno en el gobierno italiano y sin embargo fue el intermediario de las negociaciones entre dos países, constituía una receta para el perfecto desastre, y un suicidio de imagen, como efectivamente aconteció en el caso que nos ocupa en el que Panamá sale con una imagen maltrecha y hecha añicos por la irresponsabilidad de nuestros gobernantes que, no tomaron las debidas precauciones evitando negociar con un gobierno mal visto mundialmente (Silvio Berlusconi y su folklórico Bunga Bunga Style)y que no ofrecía ninguna garantía de éxito, sino más bien, un alto riesgo que, es el que estamos pagando ahora como se veía venir.
De manera que, esta telenovela que más que telenovela parece una película de terror, nos ha salido muy cara a los panameños, y pudo haberse evitado, si tuviéramos un gobierno serio; que no es el caso en la actualidad
Sí, ya sé que, los voceros gubernamentales expertos en defender lo indefendible, aquellos que hacen gala de un gran cinismo, alegarán como siempre que, quienes dañan la imagen del país son los opositores, los blogueros, twitteros, la sociedad civil, los indígenas, los gremios y sindicatos, los empresarios, los defraudadores de impuestos, los medios de comunicación, las almas malévolas y perversas que no quieren el cambio ni que Panamá progrese, los fariseos, los malos panameños, los enemigos de la patria, y demás hierbas aromáticas del arsenal de insultos, epítetos, y descalificaciones que esgrime el gobierno de turno a la hora de culpar a otros por sus yerros. Este gobierno ha llegado a tal grado de cinismo que, ha sugerido que las diligencias judiciales adelantadas por la Fiscalía de Nápoles respecto al caso Lavitola-Martinelli, y la exposición mediática del mismo, obedecen a componendas de la oposición panameña, la cual según ellos, tiene poderes de largo alcance para manipular el sistema judicial italiano, e influenciar a los medios de comunicación que le han dado cobertura al caso en cuestión como CNN, El País, BBC, El Universal, La Republica, Corriere Della Sera, etcétera; a semejante argumento que supera la ridiculez más extrema, se le llama el colmo del cinismo.
Los verdaderos culpables de la mala imagen de Panamá, son los miembros del gobierno que, se han dado a la tarea de acabar con la institucionalidad democrática panameña atentando contra la separación de poderes al convertir a la Asamblea Nacional de Diputados en un mercado en donde se compra y vende tránsfugas; por la concentración de poderes del Órgano Ejecutivo que, además de controlar la Asamblea, también controla el Órgano Judicial, el Ministerio Publico, la Contraloría y la Fiscalía Electoral; por la falta de transparencia y rendición de cuentas de que hacen gala; por el estilo confrontador de gobernar que, nos tiene a los ciudadanos sometidos al estrés, desgaste, desasosiego y zozobra, toda vez que, el gobierno actual no nos ha dado tregua ni un solo día a los panameños que, vemos como un día sí y otro también, se desata un escandalo de corrupción, o una nueva confrontación contra los indígenas, los empresarios, los medios de comunicación, la sociedad civil, los gremios y sindicatos, y contra todo aquel que no aplauda los exabruptos y abusos del gobierno de turno.
Mientras siga vigente el corrupto sistema clientelista por medio del cual los políticos tienen al país postrado, el cual creó las condiciones necesarias para que el gobierno de turno secuestrara todos los poderes del Estado, manteniéndonos a los panameños como rehenes de un sistema corroído desde sus bases que, ha fracaso en la disminución de la pobreza (1,017,913 de panameños son pobres, de los cuales 456,306 son pobres extremos léase, indigentes, a saber, el 29% y 13% de la población, respectivamente), en acabar con la desigualdad que impera en Panamá que es uno de los países con mayor inequidad del mundo de acuerdo al coeficiente de GINI (Panamá es el décimo octavo país más desigual del mundo), en educación, toda vez que, tenemos uno de los peores sistemas educativos del mundo (Panamá ocupa en materia de calidad educativa el lugar 131 entre un total de 142 países, de acuerdo al Foro Económico Mundial), en controlar la ola de inseguridad que sigue in crescendo, en lograr una soberanía y seguridad alimentaria, lo que nos obliga a importar productos con inflación foránea que repercute en el alza de la canasta básica, en salud, como quiera que, los hospitales están llenos de bacterias asesinas, en distribuir la riqueza equitativamente de modo de que, el gran crecimiento económico de que goza Panamá, permee a todas las clases sociales y no solo a la elite como sucede actualmente, seguiremos alzando nuestras voces por medio de las redes sociales y blogs para que el mundo entero conozca la verdadera situación panameña, y para desenmascarar a aquellos que usan caretas de demócratas, siendo los dictadores civiles que nos desgobiernan y tienen al país patas arriba.
En fin, el verdadero culpable de la mala imagen de Panamá, es el gobierno de turno que, es el protagonista de la carísima telenovela ítalo-panameña que nos ha afectado como nación; y si de algo se puede culpar al resto sería, al pueblo panameño por votar por semejante gobierno, y por su pasividad al no movilizarse para exigir una constituyente originaria que barra con toda la podredumbre que carcome y corroe a los tres órganos del Estado, y a los partidos políticos de oposición por haber contribuido cuando fueron gobierno, con el desgreño institucional al alimentar el corrupto y clientelista sistema presidencialista que, hoy nos pesa y pasa factura a todos; y por ser una oposición nada enérgica e inoperante que, solo piensa electoreramente (solo maquinan cómo llegar al poder otra vez para seguir con la fiesta y los negociados), y no en cómo sacar al país del hueco en que ellos mismos no han metido.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
“Un gobierno que no da ningún paso hacia delante, hay que juzgarlo con la máxima ponderación; pero un gobierno que da pasos hacia atrás, debe ser condenado sin ninguna indulgencia.” Börne