Por: Erick Simpson Aguilera
«Un político piensa en las próximas elecciones; un estadista en las próximas generaciones». – James F. Clarke –
Panamá con su gran auge económico sostenido tras varios años de crecimiento, se perfila como una de las economías estrellas de LATAM, y estamos prácticamente a la orilla del desarrollo integral; solo es necesario canalizar dicho crecimiento económico para que el mismo permee a las grandes mayorías de ciudadanos, acabando con la brecha y gran desigualdad entre ricos y pobres, y fortalecer nuestras incipientes y débiles instituciones democráticas, que deben ser adecuadas a los estándares de libertad democrática de los países desarrollados. Sin embargo, siento que, como se titula el presente articulo, podemos quedarnos en la orilla, a las puertas del desarrollo, toda vez que, hay un gran obstáculo que nos impide alcanzar el mismo; a saber: la corrupta clase política panameña que tiene secuestrado un país entero que es victima de un sistema político anacrónico y desfasado que raya en el más rancio feudalismo.
Para sustentar mi manera de pensar, solo hay que observar el triste espectáculo ofrecido por la desprestigiada clase política panameña en las dos últimas accidentadas jornadas en el hemiciclo legislativo, cuando los tres órganos del estado quedaron en evidencia y demostraron que les queda grande administrar el país, toda vez que, en primera instancia, el órgano ejecutivo se empecina en resucitar la Sala V para lograr la mayoría en el órgano judicial, vaya usted a saber conque fines oscuros (sé que el ejecutivo dice que no tiene nada que ver con el proyecto ley 402, pero nadie le cree a un gobierno tan desacreditado; además, estamos muy viejos para creer en cuentos de hadas y Santa Claus); en segundo lugar, la deformada artificialmente por el transfuguismo sin parangón que ha sufrido, Asamblea Nacional de Diputados, se transforma en el patio limoso de Panamá, en el lugar donde las tropas de choque, las barras bravas y los propios “honorables” diputados, la lían a golpes, ante los ojos de todo el país y el mundo, para vergüenza nacional; y para cerrar con broche de “oro” (de cobre más bien) esta tragicomedia del circo político criollo, el Magistrado Presidente de la Corte Suprema Alejandro Moncada, (es demasiado mediático este magistrado), hace una aparición muy sospechosa (en las escalinatas de la Presidencia de la República) y oportuna para los intereses del ejecutivo, al pronunciarse públicamente sobre un fallo de la Corte (no se sabe si a titulo personal, o si su opinión constituye la de Corte en pleno como lo interpretó muy convenientemente el ejecutivo), supuestamente regañando a los órganos ejecutivo y legislativo, y dándoles instrucciones en cuanto al nombramiento de tres magistrados para la accidentada Sala V.
Dicho exabrupto mediático (que raya en la extralimitación de funciones) del magistrado Moncada, le otorgó un Plan B y una nueva vía de escape al ejecutivo, el cual podrá nombrar los tres nuevos magistrados para la accidentada y extrañamente resucitada Sala V, no obstante el fracaso legislativo en aprobar el Proyecto de Ley 402.
Si esta película de terror protagonizada por los tres órganos del estado, los cuales han quedado en evidencia al vulnerar conjuntamente la institucionalidad democrática panameña, convirtiéndola en un vulgar simulacro y caricatura de democracia, no es una dictadura civil, entonces no sé cómo llamarla. Pueden definirla como bien les parezca, pero en lo que a mi concierne, no tengo la menor duda que, la separación de poderes en Panamá es un mito, una teoría que en la practica no existe, y que estamos bajo el yugo de una dictadura civil, ergo, solo una pregunta se me ocurre.
¿Cómo es posible que, 1 presidente, 1 vicepresidente, 16 ministros de estado, 71 diputados, y 9 magistrados de la Corte, es decir, 98 personas (0.003% de la población), controlen, decidan y secuestren el destino, presente, futuro, y esperanzas de 3,460,462 millones de panameños?
