Quién es quién en Latinoamérica
Por: Erick Simpson Aguilera
De acuerdo al Informe sobre Desarrollo Humano 2010, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), denominado “La verdadera riqueza de las naciones: Caminos al desarrollo humano”, Panamá ocupa el cuarto lugar a nivel latinoamericano en cuanto a desarrollo humano se refiere.
Veamos la siguiente tabla y grafico sobre el particular:
IDH 2010 – Ranking Latinoamérica
Tengan la bondad, estimados lectores, de permitirme citar algunas definiciones técnicas acerca del IDH, con la finalidad de esclarecer e ilustrar a los lectores que no manejan estos conceptos, y seguidamente, planteare mis puntos de vista sobre el particular que nos ocupa.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) «el Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un Índice compuesto que mide los logros en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: vida larga y saludable, acceso a educación y conocimientos y nivel de vida digno. Para facilitar la comparación, el valor promedio de estas tres dimensiones se define en una escala de 0 a 1: cuanto mayor es el valor, mejores son los resultados alcanzados. Estos indicadores se agregan usando la media geométrica.
El índice de desarrollo humano (IDH) utiliza cuatro indicadores para su cálculo: esperanza de vida al nacer, años esperados de instrucción, años de educación promedio e ingreso nacional bruto per cápita; es por tanto una medida comparativa de la esperanza de vida, la alfabetización, la educación y el nivel de vida correspondiente a países de todo el mundo. Es una unidad estándar para medir la calidad de vida y sobre todo el bienestar infantil. Se utiliza para distinguir si un país es desarrollado, en desarrollo o subdesarrollado, y también para medir el impacto de las políticas económicas sobre la calidad de vida. Los países se dividen en cuatro grandes categorías de desarrollo humano: muy alto, alto, medio y bajo.»
Dicho esto, procedo a desarrollar mis puntos de vista sobre el particular en cuestión.
En virtud del espíritu de competencia propio de la naturaleza humana y del ego nacionalista, se siente bonito estar en un “buen” nivel de desarrollo humano a nivel latinoamericano, sin embargo, dichos indicadores pueden resultar engañosos y traicioneros, toda vez que, pudieran tornarnos en una nación conformista, al creernos que «vamos muy bien» y estancarnos en la posición que ocupamos actualmente, o peor aún, descender, como le ha sucedido a Costa Rica y otros países (ver tabla arriba).
Además, resulta saludable examinar con lupa los indicadores de desarrollo en cuestión, como quiera que, si confrontamos los tres pilares que sostienen los cuatro componentes del IDH, a saber: salud, educación y estándar de vida, con la realidad del día a día del panameño de a pie, léase, del trabajador informal, de los trabajadores del campo (zonas rurales), de los funcionarios públicos (se excluyen las botellas y nombramientos políticos que perciben grandes salarios por hacer nada), de los trabajadores no calificados de la empresa privada, y aun de muchos profesionales calificados, el resultado objetivo es, que gran parte de esta población panameña, carece de un sistema de salud, educativo y estándar de vida (ingresos), que puedan calificarse como dignos para satisfacer sus necesidades primarias y las familiares, de manera plena.
Si a la situación crítica previamente descrita, le sumamos la condición precaria y de vulnerabilidad en que se encuentra la población residente en las provincias del interior y comarcas del país, los cuales son víctimas del abandono estatal, marginación, desempleo, y otras desigualdades, el cuadro se pinta mucho más grave todavía.
Con relación al sistema de salud de Panamá, el mismo deja mucho que desear, y no es para nada inclusivo; para los más afortunados que cuentan con cobertura, la seguridad social les resulta un desastre, el sistema de citas médicas está colapsado, y se requieren meses y hasta años para ser atendido, los hospitales de la capital carecen de medicamentos, los del interior también carecen de medicamentos, y además presentan déficit de camas, equipo, instrumentos, insumos y personal médico; y los hospitales y centros de salud administrados por el MINSA a nivel nacional, se encuentran iguales o en peores condiciones deficitarias que los de la CSS.
Cabe destacar que, en las zonas más remotas de las comarcas y provincias del interior, todavía existen niños que mueren de hambre y enfermedades curables, y la desnutrición sigue vigente en el país, como muestra el siguiente cuadro estadístico de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, donde Panamá marca «logros» insuficientes en materia de desnutrición (erradicar la pobreza y el hambre).
En cuanto a la educación, no es necesario entrar en detalle, solo basta con ver el menú que ofrecen las televisoras nacionales y escuchar a los periodistas de los noticieros, quienes no obstante ser “profesionales” graduados de las facultades de comunicación, no dominan con propiedad el idioma castellano, como quiera que, hablan a los gritos sin modular la voz jamás, no pronuncian bien las palabras, se comen las letras, hablan aceleradamente sin pausar jamás, se expresan de forma ininteligible, son adictos al teleprompter, y sin el mismo no son capaces de elaborar una oración coherente, se les escucha utilizar exabruptos como “haiga” y otros barbarismos del idioma por el estilo, hablan con las manos (ademanes vulgares), usan muletillas, por ejemplo, la utilización fuera de contexto de la famosa “precisamente”, término del que abusan los periodistas y lo peor de todo es, que lo utilizan mal, toda vez que, dicho adverbio implica precisión y es utilizado en la conversación para vincular dos aspectos de la misma que guardan relación entre sí, sin embargo, los periodistas panameños lo utilizan hasta la saciedad para hablar de aspectos inconexos, imprecisos, e incoherentes.
Siguiendo con el tema de la educación, es preciso resaltar que, las escuelas públicas son un desastre y están desprovistas de equipos, laboratorios, tecnología y profesores capacitados; las escuelas privadas, aunque poseen mejores infraestructuras y equipamientos, el contenido de su enseñanza es obsoleto y deja mucho que desear, y si hablamos de las universidades (públicas y privadas), el asunto empeora, como quiera que, los “profesionales” salen graduados de las mismas sin poseer un acervo cultural (ni siquiera dominan la historia, geografía, economía y política de Panamá, ni mucho menos mundial), sin saber pensar, y actúan cual robots que solo reciben instrucciones y no las procesan, no se les enseña a desarrollar un pensamiento crítico y analítico, ni a resolver problemas, son inútiles para las empresas, las cuales se ven obligadas a invertir grandes sumas de dinero en la educación, formación, y capacitación de su personal, con la finalidad que les sean útiles, debido a las carencias que presentan los egresados de las universidades nacionales, los cuales están completamente desconectados de las tendencias y exigencias del mercado laboral nacional e internacional y de cómo marcha el mundo, el cual, se torna más competitivo cada dia.
Sin ir más lejos, casos como el de la candidata del concurso de belleza (Giosue Cozarelli alias Miss Confucia), de los cónsules de Miami (el costeño panameño/colombiano) y Canarias (el travesti que no tiene ni idea de lo que significa representar diplomáticamente a un país), y de los pobres resultados obtenidos por los alumnos panameños en pruebas de conocimientos académicos a nivel internacional, son un reflejo de la pobre calidad de la «educación» panameña.
En lo concerniente al estándar de vida, la brecha entre ricos y pobres en Panamá, es una de las más amplias y pronunciadas a nivel mundial; los ingresos que perciben la gran mayoría de los trabajadores en Panamá, mas que calidad de vida, representan un salvavidas para no ahogarse en el mar de deudas que los anegan, por no alcanzarle dichos ingresos para cubrir sus necesidades básicas de manera digna, y ahorrar para gozar de un estatus de vida apropiado.
De un total de 3,460462 panameños, el 29%, es decir, 1,003,534 son pobres, de acuerdo al Factbook de la CIA. (ver gráfico – hacer click en la imagen para ver en grande y el icono back o atrás del navegador para regresar a esta página).
Sin embargo, Panamá es uno de los países con más crecimiento económico en la región en los últimos años, de forma tal que, es oportuno preguntar, ¿hacia dónde fue a parar todo el crecimiento económico de los últimos siete años?, en virtud que, no se ha sentido el impacto del mismo en la mayoría de hogares panameños, todo lo contrario, la canasta básica familiar se ha disparado a niveles nunca antes vistos. Lo único que no crece ni sube en Panamá, son los ingresos de los trabajadores, debido a la pésima distribución de las riquezas, ampliándose peligrosamente en consecuencia, la brecha entre ricos y pobres.
De hecho, Panamá es uno de los países latinoamericanos, con más inequidad, asimetrías y desigualdades respecto al particular en cuestión, toda vez que, ocupamos el cuarto lugar en Latinoamérica con la peor distribución de la riqueza y el número 10 a nivel mundial, es decir, en este rubro (peor distribución de la riqueza), para deshonra y vergüenza nacional (se excluyen a los políticos, quienes dificulto tengan una pizca de honra, ni comprendan el significado de la palabra vergüenza), somos líderes en los ranking mundiales, solo superados por tres países latinoamericanos (a veces dos) y por países africanos que ocupan los primeros lugares de este nefasto ranking, sin embargo, según algunos políticos, “vamos bien” (ver gráfico – hacer click en la imagen para ver en grande y el icono back o atrás del navegador para regresar a esta página).