Si, ya sé que algunos dirán que, ellos no están solos, y que tienen el respaldo y complicidad de un sistema clientelista corrupto, de una decadente red que los aúpa, léase, el poder económico que invierte en las campañas electorales y después recupera con creces su inversión por medio de contratos, concesiones, compras directas, prebendas y negociados con el estado, y con las membresías de los partidos políticos, que cada cinco años se rotan las posiciones del botín político, como si el estado fuera una suerte de agencia de empleo, abriendo espacios por medio de barrerías (despidos injustificados) y nombramientos de sus mediocres cuadros políticos, que comienzan de cero cada cinco años, tornando el estado en un aparato anacrónico, mediocre, ineficaz, e inoperante, lo cual es cierto. Además, hay que agregar que, estos malos políticos que tienen a los panameños de rehenes, también tienen el poder de las armas de las fuerzas públicas subordinadas bajo sus ordenes, para atropellar y reprimir a la ciudadanía, si esta exige libertad y desarrollo equitativo; armas que son muy disuasivas, y constituyen una suerte de seguro para perpetuar ese corrupto sistema político que mantiene al país al margen del desarrollo social e institucional.
No obstante, estoy seguro que, ni siquiera la corrupta clase política panameña que defiende y sustenta el colapsado sistema político clientelista, ni el poder económico que los respalda financieramente en sus campañas, imaginaron vivir lo que estamos viviendo actualmente con la dictadura civil que gobierna el país, y están asustados con lo que está pasando en Panamá, porque en ninguno de sus cálculos, ni en sus peores pesadillas, se imaginaron que cayéramos todos victimas de una dictadura civil que concentra todos los poderes bajo un solo órgano, y no discrimina a la hora de atacar a todos por igual, a justos y pecadores, léase, a la empresa privada (a buenos y malos empresarios), partidos de oposición, sociedad civil, medios de comunicación, gremios y sindicatos, indígenas y ciudadanos de a pie.
Los partidos políticos tradicionales pensaban que el sistema bipartidista con el que se rotaban el poder cada cinco años, les funcionaría siempre y seguirían perpetrando sus atracos al estado sin consecuencia alguna; sin embargo, algo falló en su sistema clientelista y el mismo produjo una dictadura civil que se les salió de las manos. Sembraron espinos, así que ¿cómo esperaban cosechar manzanas? como dice la biblia, “Lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
Así las cosas, nos debatimos en una dicotomía de los más irónica, como quiera que, nos sorprendió y rebasó el crecimiento económico, con un sistema político no adecuado, agotado, colapsado, corrupto, desfasado, clientelista, anacrónico, enfermo y en estado de coma; con instituciones débiles, y con un sistema presidencialista extremo que constituye tierra fértil para el surgimiento de una dictadura que capitalice dichos vicios para concentrar todos los poderes del estado bajo uno solo y perpetuarse en el poder, como efectivamente sucedió, impidiéndonos dicho escenario, aprovechar el gran crecimiento económico que experimenta el país, para desarrollarlo integralmente e ingresar al primer mundo. Es decir, como reza el titulo del artículo, “Tanto nadar, para morir en la orilla”.
Siendo que, los partidos políticos tradicionales, tienen una gran cuota de culpa y responsabilidad en el estado de cosas caótico que estamos viviendo los panameños que ahora somos victimas de un gobierno confrontador, adicto al caos, estresante, desgastante, mitómano, ofensivo, que nos roba la paz y no nos da tregua a los ciudadanos que un día si y otro también, amanecemos con un nuevo escandalo de corrupción, con un nuevo insulto y confrontación, con una asamblea de diputados que parece un tinglado donde se desatan grescas y batallas barriobajeras cual patio limoso, con instituciones débiles que no combaten ni investigan la corrupción, con un país que crece económicamente como ningún otro en la región, pero, donde la pobreza sigue siendo significativa, donde las escuelas publicas y la educación son de lo peor, donde en los hospitales en lugar de salud encuentras la muerte por bacterias asesinas, donde el crimen y los asesinatos continúan in crescendo, donde la canasta básica anda por las nubes, donde el poder adquisitivo cada día disminuye por la inflación y especulación, donde el gobierno cada día nos agrega mas cargas impositivas (soterramientos de cables), donde se nos aumenta la luz, donde no hay agua, donde abunda la basura, donde se limitan nuestras libertades y los diputados en lugar de legislar a favor de los ciudadanos, legislan en contra nuestra para quitarnos nuestras libertades, al vulnerar con sus leyes nuestro derecho a expresarnos libremente en las redes sociales, blogs, y sitios web (Ley 402 – Sala V) como si quisieran convertir a Panamá en Cuba o Venezuela; cabe preguntar, ¿cómo arreglarán los partidos tradicionales, lo que han propiciado, el lio en que nos han metido?