Fuente: CIA World Factbooks 18 de diciembre de 2003 al 18 de diciembre de 2008. En las últimas mediciones Panamá no ha mejorado, todo lo contrario, actualmente ocupamos el tercer lugar en Latinoamérica con peor distribución de la riqueza.
Por las razones mencionadas y otras más, no me fio 100% de un solo indicador para medir el desarrollo humano de Panamá (aunque el IDH es la suma de varios indicadores), y prefiero complementar mi análisis con otros indicadores como el índice de pobreza y pobreza extrema (CEPAL), el índice de corrupción (Transparencia Internacional), el indice de Gini, y otros por el estilo, para tener una visión cabal y no distorsionada de la realidad nacional, y definir dónde estamos y a dónde aspiramos llegar en cuanto a desarrollo humano se refiere.
En mi opinión, lo que toca ahora es, posicionarnos a la cabeza de Latinoamérica, y posteriormente, dar el paso definitivo hacia el desarrollo pleno, dentro del grupo de países con un IDH considerado MUY ALTO (países desarrollados); pero, esta meta no la alcanzaremos (ojala me equivoque), mientras nos dirijan gobernantes con un perfil electorero y carnavalesco, situación que ha sido la tónica en otrora y actualmente; gobernantes que, debido a la estrechez mental de que hacen gala, y por el centralismo a ultranza que practican, creen que solo la capital es Panamá, mas no las provincias del interior y las comarcas, y desde cuya óptica Panamá es una finca de su propiedad, cuyo manejo administrativo no difiere del utilizado para gerenciar un supermercado.
Quienes además de lo antes descrito, son expertos en improvisar, carecen de visión, y de una agenda de desarrollo nacional estratégica, coherente y de estado (su visión es quinquenal y política), y marginan del bienestar a la mayoría de los panameños, circunscribiendo el desarrollo socioeconómico, a su estrecho círculo familiar, de asociados, y allegados políticos, mientras en el resto de la población panameña, las carencias continúan in crescendo con los efectos nocivos que las mismas conllevan, a saber, violencia, delincuencia, asaltos, crímenes, prostitución, narcotráfico, etc.
Creo que, existen formas y caminos (no fáciles, pero factibles) para lograr el desarrollo pleno del país; casi todo está dicho sobre el particular y no es necesario reinventar la rueda para alcanzar resultados óptimos. No obstante, en lugar de esbozar mis sugerencias las cuales sin lugar a dudas serían ignoradas, prefiero que los «expertos y genios» que llevan las riendas de la nación, los asesores y consultores que abultan la planilla estatal con jugosos salarios, nos convenzan a los panameños con acciones concretas y palpables que impacten positivamente la calidad de vida de las grandes mayorías, que en verdad, «vamos bien».
Finalizo, facilitándoles cuatro informes completos, de manera que contemos con mayores elementos de juicio para realizar un análisis objetivo, a saber: IDH PANAMA EN DETALLE publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) , el Informe sobre Desarrollo Humano 2010 (IDH), publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), denominado “La verdadera riqueza de las naciones: Caminos al desarrollo humano”, el Anuario estadístico 2010 de América Latina y el Caribe publicado por la CEPAL, y el Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010:
Saludos.
Erick Simpson Aguilera
erick_simpson@hotmail.com
Nota: Recuerden hacer click en fullscreen para visualizar los libros en grande, o si les resulta mas cómodo leerlos en sus computadoras en formato PDF, solicítenme una copia por email y con mucho gusto, se las hago llegar.
IDH PANAMA EN DETALLE
Informe sobre Desarrollo Humano 2010 (IDH)
Anuario estadístico 2010 de América Latina y el Caribe
2 pensamientos en “Quién es quién en Latinoamérica”
Yari Hernandez
Me parece super interesante el artículo. Slds, Yari
Yari Hernandez
Me gustaría saber sobre los beneficios del desarrollo del turismo en Panamá.
Por otra parte, el impacto que puede causar la entrada de muchos extranjeros que vienen a residir y buscar mejores oportunidades en Panamá.