Así como el daño que le han hecho al país ha sido tan grande que estamos sometidos a una dictadura civil, su cuota de sacrificio debe ser igual de grande para rescatarnos del hueco en que estamos; de manera que, solo se me ocurre algo: que los dos partidos grandes de oposición por medio de sus membresías, nos ayuden a los ciudadanos a recolectar las firmas necesarias para convocar una constituyente originaria que nos permita prescindir de los servicios de todas las autoridades que hoy día ocupan cargos en los tres órganos del estado, de modo que podamos por medio de un nuevo pacto social, de una constitución moderna y justa, construir una nueva nación que sea la mas desarrollada de América Latina, como todos los panameños nos merecemos.
Tenemos todo lo necesario para ser un país del primer mundo. Si con semejante sistema político tan corrupto, anacrónico, y cavernícola, con instituciones tan débiles, y con la mala distribución de la riqueza, la desigualdad pronunciada, la pésima educación, el sistema de salud paupérrimo, etcétera, estamos a la puerta del desarrollo, y somos los lideres en crecimiento económico de la región, solo Dios sabe de lo que seriamos capaces, si nos ponemos serios, y hacemos las cosas como Dios manda.
Panamá es una tierra bendecida por Dios, rica y abundante como significa su nombre, donde no se justifica la pobreza, y todos los ciudadanos que somos pocos, debiéramos vivir en condiciones óptimas y con una calidad de vida de las más altas de acuerdo a los estándares del primer mundo.
Sin embargo, no me llamo a engaño; sé que la mezquina clase política criolla, no renunciará tan fácilmente a su botín político, a su corrupto sistema clientelista y de saqueo a las arcas del estado, a su cuota de poder, y todavía sueñan que retomarán el poder en 2014 porque las encuetas los favorecen, porque el desgaste del gobierno de turno es grande, y porque el pueblo panameño vota a manera de castigo, sin embargo, sería bueno que despierten de su sueño, que aterricen y entiendan que, su sistema bipartidista se acabó, colapsó, y que con la dictadura que estamos viviendo, no hay garantías de que las elecciones del 2014 sean limpias y transparentes; de hecho, con la habilitación de la Sala V, no solo los empresarios, medios de comunicación, ciudadanos, sociedad civil, activistas, sindicatos, gremios, y opositores corremos peligro, también los propios diputados de oposición con todo y su inmunidad parlamentaria, quedarán indefensos, de modo que, los exhorto a que reflexionen y actúen de acuerdo al critico momento que vive el país.
Sino lo hacen, todos sus llamados a defender la democracia, no serán más que pura demagogia y politiquería, y se constituirán en cómplices del descalabro nacional en los 2 años que faltan de dictadura.
De manera que, ya es hora que la clase política este a la altura de las circunstancias y se despojen de sus intereses mezquinos que mantienen al país postrado, aun renunciando a sus curules de oposición en virtud de la constituyente originaria, toda vez que, estamos en un punto de inflexión, el país no aguanta 2 años más de maltrato, saqueo, sobreprecios, y dictadura, y de ustedes depende que el momento crucial que vivimos como nación, lo aprovechemos, como quiera que, el crecimiento económico nos rebasó, nos superó, y no hay tiempo que perder; el sistema colapsó y ahora solo tenemos dos opciones, a saber: construir una nueva nación justa y desarrollada, con una moderna constitución, y justicia social para todos, o tornarnos en una nación prospera y desarrollada para unos pocos, pero pobre y violenta para muchos, cual si fuéramos un nuevo México, como vaticinó The Economist; en otras palabras, en una Banana Republic gobernada por un dictador, cual si de una finca privada se tratara, como vaticinó Andrés Oppenheimer acerca de Panamá.
Saludos cordiales.
Erick Simpson Aguilera.
“El progreso acaricia tus lares, al compás de sublime canción. Ves rugir a tus pies ambos mares, que dan rumbo a tu noble misión”.